Teatro de la resistencia
Los grandes centros teatrales les ignoran, pero ellos no est¨¢n dispuestos a callar Autores y directores han encontrado su hueco en espacios de vanguardia Una dramaturgia estimulante y explosiva que lucha contra su precariedad
Una virgencita, metida en un hueco en la pared, vigila a los 26 espectadores que caben en esta peque?a sala sin ventanas y presidida por un enorme espejo enmarcado en oro. Fotos, cuadritos, l¨¢mparas de ara?a, recuerdos familiares. Todo cabe en este espacio que se est¨¢ convirtiendo en uno de los testigos privilegiados de las propuestas m¨¢s estimulantes y singulares de los nuevos dramaturgos quienes, desamparados por la falta de apoyo institucional y olvidados en la programaci¨®n de los teatros p¨²blicos, han encontrado un lugar en el que mostrar y hacer llegar a la gente toda esa explosi¨®n creativa teatral que se vive ahora en Madrid, algo a remolque de lo que viene pasando hace a?os en Barcelona.
Juan Diego Botto: ¡°Lo que est¨¢ claro es que ahora los que menos pesan en el teatro son la vanguardia¡±
En una calle tranquila del Madrid m¨¢s castizo, en el portero autom¨¢tico de un edificio corriente un simple cartelito ¡ªCasa de la Portera¡ª indica que ah¨ª dentro, en esa min¨²scula vivienda, con la virgencita en una sala y un tel¨¦fono negro colgado de la pared del pasillo, algo m¨¢gico y nuevo encontrar¨¢s. No es el ¨²nico caso en la capital. Desde un tiempo atr¨¢s est¨¢n surgiendo como setas lugares y espacios peque?os ¡ªEl Sol de York, Kubik Fabrik, la sala T¨², el Teatro del Arte, Microteatro por Dinero y muchas m¨¢s¡ª siguiendo el ejemplo de la sala FlyHard en Barcelona o, un poco m¨¢s lejos, la experiencia de Timbre 4, una casa en Buenos Aires, la del dramaturgo Claudio Tolcachir, en la que comenz¨® a mostrar a amigos y conocidos sus propuestas y que, poco a poco, el timbre son¨® tantas veces que las colas en el 640 de la avenida Boedo se hicieron tan largas que lograron crear una compa?¨ªa.
¡°?Por qu¨¦ pensar que el teatro importante, el que m¨¢s cuenta, es el que se est¨¢ haciendo en otro lugar, distinto de aquel en que estamos nosotros haci¨¦ndolo?¡±. La frase del dramaturgo Javier Daulte llena de esperanzas a esta generaci¨®n de j¨®venes, y no tan j¨®venes, que contra viento y marea, con el ¨²nico objetivo de contar sus historias, est¨¢n sacudiendo la escena teatral en Espa?a. Nombres como Jos¨¦ Padilla, Carlos Be, Denise Despeyroux, Paco Bezerra y Pablo Messiez, en Madrid, y Marta Buchaca, Guillem Clua y Marc Crehuet, en Barcelona, vienen demostrando, con tes¨®n y trabajo y sin ning¨²n tipo de ayudas, que tienen muchas cosas que contar y que no est¨¢n dispuestos a bajar del escenario. Hay m¨¢s ejemplos y m¨¢s nombres. Como el del actor Juan Diego Botto, que se har¨¢ cargo de la programaci¨®n de la sala Mirador de Madrid la pr¨®xima temporada, atrapando la explosi¨®n con lo que ¨¦l llama teatro urgente. ¡°Lo que est¨¢ claro es que ahora los que menos pesan en el teatro son la vanguardia. Me apetec¨ªa formar parte de esta explosi¨®n y m¨¢s en el momento social en el que vivimos, en el que hay muchos autores que buscan y est¨¢n encontrando la compa?¨ªa del p¨²blico con historias que hablan de cosas que a todos nos interesan¡±, defiende Botto.
