Los Fuente Ymbro protagonizan un dram¨¢tico encierro
21 personas han resultado heridas como consecuencia de distintos traumatismos sufridos en el s¨¦ptimo encierro. Un mont¨®n de mozos creado a la entrada de la plaza de toros ha impedido la entrada de los animales
La mayor afluencia de mozos que participa en el encierro durante el fin de semana ha estado a punto de provocar una aut¨¦ntica tragedia. Un gigantesco mont¨®n se form¨® justo en la puerta de acceso al ruedo, lo que impidi¨® que pudieran entrar los toros y cabestros que llegaron a toda velocidad y se encontraron una barrera humana en la que se mezclaba la angustia, los aplastamientos y las escenas de p¨¢nico.
Mientras algunos mozos trataban de deshacer el mont¨®n desde el interior de la plaza, los animales, tan sorprendidos y asustados como los humanos, buscaban un hueco entre la muchedumbre sin comprender qu¨¦ estaba sucediendo a su alrededor, pero con la fortuna para todos los corredores de que los animales solo mostraron inter¨¦s por seguir adelante olvid¨¢ndose de quienes le imped¨ªan el paso. En caso contrario, estar¨ªamos hablando ahora de una tragedia de imprevisibles consecuencias.
Pasaban los segundos y continuaba el mont¨®n en una extra?a mezcla de caras de personas aterrorizadas, junto a miradas perdidas de cabestros y toros. Varios toros cansados de empujar sin ¨¦xito al mont¨®n optaron por volver hacia la calle, mientras un toro jabonero se desplom¨®, v¨ªctima, quiz¨¢, de su propia sorpresa.
Alguien tuvo la buena idea de cerrar la puerta que da acceso a la plaza, lo que evit¨® que la manada volviera hacia el vallado de Telef¨®nica y sorprendiera a los viandantes que, ya tranquilos, se dirig¨ªan hacia la plaza.
Mientras el mont¨®n continuaba, un corredor opt¨® por entrar en la plaza reptando entre las cabezas de los j¨®venes atrapados; a rengl¨®n seguido, y cansados ya de esperar, dos cabestros copiaron el m¨¦todo y saltaron por encima de los corredores hasta llegar a la arena, con los consabidos pisotones que recibirieron algunos de los amontonados.
Finalmente, ante el empuje de los animales, atrapados entre el mont¨®n y la puerta cerrada de acceso a la plaza, se abri¨® la puerta del callej¨®n, y por ese estrecho camino pudieron pasar toros y cabestros hasta el ruedo.
A¨²n entonces continuaba el mont¨®n, la angustia, y los desvanecimientos. As¨ª, uno de los mozos, totalmente desmadejado, fue trasladado a la enfermer¨ªa de la plaza, donde fue atendido un numeroso grupo de personas, afectadas en mayor o menor grado por este grave accidente.
Curiosamente, el encierro de los toros de Fuente Ymbro hab¨ªa sido limpio hasta el momento de la llegada a la plaza. Se notaba m¨¢s gente en la calle, como ocurre durante los fines de semana, lo que propici¨® los repetidos atropellos y ca¨ªdas, pero la manada corri¨® compactada sin hacer caso de los mozos.
Uno de los corredores qued¨® encerrado en mitad del grupo de animales en la Cuesta de Santo Domingo y recibi¨® golpes de todos los colores; tres toros tomaron la delantera, y a una velocidad vertiginosa tomaron la calle Mercaderes, aunque ya en la curva de Estafeta fueron alcanzados por el pelot¨®n. Y as¨ª, en ordenada fila, unos juntos a otros para resguardarse de los molestos humanos, llegaron hasta el vallado de Telef¨®nica.
Cuando los primeros corredores y los animales se acercaban a la entrada a la plaza, nadie imaginaba lo que les esperaba unos metros m¨¢s all¨¢. Para sorpresa de todos, una aut¨¦ntica muralla humana -se puede suponer que entre 150 y 200 personas- permanec¨ªa hecha un ovillo imposible de deshacer. Contra el mont¨®n chocaron los primeros animales, asustados ante impedimento tan imprevisto, mientras las caras de los amontonados eran la viva imagen el terror. No debe ser plato de gusto buscar una salida imposible mientras te echa el aliento en la nuca un toro astifino de m¨¢s de 500 kilos. Da miedo solo imaginarlo.
Mientras los servicios m¨¦dicos atend¨ªan a los mozos afectados por el mont¨®n, se conoc¨ªa el parte m¨¦dico del encierro hasta la llegada a la plaza: cuatro heridos por traumatismos y ninguno por asta de toro. Era esta la novena vez que corr¨ªan en Pamplona los toros de Fuente Ymbro y su saldo era de tres heridos por cornadas. Ellos, los animales, han continuado la tradici¨®n; no contaban, eso s¨ª, con la aglomeraci¨®n de corredores, con el gigantesco mont¨®n y el susto may¨²sculo que, ellos tambi¨¦n, se llevaron al cuerpo. Es una pena que no puedan referir tal batallita a sus nietos.
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