Moci¨®n
La sociedad, hastiada de decirse a s¨ª misma que todos son iguales, consolida a quienes deber¨ªa poner de patitas en la calle
Es extra?o lo que est¨¢ pasando. La revisi¨®n de los fraudes financieros ha terminado en un castigo para los ciudadanos honestos y trabajadores, que han visto tambalearse la protecci¨®n a la que aspiraban como premio a su esfuerzo. Es interesante comprobar c¨®mo la protesta y la indignaci¨®n van entregando el poder, all¨¢ por donde estallan, a las fuerzas reaccionarias. El desvelar del enga?o de ciertas inercias neoliberales provoca un castigo ejemplar sobre las ideas progresistas. La decepci¨®n compartida por el oficio pol¨ªtico penaliza a las corrientes renovadoras con deserci¨®n y separaciones, mientras que en el poder asentado se refuerzan los mecanismos de uni¨®n y autoprotecci¨®n.
Por explicarlo con palabras llanas, un contagio de la rabia entre los perros del barrio ha provocado que le maten el canario a muchas familias de la zona. A la hora de la reacci¨®n frente al esc¨¢ndalo de B¨¢rcenas sucede algo parecido. La p¨¦rdida de fuerza moral en la sociedad, hastiada de decirse a s¨ª misma que todos son iguales, consolida a quienes deber¨ªa poner de patitas en la calle y libera de responsabilidad a quienes tienen que asumir sus responsabilidades. Al otro lado, deja a los partidos aspirantes al poder en una especie de pasarela de alta costura donde desfilan mostrando sus andrajos, su desuni¨®n y el desnorte generalizado. Cuando todos son iguales, al paso del tornado solo sobreviven los que tienen el andamio mejor asentado.
La moci¨®n de censura se plantea como un recurso para que el presidente del Gobierno acuda al Congreso antes de salir escopetado de veraneo. Perjudicar¨¢ m¨¢s a quienes lo reclaman, se sostiene. Pero la estabilidad es un valor abstracto. En una situaci¨®n penosa, la estabilidad es la prolongaci¨®n de la pena, no una mejora sustancial. Nadie quiere que B¨¢rcenas se salga con la suya, pero a ver si por empe?arnos tanto en no ceder al chantaje, estamos cayendo en otro chantaje sentimental, el del miedo al miedo. Si el sistema ha consistido en un corrupto engranaje de comisiones ilegales a cambio de concesiones y concursos, curioso ser¨¢ que preservar el sistema nos obligue a dejar de aspirar a la verdad y la justicia, que eran la base esencial del sistema. No es antisistema quien quiere limpiar el sistema, sino exactamente lo contrario.
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