Como la mayor¨ªa de sus compa?eros, Denise Despeyroux, uruguaya de 38 a?os, criada en Barcelona y ahora instalada en Madrid, no puede vivir del teatro. Guiones, trabajos editoriales, series de televisi¨®n, pero tambi¨¦n cuidador de ponis o celador en una cl¨ªnica psiqui¨¢trica, como Carlos Be, han sido y siguen siendo el sustento econ¨®mico de algunos de ellos. La mirada en el panorama teatral, dice Despeyroux, se ha horizontalizado.
¡°Creo que cada vez m¨¢s dirigimos la mirada a nuestros pares. En lugar de mirar en vertical, hacia arriba, hacia aquellos que aparentemente detentan un poder, el de ofrecer o negar ayudas econ¨®micas, espacios o reconocimiento, la mirada se horizontaliza, y pasan a ser nuestros propios pares los que nos hacen sentirnos autorizados, reconocidos, legitimados y, en definitiva, protagonistas¡±.
Despu¨¦s de nueve producciones de obras propias, la ¨²ltima La realidad, una inteligente y brillante apuesta con Fernanda Orazzi como ¨²nica protagonista. Logr¨® el ¡°privilegio¡± de representarse con una m¨¢s que buena acogida del espectador en el teatro Fern¨¢n G¨®mez de Madrid, con toda esa visibilidad que una sala p¨²blica ofrece. Pero su trayectoria est¨¢ en esos espacios alternativos, que son los ¡°¨²nicos¡± que est¨¢n dando oportunidades a autores como ella.
¡°Espero que con el tiempo y esta crisis que descoloca tantas cosas, las fronteras que a veces dividen tan marcadamente el teatro alternativo, el institucional y el comercial se vayan difuminando. Ojal¨¢ podamos tener un teatro comercial cada vez m¨¢s alternativo, en el sentido de singular, estimulante e inteligente, y un teatro alternativo cada vez m¨¢s comercial, en el sentido de que nos resulte a todos cada vez m¨¢s rentable desde el punto de vista econ¨®mico¡±, dice la autora y directora de Un infierno con fronteras, un ins¨®lito y fant¨¢stico juego sobre los psicoanalistas que se represent¨® esta primavera pasada en La Casa de la Portera, el local regentado por Jos¨¦ Martret y Alberto Puraenvidia.
Jos¨¦ Padilla:? ¡°Es determinante que conf¨ªen en nosotros los responsables de las salas alternativas¡±
Un actor, dos, tres como mucho. M¨¢s casi es un lujo. Jos¨¦ Padilla (Tenerife, 1976) ha contado con siete en Sagrado Coraz¨®n 45, una de las obras m¨¢s impactantes de esta temporada, tambi¨¦n en La Casa de la Portera, en la que cada lunes (dos funciones) hab¨ªa lleno total y una lista de espera imposible de atender. Escrita por el propio Padilla y codirigida con Eduardo Mayo, la obra, tres instantes de la vida en una misma casa, se estren¨® el 15 de abril y se prorrog¨® hasta finales de junio. ¡°Para nosotros ha sido determinante que conf¨ªen en nosotros los responsables de estas salas alternativas. No quiero ni pensar c¨®mo ser¨ªa si no existieran este tipo de espacios.
La perspectiva ser¨ªa horrible. No habr¨ªa forma de renovar el teatro, y que no se renueven dramaturgos, autores y actores implica que tampoco se renueva el teatro. Todo esto, a?adido al disparate de la subida del IVA, acabar¨ªa en un desierto en el que solo quedar¨ªa El Rey Le¨®n y poco m¨¢s¡±, asegura Padilla, que critica la programaci¨®n de muchos de los teatros p¨²blicos en Espa?a, que piensan m¨¢s en el marketing que en abrir caminos nuevos. ¡°Con todos mis respetos, no entiendo que se programe en el Espa?ol toda la obra dram¨¢tica de Vargas Llosa. Entiendo que se le represente porque no voy yo a descubrir los m¨¦ritos que tiene Vargas Llosa, pero programar todas las obras, nueve en total, me parece que es fagocitar los recursos de un teatro p¨²blico con un solo autor y que impide dejar espacio a otros¡±, denuncia Padilla, que el oto?o pr¨®ximo realizar¨¢ en una instituci¨®n privada, El Sol de York, una residencia art¨ªstica para investigar y luego estrenar una nueva obra con un grupo de actores.
