¡°Yo har¨ªa la Constituci¨®n con un solo art¨ªculo: ¡®No me toques los cojones¡±
Paolo Vasile, consejero de Mediaset Espa?a (Telecinco), se define como "anarquista obediente"
Anda renqueante, el hombre. Tiene una tendinitis en un pie y ayer el juez empapel¨® a su amigo Berlusconi. Paolo Vasile es simp¨¢tico. Tambi¨¦n manipulador con ganas (no le importar¨¢ que se diga: ¨¦l lo confiesa con orgullo en la charla). Aquel d¨ªa, a veces dio la sensaci¨®n de que la tendinitis la ten¨ªa en la cabeza. Pero nos pasa a todos.
Pregunta. Este despacho huele a poder.
Respuesta. Es lo peor que me pod¨ªa decir. Una de las grandes confusiones del mundo es la confusi¨®n entre poder y responsabilidad. Y si me dice que aqu¨ª huele a poder, es que lo estoy haciendo mal. Dir¨ªa que soy un antipoder.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. El poder es el uso arbitrario de posici¨®n dominante. Hablo de todo, tambi¨¦n del ¨¢mbito familiar, no se pueden tener unos principios en casa y otros trabajando.
DNI urgente
Naci¨® en Roma en 1953. Estudi¨® Antropolog¨ªa. Fue productor de cine durante unos a?os. En 1999 fue nombrado consejero delegado de Telecinco. Es el hombre de Silvio Berlusconi en Espa?a.
P. ?Me habla de ¨¦tica?
R. Si usted quiere ponerle una palabra grande a esto¡ Es que yo soy bastante minimalista. Hablo de la forma de ser. Todos tenemos dentro un Mister Hyde, pero yo no soy bipolar. Tengo muchos defectos, pero soy uno, no soy dos.
P. Vasile ?es Jekyll o es Hyde?
R. Noooo¡ Soy Jekyll. Mister Hyde era el malo. Yo soy normal. No s¨¦ si soy bueno o malo. Soy uno. No tengo dos maneras de vivir. S¨ª tengo dos grandes fijaciones: una es mi relaci¨®n con la hipocres¨ªa y la otra es el poder.
P. Ahora me va a decir que le tiene alergia¡
R. Desprecio a los que abusan de una posici¨®n dominante. Y volviendo a lo de antes, en este despacho se toman decisiones. Pero con responsabilidad, no por cojones.
P. Todas esas teles de ah¨ª [el despacho est¨¢ lleno] le dan a usted un aire como de Gran Hermano.
R. Yo no esp¨ªo a nadie, ?eh? Adem¨¢s, estamos descubriendo que el Gran Hermano que hacemos nosotros es una broma con respecto a todo lo que ocurre hoy.
P. Yo me refer¨ªa a Orwell.
R. A m¨ª Orwell me ha marcado la vida.
P. ?Para bien o para mal?
R. Para bien. O sea, para bien¡ por el mal. El tema del Gran Hermano es fascinante. Orwell ya cont¨® en su libro Rebeli¨®n en la granja todo lo que iba a pasar mucho despu¨¦s. Y los concursantes de Gran Hermano saben que les estamos mirando todo el d¨ªa¡ Pero que nosotros ¨ªbamos a ser mirados todo el d¨ªa, eso hay mucha gente que no se lo esperaba.
P. ?Me est¨¢ diciendo que todos somos parte de un Gran Hermano masivo? ?Le molesta la idea del ojo del poder? A ver si va a haber un anarquista en Vasile¡
R. Soy un anarquista obediente.
P. ?C¨®mo se come eso?
R. Ah, lo bueno en esta vida son las contradicciones. Yo tengo mis ideas y en ese sentido soy bastante anarquista. Creo que la constituci¨®n de un pa¨ªs se podr¨ªa hacer con un solo art¨ªculo: ¡°No molestes a nadie¡±. Lo podr¨ªa decir con una palabra m¨¢s coloquial¡
P. No se preocupe, ya la digo yo: ¡°No jodas a nadie¡±.
R. Eso. O ¡°no me toques los cojones¡±. Pero s¨ª: tengo un esp¨ªritu anarquista atemperado por la obediencia. S¨¦ d¨®nde estoy, aunque tengo mis ideas. Pero para trabajar en televisi¨®n, las ideas hay que guardarlas en el maletero del coche. Lo aparcas bajo la ventana, lo miras de vez en cuando y compruebas que sigue ah¨ª y que nadie te ha robado el alma.
Para trabajar en televisi¨®n hay que guardarse las ideas en el maletero del coche¡±
P. Oiga, volviendo a Gran Hermano, el programa. Me acuerdo de que vi el primer cap¨ªtulo con mi madre. Al acabar le pregunt¨¦: ¡°?Y qu¨¦ te ha parecido esto?¡±. Me contest¨®: ¡°Que huele a pies¡±. Y me pareci¨® que ten¨ªa raz¨®n. Igual se lo toma usted como un piropo.
