Kraftwerk certifica su profec¨ªa
El grupo alem¨¢n engrandece la celebraci¨®n del 20 aniversario de S¨®nar con un concierto en 3D El festival se entrega a la cuota comercial estadounidense con Skrillex y Baauer"
Las luces se apagan y miles de personas con esas rid¨ªculas gafas para ver en 3D se quedan boquiabiertos. Sobre el escenario, cuatro hier¨¢ticos tipos con trajes reflectantes activan la m¨¢quina. Suenan las primeras notas de We are the robots y los humanos se vuelven locos. Los brazos de los androides sobrevuelan el enorme hangar en tres dimensiones y damos por cumplida la profec¨ªa. Kraftwerk, el grupo que cambi¨® la historia del pop cuatro d¨¦cadas atr¨¢s introduciendo la m¨²sica electr¨®nica y aportando una precisa visi¨®n del futuro, celebr¨® por todo lo alto el 20 aniversario de S¨®nar con un espectacular show en 3D que ha arrasado a su paso por la Tate Modern de Londres y el MoMA de Nueva York. Todo un hito en un festival que ha festejado como ninguno la fruct¨ªfera uni¨®n entre m¨²sica y tecnolog¨ªa.
Ralf H¨¹tter, ¨²nico superviviente de aquella banda (por llamarlo de alguna manera) que fund¨® con Florian Schneider en 1970, se coloca a la izquierda. Es el operario ¨Cas¨ª se hacen llamar- jefe. Manda, controla y canta. Y van sonando uno a uno (hasta 21 durante dos horas) los grandes temas de sus ocho ¨²ltimos ¨¢lbumes (desde Autobahn.) Con Numbers, la pantalla escupe un sinf¨ªn de cifras que sobrevuelan las cabezas del p¨²blico. Computer World, un himno al ordenador personal creado cuando nadie sab¨ªa qu¨¦ demonios era un PC, sirve de recordatorio de aquella premonici¨®n art¨ªstica en la que se embarcaron. Todos los temas incluyen variaciones y actualizaciones.
El montaje respira cierta melancol¨ªa futur¨ªstica, pero nada vintage. Los robots no han venido a pasearse. Las proyecciones acompa?an. Space Lab, uno de los hitos del show, sube al p¨²blico en una nave espacial por la estratosfera y termina con un zoom sobre Espa?a que arranca el griter¨ªo de la descomunal sala, que suena cristalina. Das Model sigue igual de preciosa; Radioactivity tan inquietante (en Jap¨®n actualizaron el tema con referencias a Fukushima). H¨¹tter, ciclista empedernido, tambi¨¦n repas¨® algunos temas del ¨¢lbum Tour de France como Vitamin.
La entrega hasta Music non Stop, que cerr¨® el concierto, con H¨¹tter solo sobre el escenario, fue absoulta. Nunca una actuaci¨®n a primera hora de la noche hab¨ªa congregado hasta ayer a tantas personas. Ellos son los padres de toda esta revoluci¨®n musical. La m¨²sica pertenecer¨¢ en esta era a quienes la hacen. No a quienes la venden. Poco antes, quiz¨¢ sin querer, pero completamente acorde con estos tiempos, a S¨®nar le sali¨® una sesi¨®n diurna muy pol¨ªtica. Muy de izquierdas, con perd¨®n. Atom TM, un genio de la electr¨®nica, capaz de desdoblarse en toda suerte de alter egos art¨ªsticos como Se?or Coconut o Atom Heart, lanz¨® un manifiesto sonoro que logr¨® arrancar la rabia contenida de un p¨²blico, hasta el momento desentendido del desastroso contexto que aguarda a diario a la salida del festival: ¡°?Stop, imperialism pop!¡±.
Tras la consigna, y con el atronador bombo de fondo, una voz rob¨®tica fue enumerando a todos los enemigos. Las discogr¨¢ficas una por una. Nombres y apellidos. Los reyes del pop como Timberlake o Lady Gaga. Enfundado en un traje, elegant¨ªsimo, y encaramado a sus dos port¨¢tiles, puso a bailar y a gritar al p¨²blico de la manera menos previsible y comercial. Se trata de un sonido matem¨¢tico, surgido de las tripas de las m¨¢quinas, que diseccionaba visualmente con el dibujo de las ondas sonoras en las pantallas.
De eso iba el cambio que propuso Kraftwerk. Cualquiera ¨Ccon talento- puede hacer m¨²sica electr¨®nica desde su dormitorio y llegar al mundo sin intermediarios. La m¨²sica es nuestra, parec¨ªa gritar Atom TM desde su ordenador en una especie de 15-M musical. El sonido y su construcci¨®n tambi¨¦n son una forma pol¨ªtica. Algo que obsesiona al ingl¨¦s Matthew Herbert, que acaba de sacar un disco compuesto a partir de algunos elementos obtenidos de la guerra de Libia, sintetizados y ordenados musicalmente luego. Ultra pol¨ªtico, no acepta sonidos pregrabados. Ser¨ªa un robo. Ayer se plant¨® en el escenario central en su faceta de fin¨ªsimo dj, volviendo a sus or¨ªgenes. Desplegando, de nuevo, inteligent¨ªsima m¨²sica de baile. Convirtiendo el error en espectacular sorpresa. Puro ritmo y textura. Demostr¨® que no hacen falta recursos baratos para que la gente disfrute bailando. Pero cuesta m¨¢s trabajo, claro.
