Juan Soto Ivars y su ¡®Siberia¡¯
La primera novela del escritor murciano es una historia de amor, depresi¨®n y locura ambientada en la noche madrile?a
¡°Un escritor y uno que escribe tienen demasiadas cosas en com¨²n. Ese corte invisible que separa la mierda de lo que van a leerse varias generaciones se llama talento¡±. El autor de estas l¨ªneas se llama Juan Soto Ivars (?guilas, Murcia, 1985) y parece no tener dudas ni titubeos ante el gran dilema que rodea la vida y obra de los escritores. Pero no se trata de un literato multipremiado que pueda impartir c¨¢tedra sobre el asunto, sino de un joven autor que rebosa confianza en s¨ª mismo aunque solo haya publicado dos novelas: La conjetura de Perelman (la primera en ser editada) y Siberia, que escribi¨® hace cuatro a?os y que edit¨® El Olivo Azul en 2012. Se trata una historia de amor y locura enmarcada en la propuesta que el autor define como Nuevo DRAMA: "Una literatura que pasa por alto la posmodernidad y pretende volver a apasionar a la gente".
El talento, sigue definiendo el narrador, es ¡°una pesta?a ca¨ªda en la mejilla de uno que a otro siempre se le mete en el ojo. Por eso los que escriben leen a los genios y desean m¨¢s que ninguna cosa imitarlos. Piensan que aprenden de los libros para escribir mejor¡±. El protagonista de Siberia es Jon¨¢s, un autor que ya no puede escribir, un ser angustiado al que extirparon un tumor de la cabeza, que se arrastra por la noche madrile?a "rica en drogas y en podredumbre" y acaba cometiendo una incomprensible violaci¨®n. A partir de ah¨ª, la historia se desenmascara como una regi¨®n mental fr¨ªa y desoladora como la estepa siberiana.
Cuando llegu¨¦ a Madrid no sab¨ªa lo que quer¨ªa y cuando me fui hab¨ªa escrito mucho, creo que la ciudad me insufl¨® literatura"
¡°A los 23 a?os, cuando escrib¨ª esa novela, yo era como el protagonista. Las aspiraciones de Jon¨¢s y sus frustraciones eran las m¨ªas. Son las aspiraciones y las frustraciones de un tipo vanidoso al que no le hacen suficiente caso¡±. Soto escribi¨® su obra en tres meses y ha tardado en corregirla tres a?os, lapso en el cual public¨® La conjetura de Perelman (Ediciones B, 2011), un thriller ambientado en la Rusia de Putin. Al igual que el protagonista de Siberia, el autor se sent¨ªa ignorado por mujeres y editores, ¡°ten¨ªa una novia que no me dejaba tocarla, era un pagafantas. Y los editores tampoco me hac¨ªan ni caso. Esa frustraci¨®n de no tener reconocimiento literario y no ser feliz en el amor es parecida¡±.
La trama se desarrolla con un tono hipn¨®tico en el que lo mundano alterna con lo metaf¨ªsico. El relato empieza en tercera persona, con una voz desaprensiva, que maltrata al personaje y desnuda su patetismo. Despu¨¦s de que Jon¨¢s cometa su violaci¨®n, se pasa a la segunda persona y se convierte en una acusaci¨®n condenatoria que persigue al personaje all¨¢ donde vaya. Finalmente aparece la primera persona y con ella la parte m¨¢s emotiva del relato.
La descripci¨®n del ambiente rufianesco de la noche madrile?a es uno de los puntos fuertes de la novela. El autor, desde su residencia actual en ?guilas, reconoce que el caudal de experiencia que le brind¨® la capital espa?ola fue decisivo: ¡°Llegu¨¦ a Madrid a los 18 para estudiar periodismo. Por entonces no sab¨ªa lo que quer¨ªa, pero cuando me fui ocho a?os despu¨¦s hab¨ªa escrito mucho. Creo que la ciudad me insufl¨® literatura. Es como una novia liberal que no se pone celosa si te vas. Te trata muy mal y te da mucha vidilla, y siempre te acepta hagas lo que hagas. Amo esa ciudad¡±.
Lector fan¨¢tico y noct¨¢mbulo declarado, en la novela de Soto se percibe un af¨¢n por encontrar un estilo propio. ¡°Cuando escrib¨ª Siberia le¨ªa a Hamsun y a Cervantes. Supongo que me afecta todo lo que leo, yo no paro de encontrar genios: Cela, C¨¦line, Jardiel Poncela, Manuel Vilas¡ Puedo seguir hasta que se llene el peri¨®dico¡±.
Aunque en la tapa de la novela se le presenta como periodista, cr¨ªtico y fundador de movimientos y sociedades literarias, tambi¨¦n se especifica que sobrevive gracias a sus mujeres. ¡°Eso lo puso el cabrito de mi editor. Pero es verdad: yo dej¨¦ mi trabajo en una oficina de publicidad para escribir novelas. Y eso implicaba vivir de mis novias. Tuve un par (sucesivas, no al mismo tiempo) que me pagaban los vicios y me dejaban vivir con ellas¡±. Del pagafantas al que su novia ignora, al Don Juan que vive del cuento, o literalmente hablando, de los cuentos. ¡°La verdad es que he tenido suerte con las mujeres despu¨¦s de la historia que cuento en Siberia¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.