Dacia Maraini, la escritora que no calla
"La debilidad de la cultura italiana es no haber tejido una red contra la Mafia" "Un escritor debe escribir sobre el mal"
A los 11 a?os, la muerte y Dacia Maraini ya eran parientes. Lo cuenta ella en las primeras p¨¢ginas de Bagheria, un libro que recoge su llegada a Sicilia en 1947 procedente de Jap¨®n, donde su familia hab¨ªa estado recluida en un campo de concentraci¨®n por la negativa de su padre, un brillante antrop¨®logo, a firmar su adhesi¨®n a la rep¨²blica fascista de Sal¨®: ¡°Dos a?os de campo de concentraci¨®n y de guerra. Una traves¨ªa por el oc¨¦ano minado. En la cubierta todos los d¨ªas hac¨ªamos ejercicios para tirarnos ordenadamente al mar, con salvavidas en la cintura, para el caso de que el barco se topase con una mina¡±. De aquel viaje, recuerda la gran escritora italiana, a¨²n conserva una peque?a fotograf¨ªa en la que se ve un trozo de la cubierta azotada por el viento y a una ni?a con un vestido de flores. ¡°Aquella ni?a era yo, llevaba el pelo corto, casi blanco de tan rubio que era, zapatillas de tenis rojas, e iba cogida de la mano de un oficial americano¡±. Han pasado 66 a?os desde entonces, y Dacia Maraini (Fiesole, 1936) sigue navegando, ya por propia voluntad, entre aguas minadas.
¡°Siempre he peleado. Mi escritura viene de una indignaci¨®n clara contra las injusticias. No solo hacia las mujeres, tambi¨¦n hacia la situaci¨®n de las c¨¢rceles, de los manicomios, de los sin techo¡ No se trata de un proyecto pol¨ªtico, pero creo que un escritor debe dedicarse a escribir sobre el mal, no a hacer una exaltaci¨®n del bien. No hay necesidad. Tiene que hablar de los problemas de su pa¨ªs, de las cosas que le ofenden, que le disgustan. Mi escritura viene de ah¨ª, de las ganas de cambiar esa realidad y de la indignaci¨®n frente a la injusticia¡±. Dacia Maraini lo ha hecho escribiendo mucho y de todo. Novelas, poes¨ªa, obras de teatro, guiones de cine, ensayos, art¨ªculos period¨ªsticos. Su obra ha sido traducida a 20 idiomas y, seg¨²n ella misma subraya, el ¨¦xito m¨¢s rotundo le lleg¨® en 1990 con La larga vida de Marianna Ucr¨¬a: ¡°Ahora he estado en Egipto porque se ha traducido al ¨¢rabe por primera vez. Me ha emocionado. Se puede decir que es mi libro m¨¢s afortunado¡±.
Dacia Maraini viaja ahora a Espa?a para presentar la reedici¨®n de ese libro y las traducciones de Bagheria (Min¨²scula) y Amor robado (Galaxia Gutenberg), ocho relatos sobre mujeres que, como ella, luchan hasta el final, sin rendirse. Tambi¨¦n aprovechar¨¢ el viaje para hablar de su gran amigo Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Ostia, 1975), con quien escribi¨® el guion cinematogr¨¢fico de Las mil y una noches. Cada vez que se dirige a alg¨²n lugar, sabe que le preguntar¨¢n tambi¨¦n por su vida con el escritor Alberto Moravia (Roma, 1907-1990) y, sobre todo, por aquel viaje que llev¨® a su familia a Jap¨®n, primero, y al horror del campo de concentraci¨®n, despu¨¦s. En 1938, cuando Dacia solo ten¨ªa dos a?os, sus padres, el antrop¨®logo Fosco Maraini y la pintora Topazia Alliata, decidieron marcharse a Jap¨®n para escapar de la Italia de Mussolini. En 1943, tras negarse a firmar la adhesi¨®n a la rep¨²blica fascista de Sal¨®, Fosco Maraini y su familia fueron conducidos al campo de concentraci¨®n de Nagoya. En alguna ocasi¨®n, Dacia Maraini ha dicho que se ha pasado la vida intentando huir de su infancia, pero ah¨ª est¨¢ siempre, expuesta en las solapas de sus libros o entre las primeras preguntas de los periodistas. La escritora sonr¨ªe, prepara dos tazas de t¨¦ fr¨ªo y se sienta en un sof¨¢ de su casa de Roma, grande y luminosa, llena de libros. ¡°No, no tengo problemas para hablar de mi infancia. Todas las infancias son importantes. En mi caso, el campo de concentraci¨®n signific¨® la experiencia de la muerte. Todos los d¨ªas viv¨ªa la muerte como algo muy cercano. A la noche, me asombraba de estar todav¨ªa viva. Eso, durante dos a?os, se convierte en una experiencia terrible. En primer lugar estaba el hambre. No nos daban de comer. Est¨¢bamos en el esqueleto. En segundo lugar, el miedo. El miedo a que cayeran bombas. Los guardianes, que eran muy s¨¢dicos, nos dec¨ªan cada d¨ªa que, si ganaban la guerra, nos matar¨ªan. Mi padre, que entonces no ten¨ªa ni 30 a?os, sal¨ªa de noche por la ventana, escondi¨¦ndose de los guardianes, para ir a buscar entre la basura cualquier cosa para darnos de comer. El d¨ªa que lo descubrieron, vertieron el pozo negro sobre la basura para que ni siquiera pudi¨¦ramos alimentarnos con los restos de la comida¡±.