Tambi¨¦n conocimos a Christeene, un, o una, terrorista musical. Despu¨¦s de Mykki Blanco el jueves, ayer nos topamos con otro travesti subido al escenario ¨Cempezamos a entender lo de las cheerleaders barbudas como imagen del festival- con una mala leche y una voz cazayera tremenda. Sobre una base electr¨®nica ¨Ccasi trance- lanz¨® sus peroratas pol¨ªticas contra la religi¨®n y la moral americana. Hijo confeso de Bruce Labruce, ha aprendido bien la lecci¨®n y ayer despleg¨® un show porno. Pura provocaci¨®n que dej¨® a m¨¢s de uno aterrorizado.
Pero ese discurso antiimperialista tuvo su r¨¦plica por la noche con un despliegue en el cartel de algunos de los representantes del EDM, fen¨®meno musical que ha cambiado despu¨¦s de muchos a?os la escena de la m¨²sica comercial en EEUU. Con la elementalidad de sus siglas, Electronic Dance Muscic, queda todo dicho. Ayer S¨®nar trajo el m¨¢ximo representante de esta corriente, el califroniano Skrillex. Apareci¨® con la nave espacial que le acompa?a por todo el mundo y con un preludio de su actuaci¨®n con un embarazoso y patoso homenaje a Barcelona. Tipo Vicky, Cristina, Barcelona. Pero pasado de vueltas. La Sagrada Familia, Freddie Mercury, la camiseta del Bar?a (a los del Espanyol les debi¨® encantar). En fin, una llamada a las emociones musicales de primero de EGB con desde un show que triunfa en Las Vegas. Desde ese punto de vista tiene gracia. Pero parece muy poco para alegrarse.
Quiz¨¢ sea interesante ver como un grupo de postadolescentes estadounidenses amasan fortunas descubriendo la sopa de ajo (a Derrick May, que pinchaba en la sala de al lado, y a los otros padres del techno de Detroit, les salen sarpullidos cuando se les pregunta al respecto). Claramente era un gui?o muy particular tener en el cartel al alfa y ¨®mega de la electr¨®nica: Kraftwerk y Skrillex. El problema es que ayer hubo m¨¢s propuestas de este tipo (Baauer, Major Lazer¡) , con un car¨¢cter m¨¢s de verbena que de una actuaci¨®n que apele a la inteligencia, a emociones un tanto m¨¢s complejas, como siempre ha hecho S¨®nar. Educando al p¨²blico y forjando a sus propias estrellas, que no jam¨¢s vinieron impuestas por el mercado. Cambia el p¨²blico, la est¨¦tica, la manera de relacionarse, la conversaci¨®n¡ Pero en EE UU el fen¨®meno es imparable y el que quiera pintar algo ah¨ª tiene que subirse a ese carro. Incluso el nuevo disco de Pet Shop Boys (que act¨²an esta noche), producido por Stuart Price, tiene un ramalazo a todo este asunto.
Hasta Richie Hawtin, que cerr¨® a las cinco y media el m¨ªtico escenario de la terraza (el S¨®nar Pub), pareci¨® haberse contagiado de esa poca profundidad con una sesi¨®n de mon¨®tono tech-house con la que present¨® Enter, su proyecto de promotor ibicenco. Le acompa?aron Maya Jane Coles y el espa?ol Paco Osuna. Hasta ese momento, lo mejor de la noche fue el duro y conciso live de Carenn, el d¨²o formado por los productores ingleses Pariah y Blawan, que reivindicaron las esencias de un g¨¦nero que no tiene nada que ver con las modas.
A la una del mediod¨ªa, mucho antes de que aparecieran por ah¨ª el d¨²o de rap JJ Doom o Jamie Lidell, BeGUn, un productor surgido de la fruct¨ªfera escena de Barcelona en los ¨²ltimos tiempos, despleg¨® una mezcla de sesi¨®n de dj con un directo de los temas de San Francisco, su ¨²nico EP. Ingeniero y violinista, lo suyo es una equilibrad¨ªsima mezcla de house y chillwave que funcion¨® perfectamente para meter al p¨²blico todav¨ªa resacoso en lo que vendr¨ªa luego. BeGun confirma el cambio de tendencia en el que anda sumida la ciudad catalana, hasta ahora meca de productores extranjeros: ahora toca exportar. Como el de bRUNA, que ayer tuvo algunos problemas t¨¦cnicos con su complicado directo que no empa?an su enorme talento. Pese al peque?o desastre, el p¨²blico, incre¨ªblemente comprensivo, le aplaudi¨® a rabiar.
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