¡°Este tipo de procesos es el que ten¨ªa que apoyar el sector p¨²blico, que nos tiene completamente abandonados. Existimos, estamos aqu¨ª¡±. Casi un grito de desesperaci¨®n de este hombre que ha vivido, sin embargo, una temporada brillante. Adem¨¢s de Sagrado Coraz¨®n 45 ha visto representar sus dos versiones de Enrique VIII, de Shakespeare, dirigida por Ernesto Arias, y La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, dirigida por Alfredo Sanzol.
Pablo Messiez: ¡°Veo una enorme desorientaci¨®n en los grandes teatros, atemorizados, sin querer saber nada de riesgos¡±
Menos mal que a Carlos Be le queda Praga. Otro ejemplo de medio exilio de talentos. Este autor, nacido en Vilanova i la Geltr¨² en 1974 y que abandon¨® a un a?o de licenciarse la carrera de Medicina para dedicarse al teatro y crear su propia compa?¨ªa The Zombie Company, vive a caballo entre Madrid y Praga, donde en estos momentos est¨¢ escribiendo tres textos que se estrenar¨¢n la pr¨®xima temporada: Autostop (para el teatro Lara), otra obra para La Casa de la Portera y una versi¨®n a partir del Fausto de Goethe, que se estrenar¨¢ en Bogot¨¢. Be resalta la nula ayuda institucional para su compa?¨ªa en contraste con la que sus tres montajes est¨¢n recibiendo en Praga.
¡°Quiz¨¢s en Espa?a sea algo dif¨ªcil de comprender, pero en la Rep¨²blica Checa es muy palpable entre los profesionales del teatro porque su verdadero motor no habla de triunfos sino de felicidad. En Praga, la calidad es un medio, no un resultado¡±, asegura el autor de Elep¨¦ y La pecera, las dos estrenadas en Madrid. Para Be, los escenarios en Espa?a son el reflejo del estado cultural de un pa¨ªs y las ganas de creatividad, ah¨ªnco y voluntad, que chocan con esas puertas cerradas del llamado ¡°gran teatro¡±. ¡°Sin la ayuda de este tipo de salas mi trayectoria y la de la compa?¨ªa habr¨ªan seguido otros derroteros bien distintos. Generalmente, quienes llevan estos espacios son tremendamente generosos y luchadores. Les une un frente com¨²n que es el de satisfacer al p¨²blico con propuestas interesantes, pero nunca gratuitas. Saben que no se la pueden jugar con supercher¨ªas como los teatros subvencionados¡±.
Lo que le obsesiona a Pablo Messiez, argentino de 39 a?os, son las palabras. Esas palabras ¡ª¡°elegidas responsablemente¡±, dice¡ª que explosionan en las cuatro obras (Los ojos, Las criadas, Ahora y La muda), que desde su llegada a Madrid, en 2008, ha conseguido estrenar y que le apuntan ya como una de las voces m¨¢s estimulantes del teatro en espa?ol. ¡°Mi mundo es un mundo de relatos que necesitan intimidad, un lenguaje que no se parece al que se puede ver en un aforo de 500 personas¡±. Por supuesto que le gustan los espacios grandes, pero ante la falta de ellos y la precariedad en las producciones, Messiez, ya definitivamente asentado en Espa?a, escribe pensando en ese teatro peque?o, simple, cotidiano, brillante.
¡°Es la necesidad de contar cosas la que nos ata al teatro. Llevo casi cinco a?os aqu¨ª y nunca hab¨ªa visto esta explosi¨®n de creatividad alejada de los grandes centros. Veo una gran vitalidad en espacios peque?os y una enorme desorientaci¨®n en los grandes, atemorizados y que no quieren saber nada de riesgos¡±, asegura Messiez, sentado frente a una coca-cola en el caf¨¦ del Espejo de Madrid. Y cuando habla de riesgos se refiere a aquellos que buscan la renovaci¨®n de nombres y autores, de responsables teatrales capaces de no ir siempre a lo seguro, de indagar y dar voz a los que quieren contar las cosas como sea. Pero, como buen argentino, sabe de crisis y su mirada es m¨¢s que optimista.
