H¨¦roes
Lo primero que hace Mario Conde al responder es aclararnos que los datos absolutistas sobre su ruina no son exactos, que no lo perdi¨® todo, que le ha quedado patrimonio.
Imagino que la raz¨®n m¨¢s golosa de esa infatigable emisora de publicidad llamada Telecinco para que entrevisten a Mario Conde en la biblioteca de su mansi¨®n gallega y eruditamente rodeado de libros de derecho es la autopromoci¨®n de una miniserie dedicada a su trascendente figura, pero el tr¨¢iler que ofrecen de ella, con actores que buscan no ya el parecido espiritual sino tambi¨¦n f¨ªsico con los personajes reales (que parezcan caricaturas grotescas no es culpa suya), desmiente que la hayan escrito y dirigido Mankiewicz, Wilder o Berlanga. Tal vez aclare el misterio de las viles razones del sistema para destruir al arrogante tibur¨®n blanco, pero la est¨¦tica del producto invita a la huida inmediata.
Y ocurre algo muy gracioso en la entrevista de El gran debate. No recuerdo si es la voz en off del narrador que est¨¢ describiendo el esplendor y el derrumbe de Mario Conde, o bien la de esa cosita entre meliflua y viscosa que responde al nombre de Jordi Gonz¨¢lez, pero esta asegura con tono entre melodram¨¢tico y ¨¦pico que este hombre lo perdi¨® todo. Lo primero que hace Mario Conde al responder es aclararnos que los datos absolutistas sobre su ruina no son exactos, que no lo perdi¨® todo, que le ha quedado patrimonio. Normal. Los leones pueden sentirse derrotados, pero jam¨¢s que les ofrezcan tratamiento de pringaos en su desgracia. La historia y la l¨®gica tambi¨¦n demuestran que ning¨²n multimillonario ha dejado de serlo del todo. Una cosa es el sagrado peso de la ley y el fatal encarcelamiento y otra que la justicia se las ingenie para levantarte toda la pasta que ganaste con el sudor de tu frente.
Est¨¢ claro que la categor¨ªa moral de los grandes hombres refulge cuando les joden su ejemplar existencia. A Luis B¨¢rcenas le ha bastado una semana de reclusi¨®n para que sus compa?eros de trullo, gente no excesivamente letrada pero con exhaustivo conocimiento de las aristas de la vida y de la compleja naturaleza humana, hayan llegado a la l¨²cida conclusi¨®n de que es un h¨¦roe y de que poseyendo esos atributos no se da aires de grandeza. Y regala a sus entra?ables compa?eros pantalones cortos de marca y puros. Porque es as¨ª de colega, sin que nadie se lo exija.
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