R. Bueno, ese que ha hecho usted es un an¨¢lisis muy concreto de un ambiente. Es un olor a convivencia obligada, como ocurre en el vestuario de un equipo de f¨²tbol. Y Gran Hermano podr¨¢ oler a pies, pero es el ¨²nico producto espec¨ªfico televisivo.
P. ?Qu¨¦ es eso?
R. Eso de lo que tanto se habl¨® en los ochenta, lo espec¨ªfico televisivo¡ Bueno, la televisi¨®n es eso, tele-visi¨®n, dos palabras griegas, ver desde lejos, da a la gente que est¨¢ en casa un prism¨¢tico para ver cosas que no est¨¢n en casa. Y claro, tampoco Gran Hermano se podr¨ªa hacer en un teatro¡
P. No d¨¦ ideas.
R. Desde un punto de vista de lenguaje audiovisual, ese programa marca un antes y un despu¨¦s. Que luego sea bueno o malo...
P. Estoy seguro de que mucha gente no lo confiesa pero lo ve. Yo lo asimilo a una masturbaci¨®n.
R. Todos tenemos la culpa, yo me incluyo, de haber llamado a esto ¡°televisi¨®n comercial¡±, y es una apelaci¨®n despectiva, porque todo es comercial, los coches, los zapatos, los libros, todo se vende.
P. Todo no, aunque mucho s¨ª.
R. Las actividades industriales, todas. Uno que hace at¨²n en lata, lo hace para venderlo, ?no?
P. Parece que s¨ª.
R. Pues la gente no dice ¡°at¨²n en lata comercial¡±. O ¡°EL PA?S, peri¨®dico comercial¡±, tampoco se dice, pero me imagino que el gestor de EL PA?S intentar¨¢ que la empresa siga adelante, ?no?
P. Confiemos en que s¨ª...
¡°Robar es algo que hay que condenar... pero no solo cuando roba el otro¡±
R. De la televisi¨®n hablan mucho aquellos a quienes hemos quitado algo, como los peri¨®dicos. En la tele no hay programas que hablen mal de ellos. Pero en los diarios s¨ª se habla mal de la televisi¨®n. Nos hacen cosas que, si las hici¨¦ramos nosotros, nos matar¨ªan. Bueno, nos matan todos los d¨ªas.
P. El espa?ol ve una media de cuatro horas y media de televisi¨®n al d¨ªa. Eso supone que algunos ver¨¢n 8 o 10.
R. La tele es del telespectador, no nuestra. Mira [agarra hojas con datos de audiencia], esta es la opini¨®n que nos importa. A los que escriben de nosotros, vete a saber qu¨¦ motivos reales les mueven¡
P. Creo intuir lejanamente que no le gusta a usted la cr¨ªtica...
R. Yo digo que la cr¨ªtica tan exasperada de la televisi¨®n es hija de la frustraci¨®n. Pero nosotros no tenemos la soberbia del periodista. Por eso no somos periodistas.
P. ?Y los periodistas de Telecinco?
R. No, son comunicadores.
P. Los informativos de televisi¨®n los hacen los periodistas.
R. No.
P. ?C¨®mo que no?
R. Es diferente. Un informativo no persigue formar opini¨®n. Un peri¨®dico, s¨ª.
P. Ah, la tele no manipula.
R. Somos maestros de la manipulaci¨®n. Pero es un defecto, no la caracter¨ªstica principal.
P. ?La prensa es soberbia?
R. Sin duda. Y de todos los pecados, ese es el que menos le gusta a Dios, porque se le hace directamente a ¨¦l; consiste en decirle ¡°yo soy como t¨²¡±, pero resulta que no eres como ¨¦l. A tomar por culo.
P. Usted estudi¨® Antropolog¨ªa. ?Le ha ayudado eso a entender mejor la existencia de Bel¨¦n Esteban o Lydia Lozano?
R. Ser¨¦ un demagogo, pero la indignaci¨®n de Bel¨¦n Esteban, que no es ni de izquierdas ni de derechas, es la misma que la del movimiento Indignados.
P. ?Los indignados le parecen demagogos?
R. Yo tengo una teor¨ªa: ?cu¨¢nta gente de la que se indigna porque los pol¨ªticos roban¡ roba? Robar es algo que hay que condenar, pero no solo cuando roba el otro. Y no es un tema de cantidad, porque la cantidad viene dada por la posibilidad. Hay quien roba un mill¨®n de euros y otro que roba 10 euros. Para m¨ª es lo mismo.
P. ?Eso lo piensa de verdad?
R. Robar es robar. Robar manzanas para dar de comer a sus hijos puede tener justificaci¨®n, pero no tiene absoluci¨®n.
Babelia
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