¡°Las crisis econ¨®micas solo sirven y son buenas para una cosa: para preguntarnos qu¨¦ deseo y necesidad tenemos de escribir, sin romanticismos¡±. Pero algo de romanticismo hay, aunque sea una gota, en la nueva propuesta que Messiez ensaya estos d¨ªas en Madrid y para la que necesita, esta vez s¨ª, un espacio grande. Su t¨ªtulo, ya era hora, Las palabras, es una historia de amor hablada en verso. ¡°Es mi peque?o homenaje a la poes¨ªa, tratar de decir lo indecible¡±. Las palabras, que se representar¨¢ por primera vez a principios de octubre en Avil¨¦s, est¨¢ a la b¨²squeda de espacio para su estreno comercial. ¡°Me est¨¢ costando horrores conseguirlo. Parece que hay inter¨¦s, pero no se concreta nada¡±.
El que no busca espacios ni teatros ni escenarios grandes o peque?os es Paco Bezerra, almeriense de 35 a?os, premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica en 2009 por Dentro de la tierra, un thriller rural sobre los invernaderos del Sur. Lo de Bezerra, aunque de sus labios ha salido alguna queja por la falta de escenarios para algunas de sus obras ¡ª¡°las obras de dramaturgos j¨®venes y con pintas no interesan¡±, ¡°para que te escuchen tienes que tener barba y barriga¡±¡ª, est¨¢ en el papel. ?l, con todas las obras escritas publicadas, lo que ya es todo un hito en la literatura dram¨¢tica, nunca ha escrito para ning¨²n montaje, ni grupo, ni sala.
¡°Yo escribo literatura dram¨¢tica. La obra de teatro para un dramaturgo no existe. Solo las palabras. No escribo necesariamente para que mi obra se represente. ?Que se lleva al teatro?, ?fenomenal! ?Qu¨¦ no?, pues ah¨ª est¨¢ el libro. Mi trabajo est¨¢ en el libro. No tengo control sobre la puesta en escena de mis obras ni lo quiero¡±, dice seguro y poderoso. Pero ah¨ª est¨¢ el montaje de Grooming, que eligi¨® nada m¨¢s y nada menos que Jos¨¦ Luis G¨®mez para dirigirlo en el Teatro de La Abad¨ªa, o la m¨¢s reciente, Ahora empiezan las vacaciones, adaptaci¨®n de la obra de Strindgberg, El pel¨ªcano, con un humor negro, corrosivo y duro, y que se incluy¨® en la programaci¨®n de La Casa de la Portera y que el pr¨®ximo 6 de septiembre se estrenar¨¢ en Montevideo con la Comedia Nacional de Uruguay. ¡°Me siento satisfecho con que se complete el ciclo de mi escritura, pero si pienso en la escena me coarta mi creatividad y libertad. Adem¨¢s, creo que el teatro no avanza si se piensa todo el rato en la escena¡±, dice Bezerra a quien le gusta m¨¢s leer teatro que verlo. ¡°Yo morir¨¦ y mis textos quedar¨¢n¡±.
En pleno Raval de Barcelona, en ese jard¨ªn g¨®tico que alberga la Biblioteca Nacional de Catalunya, se han dado cita tres conocidos del mundo de la escena, Guillem Clua, Marta Buchaca y Marc Creuhet, que esta temporada han visto relucir sus nombres en oro, como sus obras, a reventar de p¨²blico, han pasado de las salas alternativas a los grandes centros. No es nuevo esto en Barcelona. Ni tampoco son meros debutantes. La capital catalana lleva ya mucho camino recorrido en esta b¨²squeda de nuevas voces en teatro. Las flores salen cuando hay alguien que las riega. Y el agua en Barcelona ha salido de varias mangueras, como la del trabajo obsesivo e indesmayable de la Sala Beckett, fundada por Sanchis Sinisterra, y aut¨¦ntico semillero de la dramaturgia en catal¨¢n o de salas como la FlyHard o el Espai Brossa, indispensables para dar visibilidad a los que est¨¢n tocando la puerta de los teatros.
