¡°Soy esencialmente verdiano¡±
Rufus Wainright anuncia en el Real que compone otra ¨®pera sobre un espa?ol antes de que existiera Espa?a

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Dice Rufus Wainright que desde sus picores adolescentes, mantiene una relaci¨®n tempestuosa con la ¨®pera. Aun as¨ª, ha llegado a una s¨®lida conclusi¨®n: ¡°Soy esencialmente verdiano¡±.
Eso podr¨ªa traerle muchos problemas dom¨¦sticos. ¡°Mi marido es alem¨¢n y le gusta Wagner. Le entiendo y le respeto...¡±, comenta en un tono tan jocoso como comprensivo. Pero como en cualquier pareja que no quiera tirarse los trastos a la cabeza, siempre cabe un punto de encuentro hasta en un mundo tan de forofos como puede ser el l¨ªrico. ¡°Es Strauss quien nos pone de acuerdo¡±.
Puede que la raz¨®n para su indisimulada ferocidad verdiana fuera el impacto que le caus¨® el primer t¨ªtulo que contempl¨® como espectador en un escenario: Luisa Miller. Pero al hecho de que su debut aficionado tuviera que ver con una obra de Verdi, se une el espejo de lo que para Wainwright representa una carrera ejemplar en la historia de la m¨²sica. Tambi¨¦n el antes y despu¨¦s que supuso para ¨¦l escuchar el R¨¦quiem. Aquello cambi¨® su vida. ¡°Desde ese momento me convert¨ª en otra persona¡±.
El chiquillo, hijo de cantantes folk, hermano de una int¨¦rprete pop, fascinado por el divismo de las grandes figuras ¡ªya fueran Maria Callas o Judy Garland¡ª decidi¨® que lo suyo era el negocio de la m¨²sica.
Pero transversalmente. Sin etiquetas. As¨ª que Rufus pasa con la naturalidad de una sirena con gorro, chaleco y camiseta de gondolero nadando por el olimpo, del pop y el homenaje a los dorados a?os treinta a la ¨®pera, como es el caso de su pieza Prima Donna. Esta va a ser representada, junto a una variada segunda parte con ¨¦xitos de su repertorio, el pr¨®ximo lunes en el Teatro Real.
Las entradas han volado. Y Wainright celebrar¨¢ el d¨ªa 22 su 40 cumplea?os como una diva de las que le gustan: las antiguas. ¡°Creo que en aquel tiempo, en el siglo XIX y principios del XX, los artistas deb¨ªan defender su terreno de manera salvaje y que no les era f¨¢cil mantenerse arriba, ahora, en el mundo del pop, con todo ese colapso de la industria y dem¨¢s, debes sostenerte tambi¨¦n con cierta ferocidad¡±.
La sorpresa esta ma?ana en el teatro Real fue escuchar a Wainright hablar de Prima Donna, homenaje particular del cantante tanto al genio de Callas como a la contundencia de Montserrat Caball¨¦ o Joan Sutherland, como ¡°mi primera ¨®pera¡±. ?Es que hay m¨¢s?... Pues parece que s¨ª, en ciernes y coci¨¦ndose. ¡°Antes de hacer un anuncio oficial, os puedo adelantar que trata de un espa?ol antes de que Espa?a existiera¡±, comenta. Y r¨¢pidamente agrega ese toque Rufus: ¡°Con varios hombres vestidos de mujer¡¡±.
El crooner gay no ha salido demasiado escaldado del mundo de la l¨ªrica como para que se le quiten las ganas de insistir. ¡°Cre¨ª que la cr¨ªtica iba a apu?alarme y acabar conmigo pero algunos me salvaron¡±, asegura. M¨¢s dif¨ªcil es su papel como embajador de los derechos de la identidad sexual por el mundo. Un compromiso que le viene de la infancia. ¡°En mi pubertad me di cuenta de dos cosas. Primero que era gay y luego que los setenta no eran una ¨¦poca muy buena para serlo¡±.
As¨ª que, al son de canciones suyas como Gay Messiah, Rufus predica. En Estados Unidos, en Espa?a, en Am¨¦rica Latina, ahora en Croacia ¡ª¡°aunque los Balcanes son duros para esto¡¡±¡ª, ojal¨¢ alg¨²n d¨ªa en Rusia, espera y en Francia, tierra de sus amores, donde les ha costado entenderle bien como artista. ¡°A pesar de vestirme con estas camisetas tan raras y francesas, no me han aceptado tan f¨¢cilmente¡±.
Estaba all¨ª, en Par¨ªs, cuando la furia de la caverna gala salt¨® en contra de la defensa de los derechos homosexuales. ¡°Fue muy triste, un d¨ªa est¨¢bamos en un bar y entr¨® hasta la polic¨ªa con gases lacrim¨®genos, pero esa misma noche, despu¨¦s de caminar por las calles llenas de destrozos en lo que hab¨ªa sido una jornada deprimente, vi la torre Eiffel, iluminada con unas luces tan gays que pens¨¦, esto no hay quien lo detenga¡±.
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