Depeche Mode: demasiado viejos para el rock, demasiado j¨®venes para morir
Vigoroso arranque del BBK Live de Bilbao ante un p¨²blico heterog¨¦neo
Woody Allen dijo que la mejor forma de fracasar es intentar agradar a todo el mundo. El BBK Live, sin embargo, lleva camino de probar que se puede seducir a la mayor¨ªa de p¨²blicos potenciales en un festival, por diferentes que sean. El evento ha ido mutando con los a?os hasta convertirse en el campe¨®n de los pesos medios: no es tan mastod¨®ntico como los m¨¢s apabullantes macrofestivales, pero su crecimiento es continuo y parece impermeable a los intempestivos tiempos que vive la m¨²sica en directo en Espa?a. Casi en la misma semana en la que el aparentemente intocable FIB ha tenido que recibir una generosa inyecci¨®n de adrenalina corporativa, el BBK Live se presenta como un festival con salud de hierro, con cabezas de cartel potentes y la muy bilba¨ªna intenci¨®n de llegar a todos los p¨²blicos.
Su f¨®rmula: cuatro escenarios en los que se reparten bandas enormes que trascienden a cualquier p¨²blico especializado, hypes, debutantes sobredimensionados, peque?as joyas de g¨¦nero para los puristas y una dom¨¦stica ¡ªpero nada despreciable¡ª oferta con lo mejor del indie nacional. La mezcla resulta excitante y genera un p¨²blico terriblemente heterog¨¦neo, a base de modernos, rockeros, hipsters, domingueros y bilba¨ªnos de toda la vida, que los hay. Y guiris, muchos guiris. El turismo festivalero siempre funcion¨® en Espa?a, y m¨¢s a¨²n en la misma semana en la que reina San Ferm¨ªn (a menos de 200 kil¨®metros de la capital vizca¨ªna).
En la primera jornada del festival se pudo ver de todo, desde el indie culto de los fascinantes Alt-J hasta el sofisticado rock americano de Edward Sharpe and The Magnetic Zeros, el punk becerro de Billy Talent o el soul genuino de Charles Bradley. Los brit¨¢nicos Editors, una de esas bandas de las que es dif¨ªcil saber si se convertir¨¢n en cl¨¢sicos o si se las tragar¨¢ la historia, precedieron a los enormes Depeche Mode, aut¨¦ntica cabeza de cartel del d¨ªa y, por qu¨¦ no, del festival.
Dave Gahan y Martin L. Gore fueron, a su manera, los Robert Plant y Jimmy Page de los ochenta, reparti¨¦ndose escrupulosamente los papeles de vocalista seductor y compositor principal, creando un t¨¢ndem imbatible. As¨ª se presentaron en el escenario del BBK Live: Gahan, con su arrollador magnetismo andr¨®gino; Gore relegado a un inevitable segundo plano y algo peor tratado por el paso del tiempo. El tercer miembro del grupo, Andy Fletcher, tiene la antig¨¹edad, pero no el carisma del primero ni el talento del segundo, lo que en directo resulta m¨¢s que evidente. Sobre las tablas, Depeche Mode son Gore y, especialmente, Gahan, con sus aires de electro-crooner tatuado y sudoroso, capaz de embelesar por igual a fans y p¨²blico casual.
No es para menos; con 51 a?os, el vocalista toma el control del escenario de forma sobrenatural, con el¨¦ctricos contoneos afeminados y una voz que no ha perdido un ¨¢pice con el paso de los a?os. Entre los dos primeros temas (ambos de su nuevo disco, Delta machine), se quit¨® la chaqueta y empez¨® el despegue. Pero, tras Walking in my shoes?hubo frenazo ¡ªy casi colisi¨®n¡ª en Precious, en el que un problema t¨¦cnico forz¨® a la banda a detener el tema, el concierto y el camino hacia el cl¨ªmax. Bochorno superado; Depeche Mode no sobrevivieron a los ochenta para perder el pulso por algo as¨ª. Precious volvi¨® a empezar y un apote¨®sico Black celebration y Policy of truth devolvieron el concierto a su sitio. Hubo bajada de tensi¨®n, con Gore cantando Higher Love y subida definitiva con los inmortales Enjoy the silence y Personal Jesus.
Seguir en la brecha es dif¨ªcil. Con m¨¢s de 30 a?os a sus espaldas, Depeche Mode siguen sacando discos que se pueden tomar en serio y ofreciendo conciertos que nada tienen que ver con viejas glorias rememorando tiempos pasados. Siguen demostrando, en definitiva, que se puede hacer pop bailable, inteligente y art¨ªstico. Y que se puede hacer en directo, adem¨¢s.
Babelia
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