¡°Siempre soy joven escribiendo¡±
El ¨¦xito de ¡®Obabakoak¡¯, que encumbr¨® a Bernardo Atxaga hace 25 a?os, rompi¨® la barrera de la literatura en euskera
Es curioso. En los ¨²ltimos 25 a?os todos se han confabulado para que Bernardo Atxaga, que al acabar un libro ¡°cierra la carpeta¡±, vuelva una y otra vez al pasado. ¡°El ¨²nico sitio al que debe mirar un escritor es adelante. Si me quedo un domingo a escribir, me parece fant¨¢stico. No sufro, y adem¨¢s siempre soy joven escribiendo. Estoy lleno de energ¨ªa y humor, no me siento diferente que cuando ten¨ªa 30 a?os. Dir¨ªa que me siento m¨¢s ligero que antes¡±.
En estos 25 a?os ha publicado varias novelas y poemarios, pero ning¨²n t¨ªtulo le persigue tan a menudo como el volumen de cuentos que le visibiliz¨® de golpe y con originalidad en las letras espa?olas en 1988, Obabakoak. ¡°Cuando se han traducido a otras lenguas no es tan f¨¢cil desprenderse porque siempre vuelven a preguntarte sobre ellos¡±. Obabakoak fue un fen¨®meno literario teniendo en cuenta que su origen est¨¢ en un universo extinguido, narrado en una lengua minoritaria. ¡°Uno de los secretos del libro es que no est¨¢ ligado a nada hist¨®rico, no hay amarres... es un mundo fuera del mundo¡±, reflexiona en Madrid, horas antes de conversar con la periodista Montse Dom¨ªnguez en la Casa del Lector para festejar los 25 a?os de la obra.
A Jose Irazu Garmendia (Asteasu, Guip¨²zcoa, 1951) pronto le cortej¨® la escritura. Aunque no siempre con igual ¨¦xito. ¡°En el colegio nos dictaban redacciones que yo no aceptaba y me inventaba la m¨ªa. Siempre sacaba la peor nota¡±. Hasta que un d¨ªa se despach¨® con una redacci¨®n sobre La tormenta que era una descarada copia del inicio de La Eneida. ¡°El profesor me puso un seis¡±. Tuvo m¨¢s fortuna a partir de 1988, con aquel libro de cuentos que ya firmaba como Bernardo Atxaga y que significaba, a la vez, la aceptaci¨®n y la explicaci¨®n del mundo, ¡°sin psicolog¨ªa, sin marxismo, lleno de mitos¡±, en el que creci¨®.
Atxaga, que en Bilbao hab¨ªa estudiado Econ¨®micas y se hab¨ªa zambullido en la vanguardia creativa que abrazaron las nuevas generaciones inc¨®modas con la dictadura ¡ªIonesco pasaba la censura sin los contratiempos de Arthur Miller¡ª, hizo un retorno a los or¨ªgenes, a ¡°la Guip¨²zcoa olvidada¡±, movido por la urgencia de ¡°nombrar y definir bien mi lugar natal¡± y zafarse de ¡°aquel ¡®rural¡¯ que tantas connotaciones negativas arrastraba¡±.
En Un lugar llamado Obaba, el texto que acompa?a una edici¨®n especial publicada por Alfaguara, que tambi¨¦n incluye el documental Lugares vac¨ªos, palabras llenas, de Joxeanjel Arbelaitz Irastortza, cuenta el desd¨¦n que inspiraban aquellos ni?os de campo: ¡°Quien no era ¡®borono¡¯ era ¡®aldeano¡¯, ¡®palurdo¡¯ o ¡®cashero¡¯. Estaba adem¨¢s lo del olor: ¡®Hueles a mierda de vaca¡¯, me espet¨® un compa?ero de clase el d¨ªa que ambos chocamos en el campo de balonmano¡±.
De catapulta de la memoria literaria actu¨® una foto, donde los alumnos de la escuela posan en una escalinata. En un extremo, el ni?o de los Irazu con el pelo en pie. En el centro, el ni?o Arregui sobresaliendo, inclinado hacia su derecha para mirar algo. En la imaginaci¨®n de Atxaga hay algo m¨¢s: el lagarto que entra por el o¨ªdo para devorar el cerebro de un compa?ero y un anticipo del futuro. Arregui, miembro del comando Madrid de ETA, morir¨ªa tras 10 d¨ªas en una comisar¨ªa.
En Obabakoak est¨¢ el aroma de lo que luego pudrir¨¢ la violencia y que dar¨¢ lugar a otras novelas de Atxaga: Un hombre solo, Esos cielos y El hijo del acordeonista. Obabakoak es el tiempo de la inocencia antigua, con sus singulares dosis de crueldad y dolor. ¡°Donde los cronistas ve¨ªan una competici¨®n deportiva marginal, un tanto pintoresca, yo percib¨ªa casi siempre un drama: la lucha entre dos j¨®venes que un d¨ªa hab¨ªan sido amigos y que, tras una discusi¨®n sobre cu¨¢l de los dos ten¨ªa m¨¢s fuerza, eran empujados a una competici¨®n en la que se apostaban millones y en la que no sol¨ªan faltar episodios oscuros¡±.
El mundo de ¡®los de Obaba¡¯, que eso significa Obabakoak, lleg¨® en 2011 a Corea, el ¨²ltimo pa¨ªs donde ha sido traducido. Cuando Atxaga lo escribi¨® no pensaba ni ganar el Nacional de Narrativa ni salir de su territorio. ¡°La distancia que hab¨ªa era tan enorme... me parec¨ªa imposible traducirlo al castellano. No hab¨ªa traductores profesionales¡±. ?l hab¨ªa elegido el euskera llevado por su admiraci¨®n hacia Gabriel Aresti, poeta y renovador de la literatura en euskera. Elegir una lengua con pocos hablantes no afecta a la ambici¨®n: ¡°Si un escritor dice que no quiere m¨¢s lectores que los que tiene alrededor de su casa, est¨¢ claro que miente¡±.
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