Querejeta: en el cine como en la vida
El¨ªas Querejeta siempre despreci¨® ese concepto tan ef¨ªmero y vacuo de la moda. Ten¨ªa tan claro el cine que quer¨ªa hacer como su forma de moverse por la vida. Todo en ¨¦l desprend¨ªa personalidad, seducci¨®n y estilo. Desde su cuidada melena, su forma de vestir, casi siempre de oscuro, portando con sofisticada naturalidad sus eternos vaqueros de dise?o, jers¨¦is de cuello cisne, chaquetas de corte y ca¨ªda impecables, gafas negras, al whisky que trasegaba cotidianamente sin prisas y sin pausas hasta que los m¨¦dicos le exigieron que desertara de ¨¦l y se conformara con alcohol no destilado, o los dos paquetes de tabaco rubio sin emboquillar que tambi¨¦n se vio obligado a abandonar en sus ¨²ltimos a?os.
Igualmente, ese hombre ir¨®nico y descre¨ªdo ante tantas cosas, pose¨ªa una convicci¨®n ancestral e inquebrantable en otras, incluidas su inteligencia para analizar la realidad, sus gustos art¨ªsticos, su concepto de la ¨¦tica, su visi¨®n de la pol¨ªtica, su ardor polemista, su heterodoxa cultura (pod¨ªa hacer una cita de Hegel en medio de una conversaci¨®n sobre f¨²tbol y que no sonara a pedanter¨ªa), su olfato para descubrir el talento ajeno y hacerlo productivo.
Querejeta prolong¨® su sello personal a todo el cine que produjo. Esas pel¨ªculas, en las que al parecer se implicaba antes del rodaje hasta conseguir el mareo de los directores, pero a los que dejaba en libertad absoluta cuando empezaban a filmar, llevan inapelablemente la marca Querejeta, aunque el resultado final pertenezca a sus creadores. Y era un maestro a la hora de vender ese producto, luchaba por sus pel¨ªculas hasta la extenuaci¨®n ante los siempre receptivos medios de comunicaci¨®n, las mov¨ªa internacionalmente utilizando su prestigio de gran productor europeo al servicio de un cine con ambiciones art¨ªsticas, intelectuales y cr¨ªticas en un pa¨ªs que hab¨ªa vivido una interminable dictadura, las estrenaba en festivales con pedigr¨ª, manipulaba con arte y constancia, era obsesivo en el control de todo lo que contaran en los medios sobre su cine (pasamos muchos a?os sin dirigirnos la palabra por su excesivo empe?o en leer antes de su publicaci¨®n alguna entrevista que le hice), sab¨ªa moverse inmejorablemente para lograr la financiaci¨®n de su obra.
Celebro que gracias a su empe?o naciera tanta criatura ambiciosa, con sed de trascendencia, autoconvencida de su distinci¨®n y de su calidad
Y en esa larga y pretendidamente selecta filmograf¨ªa hay de todo. Personalmente, prescindir¨ªa de muchas de esas pel¨ªculas si tuviera que elegir mi propia filmoteca para vivir en una isla desierta, pero creo que existe absoluta coherencia por parte de su productor en el cine que le interesaba hacer, en unas caracter¨ªsticas fijas, en un determinado tono (demasiado simbolismo, met¨¢foras y cripticismo para mis ordinarios gustos), en su desapego por la narrativa tradicional y su adicci¨®n al cine que pretende ser de autor en cada plano. Pero celebro que gracias a su empe?o naciera tanta criatura ambiciosa, con sed de trascendencia, autoconvencida de su distinci¨®n y de su calidad. Por ejemplo: me aburre o me irrita gran parte de la filmograf¨ªa de Carlos Saura (excluyo La caza, Deprisa, deprisa y ?Ay, Carmela!), pero puedo entender que encandilara durante un par de d¨¦cadas al ilustrado p¨²blico que ama el cine con inquietudes y mensaje. Y no albergo dudas de que creadores tan acreditados como Guti¨¦rrez Arag¨®n, Ch¨¢varri, Armend¨¢riz, Erice, Gracia Querejeta, Le¨®n de Aranoa o Mart¨ªnez L¨¢zaro hubieran hecho el cine que quer¨ªan hacer con otros productores, pero no puede ser casual que El¨ªas Querejeta les ofreciera la primera oportunidad de expresar su talento. Se supone que productores y directores se utilizan mutuamente, que ambos tienen mucho que ganar o perder, pero imagino que independientemente de las discusiones o los agobios que pudieran generarse en la creaci¨®n de tanta opera prima, debe de existir una deuda de profundo agradecimiento por parte de esta gente hacia el poderoso productor que apost¨® por ellos, que se sinti¨® interesado por su mundo cuando pod¨ªa jugar sobre seguro.
Querejeta nunca dirigi¨® una pel¨ªcula, aunque confidencialmente y con ins¨®lito pudor en alguien tan arrogante asegurara que alg¨²n d¨ªa lo har¨ªa. Tampoco produjo cine con la intenci¨®n de hacerse rico a perpetuidad. La tr¨¢gica prueba de esto es que en su vejez conoci¨® la injusta ruina. Adem¨¢s de multitud de premios y del reconocimiento internacional como uno de los grandes productores europeos, Querejeta debi¨® de ganar mucho dinero con una filmograf¨ªa que supera las cincuenta pel¨ªculas. Y se supone que lo invirti¨® en alimentar su pasi¨®n m¨¢s duradera. O sea, seguir haciendo cine, dotando a los directores de todo lo que necesitaran. Y por supuesto, nunca pens¨® en la jubilaci¨®n, aunque en los ¨²ltimos a?os solo produjera documentales que ¨¦l se empe?aba orgullosamente en definir como cine. Pero si la evidencia certifica que Berlanga es el mejor director en la historia del cine espa?ol (Bu?uel realiz¨® casi toda su obra en M¨¦xico y en Francia) y Fern¨¢n G¨®mez el actor m¨¢s eminente (ya s¨¦ que tambi¨¦n pose¨ªa m¨¢s facetas admirables), nadie le discutir¨¢ la gloria a Querejeta de haber sido el productor m¨¢s importante. Aunque ya no le sirva para nada.
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