As¨ª pintaba Vermeer la m¨²sica
La National Gallery de Londres expone la fijaci¨®n del gran genio holand¨¦s con los instrumentos y con el poder evocador y simb¨®lico de sus sonidos en el Siglo de Oro
Johannes Vermeer pint¨® La lecci¨®n de m¨²sica (caballero y dama tocando el virginal) entre 1662 y 1665. Sobre la tapa del instrumento escribi¨® en lat¨ªn que la m¨²sica es compa?era de la alegr¨ªa y b¨¢lsamo contra el dolor, un sentimiento compartido entre las ¨¦lites de la sociedad neerlandesa del siglo de Oro. La m¨²sica serv¨ªa para cerrar un negocio o celebrar un evento familiar. Era la r¨²brica que certificaba que algo positivo hab¨ªa ocurrido o que estaba a punto de suceder. Vermeer, como casi todos sus contempor¨¢neos, dedic¨® una gran parte de su obra a retratar estos delicados ambientes, protagonizados casi siempre por mujeres entregadas a la interpretaci¨®n La m¨²sica era el arte del amor y del ocio y as¨ª lo narra la exposici¨®n con la que la National Gallery de Londres quiere atraer al p¨²blico este verano: Vermeer and music. The Art of Love and Leisure. En torno a cinco obras maestras de Vermeer, el tema se ilustra con unas treinta pinturas de artistas holandeses que se exhiben junto a los instrumentos retratados en los cuadros como aut¨¦nticos protagonistas de la exposici¨®n: virginales, c¨ªtaras, laudes o guitarras preciosamente adornadas se entremezclan con los cuadros para que el visitante pueda compararlos.Tres d¨ªas a la semana, jueves viernes y s¨¢bado, la orquesta de la Academy of Ancient Music intenpretar¨¢ en directo canciones de la ¨¦poca.
?Betsy Wieseman, conservadora de pintura holandesa de la National Gallery y entusiasta comisaria de esta exposici¨®n explica que la M¨²sica esa esencial dentro de la vida de los m¨¢s poderosos, pero que tambi¨¦n lo era en ambientes populares. Para que todo el mundo lo entienda, Wieseman pone el ejemplo del f¨²tbol. "?Conocen alguna familia o casa ajena al f¨²tbol?. Pues en los Pa¨ªses Bajos de entonces ocurr¨ªa lo mismo con la m¨²sica". L
Para contarlo, Betsy Wieseman ha dividido la exposici¨®n en cinco ¨¢mbitos en los que la pintura sirve para constatar la importancia de la m¨²sica en el ¨¢mbito familiar, amoroso y social a trav¨¦s de lienzos de artistas como Gerard ter Borch, Gabriel Metsu, Jan Steen, Pieter de Hooch y Godfried Schalcken.
Pero todo conduce a la sala central en la que se han conseguido reunir cinco obras de Vermeer. Muchas, si se tiene en cuenta que no se le reconocen m¨¢s de 35 y pocas, si se considera que dos de ellas ( dos versiones muy diferentes de una joven tocando el virginal) forman parte de la colecci¨®n permanente de la National Gallery. La lecci¨®n de m¨²sica, procede de la colecci¨®n personal de la reina, Isabel II. El cuarto Vermeer es un ¨®leo de solo 25 por 20 cent¨ªmetros, fechado en 1670 con una joven tocando el teclado del virginal, prestado por un coleccionista privado neoyorkino. Pero la estrella absoluta es la Muchacha tocando la guitarra, pintado hacia 1672 y procedente del Legado Iveagh, de Kenwood House, no expuesto antes al p¨²blico y catalogado por los expertos como una obra a la altura de La encajera o La joven de la perla. "Est¨¢n todos los elementos que hacen ¨²nica su obra", explica Betsy Wieseman. "La guitarra espa?ola significa la fantas¨ªa y los sentimientos amorosos. En el rinc¨®n se apilan unos libros que la chica ha abandonado. Ella est¨¢ mirando a alguien que no aparece en el cuadro pero al que contempla totalmente entregada. Es su profesor y a ¨¦l est¨¢ dedicando la m¨²sica. Los amarillos de oro o los azules de plata cargados de luz son tan soberbios que solo por el colorido, el cuadro ser¨ªa una obra maestra. La amorosa inocencia de la cara de ella es conmovedora". La comisaria destaca un ¨²ltimo elemento m¨¢s dentro del cuadro: el paisaje de Delft, la ciudad natal del artista, que aqu¨ª se utiliza como un homenaje a sus or¨ªgenes y familia. Este cuadro ha sido elegido como imagen de la exposici¨®n para los carteles, banderolas, cat¨¢logos y todos los objeto que atiborran las impecables tiendas del museo.
Al final del recorrido, la ciencia que tanto admiraba Vermeer se pone al servicio de su pintura para adentrarse en sus secretos. Radiograf¨ªas y an¨¢lisis de ¨²ltima teolog¨ªa prueban probar como el artista rectificaba bastantes veces sobre la composici¨®n de sus cuadros, c¨®mo consegu¨ªa sus colores o como jugaba con las formas geom¨¦tricas. Betsy Wiseman recuerda que la geometr¨ªa es una ciencia que ha fascinado a muchos artistas holandeses y que en tiempos de Vermeer estaba ligada a la m¨²sica por los mismos principios cosmol¨®gicos. Los instrumentos de cuerda y sobre todo el clavicordio, le resultaban perfectos para la armon¨ªa de sus comopisiciones. Todo est¨¢ conectado y esta exposici¨®n es ofrece una posibilidad de comprobarlo"
Babelia
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