Desde el berlusconismo se ha arraigado una cultura de mercadoa cultura de mercado que solo quiere construir al buen comprador
Las primeras p¨¢ginas de Bagheria ¨Cque toma el nombre de una localidad vecina a Palermo¡ª son tambi¨¦n la frontera entre las dos infancias de Dacia Maraini. Un viaje en barco por un oc¨¦ano minado separa el horror del campo de concentraci¨®n japon¨¦s y la belleza, todav¨ªa sin mancillar, de Sicilia. ¡°Era maravillosa. Una tierra limpia sobre un mar limpio. No hab¨ªa casas. La pobreza de despu¨¦s de la guerra era una pobreza digna. Yo llevaba los zapatos remendados cien veces, el abrigo del abuelo¡, pero hambre no hab¨ªa. No com¨ªamos carne, pero s¨ª un poco de verdura, unas patatas. Aquel momento de mi infancia fue muy bonito porque Sicilia era bell¨ªsima. Luego la destrozaron. En solo 15 a?os ¨Centre principios de los cincuenta y 1965¨C destruyeron Palermo. Detr¨¢s estaba la mano de la Mafia¡¡±. Casi por casualidad, como si fuese fruto de su condici¨®n ¨Cla de no mirar para otro lado, la de transitar siempre por oc¨¦anos minados¨C, la conversaci¨®n con Darcia Maraini termina desembocando en aguas procelosas. Y all¨ª donde otros intelectuales suelen frenar y dar un prudente rodeo, la gran dama de las letras italianas se sumerge sin miedo.
As¨ª que, ya puestos, hablemos de la Mafia. ¡°En aquellos tiempos, la Mafia se sent¨ªa, pero no se hablaba de ella. Estaba totalmente prohibido. Ahora al menos se habla, y es mejor, porque si tienes que combatir algo, al menos hay que nombrarlo. F¨ªjese, el conocimiento de la Mafia como organizaci¨®n militarizada ¨Csus sargentos, sus capitales, sus soldados¨C comienza en los a?os setenta a trav¨¦s del primer arrepentido, que se llama Leonardo Vitali. Nadie le crey¨® y lo internaron en un manicomio. Estuvo all¨ª 10 a?os y cuando sali¨® lo asesinaron. Luego lleg¨® Tommaso Buscetta, que era m¨¢s inteligente y a ¨¦l s¨ª le creyeron. Cont¨® cosas interesantes. Dijo que hasta los a?os setenta la Mafia ten¨ªa unas reglas: no se toca a las mujeres, los ni?os, no se trafica con la prostituci¨®n¡ Luego se meti¨® en el tr¨¢fico de droga, gan¨® much¨ªsimo dinero y, dig¨¢moslo as¨ª, perdi¨® el freno. Empez¨® a entrar en las instituciones, a comprar votos, se convirti¨® en una potencia econ¨®mica, sali¨® de Sicilia ¨Cahora hay m¨¢s mafia en Mil¨¢n¨C y ya es un fen¨®meno internacional¡±. Al siguiente torrente de preguntas, Maraini responde r¨¢pida y al coraz¨®n. ?Por qu¨¦ Italia no se libera de la Mafia? ¡°Porque el poder est¨¢ implicado. Tiene viejas relaciones con muchos pol¨ªticos. Toda la Democracia Cristina, los socialistas han estado a veces de acuerdo con la Mafia, y tambi¨¦n Silvio Berlusconi, claramente¡±. Y el mundo de la cultura, ?ha hecho su trabajo? ¡°Solo a veces. Al menos podemos decir que no ha estado coludido por la Mafia. Pero tal vez no haya tomado posici¨®n abiertamente. Sobre todo no lo ha hecho de forma organizada. Y yo creo que esta es la debilidad de la cultura italiana, no haber tejido una red, una colaboraci¨®n. Cada uno hace las cosas solo. Y naturalmente a quien se ha opuesto a la Mafia en solitario lo han asesinado. Periodistas, escritores, intelectuales¡ Tambi¨¦n Roberto Saviano est¨¢ solo¡ No se puede enfrentar a la Mafia, una organizaci¨®n militar, solid¨ªsima, desde la soledad¡±.
