Muere Querejeta: se va El Productor
El cineasta fallece en Madrid a los 78 a?os tras m¨¢s de medio siglo dedicado al oficio su productora salieron las grandes obras de Saura, Guti¨¦rrez Arag¨®n, V¨ªctor Erice, Fernando Le¨®n y su hija Gracia Querejeta
Muri¨® El¨ªas Querejeta ¡ªEl¨ªas¡ª as¨ª que sus familiares, amigos y colegas de oficio (lo segundo no ten¨ªa por qu¨¦ ir unido, claro, a lo tercero) ya no recibir¨¢n esas llamadas de voz rugosa e intempestiva, un s¨¢bado por la ma?ana o una noche de martes, cuando, en mitad del trabajo, de una cena o de cualquier otra situaci¨®n por comprometida que fuera, hab¨ªa que o¨ªrle para creerlo.
¡ªJoder, pero llama, que luego nunca llamas, y tenemos que hablar de la peli esta... oye, por cierto, a ver, ?t¨² sabes c¨®mo puedo hacer para ver el Madrid-Bar?a del s¨¢bado en el Plus? Es que no s¨¦ c¨®mo se compra¡
Y en ese plan. Todo lo suyo le parec¨ªa importante a El¨ªas Querejeta (Hernani, Guip¨²zcoa, 1934) en todo momento, y la verdad es que no le faltaba raz¨®n, porque casi todo lo que hizo en su oficio a lo largo de su vida lo fue. Incluso no solo en su oficio, porque intensas e importantes fueron tambi¨¦n sus relaciones con pol¨ªticos, con periodistas, con financieros y hasta con alg¨²n que otro funcionario franquista que, vi¨¦ndoselas con un rojo peligroso de gafas negras y pelo largo, vasco para m¨¢s inri, ten¨ªa que agachar las orejas y admitir la brillantez del personaje.
El cine espa?ol jam¨¢s habr¨ªa sido lo mismo sin este se?or canoso, locuaz, cari?oso en su acidez y sarc¨¢stico como pocos
El cine espa?ol jam¨¢s habr¨ªa sido lo mismo sin este se?or canoso, locuaz, cari?oso en su acidez y sarc¨¢stico como pocos, de cuyas manos, en las estaciones, en los aeropuertos y en los bares sol¨ªa colgar a menudo una bolsa de pl¨¢stico repleta de peri¨®dicos. ¡°Leo siete al d¨ªa¡±, le gustaba decir a quien quisiera escucharle. No era un farol. No hab¨ªa tema de actualidad rabiosa o relativa que se le escapara. Tambi¨¦n era un hombre de profunda cultura, aunque jam¨¢s perteneci¨® a la repelente y extendida casta de los eruditos conscientes de serlo y deseosos de propagarlo. El cine espa?ol, dec¨ªamos, no ser¨ªa el mismo sin ¨¦l, as¨ª que, s¨ª, en cierto modo, se queda hu¨¦rfano sin el personaje que se invent¨® sobre la marcha el concepto del productor ib¨¦rico, su acepci¨®n m¨¢s autoral y menos fenicia. De hecho, fue su escaso sentido de lo fenicio unido a cierto idealismo en los fines y sus medios lo que m¨¢s problemas acarre¨® en su actividad profesional a El¨ªas Querejeta, que en estos ¨²ltimos tiempos vio c¨®mo una labor de d¨¦cadas acababa con su productora metida en problemas legales y econ¨®micos.
Sobre todo fue? el cineasta que quiso y supo trastocar los temas y la forma de convertirlos en pel¨ªculas durante la inacabable noche del tardofranquismo
Todo daba igual: la n¨®mina de directores que le tuvieron como productor ¡ªun productor dotado por igual de sensibilidad art¨ªstica, sabidur¨ªa t¨¦cnica, tenacidad, capacidad de di¨¢logo y mala leche a partes iguales¡ª no deja de resultar conmovedora: V¨ªctor Erice (El esp¨ªritu de la colmena, El sur¡ cuya g¨¦nesis y resultado final les llevar¨ªa a enemistarse), Carlos Saura (La caza, Mam¨¢ cumple cien a?os, Cr¨ªa cuervos, Elisa vida m¨ªa, Deprisa, deprisa, Ana y los lobos¡), Jaime Ch¨¢varri (El desencanto), Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n (Feroz, Habla mudita¡), Montxo Armend¨¢riz (Tasio, 27 horas, Historias del Kronen...), Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro (Las palabras de Max), Francisco Regueiro (Si volvemos a vernos), Ricardo Franco (Pascual Duarte), Fernando Le¨®n de Aranoa (Familia, Barrio, Los lunes al sol¡), su propia hija Gracia Querejeta (Una estaci¨®n de paso, El viaje de Robert Rylands, Siete mesas de billar franc¨¦s¡). Pero sobre todo fue, en sus superpuestas pieles de productor y guionista, el cineasta que quiso y supo trastocar los temas y la forma de convertirlos en pel¨ªculas durante la inacabable noche del tardofranquismo. En 1973 Querejeta ¡ªque diez a?os antes hab¨ªa fundado su propia productora¡ª se hizo profeta en su tierra obteniendo la Concha de Oro del Festival de San Sebasti¨¢n con El esp¨ªritu de la colmena, dirigida por V¨ªctor Erice. En una de las an¨¦cdotas que m¨¢s adoraba contar, haci¨¦ndose el tonto pero sabedor de que era algo as¨ª como la trig¨¦simo cuarta vez que lo relataba, recordaba lo ocurrido d¨ªas atr¨¢s. En el teatro Victoria Eugenia, entre los sones del aurresku de honor, se le acerc¨® un probo dignatario franquista que conoc¨ªa bien a su familia y le dijo:
¡ªEl¨ªas, hombre, deja esto del cine y vuelve a Hernani, tus padres tienen dinero y te recibir¨¢n con los brazos abiertos¡
No le hizo caso, como queda demostrado.
Su otra vivencia favorita ten¨ªa que ver con el f¨²tbol. 9 de octubre de 1955, estadio de Atotxa. Real Sociedad-Real Madrid. Un tipo espigado con camiseta de rayas blanquiazules ve incr¨¦dulo c¨®mo el bal¨®n entra en la porter¨ªa contraria. Se le acerca un se?or calvoso con camiseta blanca. Le dice:
¡ªEstooo, y buen gol, pibe.
Se llamaba Alfredo Di St¨¦fano.
As¨ª que, en su despacho de la productora, El palomar, solo hab¨ªa tres fotos: dos de la Real que gan¨® las ligas a principios de los ochenta y una de Juan Benet.
En 1998 recibi¨® la Medalla de Oro de la Academia de Cine. Jos¨¦ Luis Borau esboz¨® lo que bien podr¨ªa quedar como su retrato: ¡°El cine espa?ol ha chupado mucha rueda de ti, amparado en tu prestigio, tu descaro y tu valor¡±.
Descanse en paz El¨ªas Querejeta. Buen cine, buen f¨²tbol y buen vino, El¨ªas.
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