Dacia Maraini est¨¢ satisfecha con su trabajo ¨Csu obra literaria, su lucha desde siempre por los derechos de las mujeres¨C, pero profundamente preocupada por la situaci¨®n de Italia. Empezando por la cultura. ¡°Es nuestro petr¨®leo, y lo estamos desperdiciando. Pompeya se cae a pedazos, el Coliseo, las iglesias¡ Todo esto quiere decir que hay una estupidez enorme, un equ¨ªvoco en la clase dirigente que no entiende que nosotros somos la cultura, nuestra historia, la pintura, los museos¡ No hay un pa¨ªs en el mundo que tenga tanto. Ni que lo desprecie de esta manera¡±. Y, fiel a su condici¨®n, se niega a culpar al aire: ¡°La culpa es de la superficialidad y de la mentira. Desde el berlusconismo se ha arraigado una cultura de mercado que solo quiere construir al buen comprador. En vez de al buen ciudadano necesitan al buen comprador. Y el buen comprador no debe elegir sino ser elegido, no debe decidir, no debe tener ideas. Y, sobre todo, no debe tener memoria. De hecho, la cultura del mercado tiende a cancelar la memoria. Por eso creo que los intelectuales son ahora m¨¢s importantes que nunca. Tienen que activar la memoria. El conocimiento ayuda a entender las cosas. Quien no lee los peri¨®dicos y solo ve las televisiones berlusconianas termina crey¨¦ndose, por ejemplo, que Berlusconi es una v¨ªctima de los jueces comunistas. ??Pero c¨®mo alguien puede creer algo as¨ª¡!?¡±.
Cristo supuso una gran revoluci¨®n, pero la Iglesia de Roma ha hecho mucho da?o
Por si con el repaso a la Mafia y a Berlusconi no bastara, Maraini tambi¨¦n pone el foco en la responsabilidad de la Iglesia en la falta de derechos civiles en Italia, sobre todo en aquellos que tienen que ver con la mujer: ¡°No estoy contra la fe o contra el cristianismo, porque pienso que la palabra de Cristo supuso una gran revoluci¨®n, pero la Iglesia de Roma ha hecho mucho da?o. Han impuesto un pensamiento profundamente mis¨®gino. Han borrado a las mujeres de la historia de la Iglesia. Las han convertido en siervas, y punto. En la elecci¨®n del Papa, el enorme mundo de las mujeres de la Iglesia no ha podido decir ni una palabra. La contrarreforma fue el primer gran desastre de este pa¨ªs, y luego ha continuado por el mismo camino¡ Tambi¨¦n Espa?a es mis¨®gina. No tienen al Papa en casa, pero tambi¨¦n all¨ª el catolicismo es muy fuerte. Es una pena, porque Cristo no era mis¨®gino, pero su Iglesia s¨ª. Ha visto a la mujer como el demonio, como el peligro¡ Espero que este Papa consiga cambiar las cosas¡±.
El sol va cayendo sobre Roma, la radio dice que a Berlusconi lo acaban de condenar a siete a?os por abuso de poder e inducci¨®n a la prostituci¨®n de menores y Maraini ¨Ccuyos ojos azules no han perdido la vitalidad de aquella ni?a que cruza el oc¨¦ano camino de Bagheria¡ª recuerda a aquel hombre t¨ªmido con el que viaj¨® una veintena de veces a ?frica, escribi¨® el guion de Las mil y una noches y construy¨® una casa frente al mar de Sabaudia. ¡°Con Pasolini se estaba bien incluso en silencio. Era un hombre cult¨ªsimo, pero no cre¨ªa en la raz¨®n. Cre¨ªa en los sentidos, en el instinto. No cre¨ªa en la historia. Cre¨ªa en la cat¨¢strofe. Hab¨ªa algo de prof¨¦tico en sus poes¨ªas. Para m¨ª, antes que un hombre de cine o un pintor, Pasolini es ante todo un poeta, un gran poeta. Construimos una casa. Pero eso fue en el 73 y ¨¦l muri¨® en el 75¡±.
Su asesinato sigue siendo un misterio. La verdad oficial, como tantas otras veces, result¨® ser mentira. Y la verdad a secas sigue sin conocerse. ¡°Despu¨¦s de 30 a?os¡±, se lamenta Dacia Maraini, ¡°el hombre que se autoinculp¨® ¨Cun menor de edad entonces¨C ha reconocido que no fue ¨¦l solo, que lo chantajearon, que lo obligaron a confesar. Y que todav¨ªa tiene miedo a decir la verdad completa¡±.
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