Una mezcla de talento y medios que el espectador ha acogido con pasi¨®n. Es el caso de Litus, la sexta obra de Marta Buchaca (Barcelona, 1979), que convoca a unos amigos en torno al aniversario de la muerte de un m¨²sico de rock que dej¨® cinco cartas sin leer. Litus se represent¨® dos meses en la FlyHard para pasar luego al Lliure. ¡°Estamos como en Argentina hace a?os. Levantar un proyecto es muy complicado. Los medios que ten¨ªa hace a?os me parecen ahora ciencia ficci¨®n. En el caso de Catalu?a nos ha costado a?os demostrar a los productores que pod¨ªamos llenar un teatro¡±, lamenta Buchaca, quien califica de ¡°triste¡± lo que est¨¢ pasando en los teatros p¨²blicos que no se atreven a dar el paso de abrir sus espacios a otras voces.
Guillem Clua: ¡°La obligaci¨®n de un teatro p¨²blico es cuidar de su gente y no perpetuar la precariedad¡±
Guillem Clua, con 40 a?os reci¨¦n cumplidos, rechaza el calificativo de ¡°nuevo¡±. ¡°Quiz¨¢s lo somos a nivel de p¨²blico porque no se nos conoce demasiado, pero estamos en la primera fila hace mucho tiempo¡±. Es precisamente en el p¨²blico en el que conf¨ªa Clua para salir de ese anonimato y poder pisar con orgullo y decisi¨®n aquellas salas que ahora se les niega. ¡°La obligaci¨®n y prioridad de un teatro p¨²blico es cuidar de su gente y no perpetuar la precariedad en la que estamos cayendo¡±. Su obra Smiley, una comedia gay con dos actores, alegre y optimista, tambi¨¦n realiz¨® el camino desde la FlyHard al Teatre Lliure, con un taquillazo en torno a los 15.000 espectadores.
Clua defiende con ardor que el teatro entre Madrid y Barcelona debe viajar m¨¢s y mejor, que la dramaturgia entre ambas ciudades no puede ser algo ajeno. De esto sabe algo Marc Crehuet, cuyo viaje del norte al centro, de Barcelona a Madrid, no pudo ser m¨¢s bonito. Crehuet (Santander, 1978) no sali¨® de su asombro cuando le llamaron del Lara en Madrid para representar en el hall del teatro El rey tuerto, su segunda obra, y otro triunfo en la FlyHard de Barcelona esta temporada. Las entradas de los cuatro d¨ªas para ver El rey tuerto, una comedia negra, mezcla de ir¨®nica cr¨ªtica a la situaci¨®n actual y pat¨¦tico encuentro entre un polic¨ªa antidisturbios y un joven al que dej¨® tuerto en una manifestaci¨®n, se pudo ver en el Lara, con un aforo de unas cien personas, se hab¨ªan agotado con bastante antelaci¨®n. El rostro de satisfacci¨®n de Creuhet, en la noche madrile?a, no ocultaba su preocupaci¨®n por el anquilosamiento del teatro oficial. ¡°Siempre son los mismos. Hay gente de mi generaci¨®n que no va al teatro. Tenemos que conseguir nuevo p¨²blico porque las salas oficiales est¨¢n muy alejadas de la calle. No conf¨ªan en nosotros. No somos adolescentes¡±.
Pues les tendr¨¢n que o¨ªr y que ver y que festejar. Como se rindieron ante La funci¨®n por hacer, la obra dirigida por Miguel del Arco y producida por Aitor Tejada, de Kamikaze Producciones. ¡°S¨ª se puede¡±. El lema que llev¨® a la presidencia de Estados Unidos a Barack Obama sirve tambi¨¦n para seguir el ejemplo de esta obra, que comenz¨® como experimento en un garaje, salt¨® al Off del Lara y ya es sin duda uno de los hitos teatrales de los ¨²ltimos a?os.
La explosi¨®n est¨¢ aqu¨ª y todo el mundo la aplaude. Pero, ?ojo!, el fogueo de estas nuevas voces no se puede quedar en eso. Como asegura Aitor Tejada, la industria tiene que apoyar a esta nueva generaci¨®n y no perpetuar su precariedad. ¡°La puerta no puede permanecer m¨¢s tiempo cerrada¡±.
Sue?o com¨²n
Qu¨¦ est¨¢ sucediendo en el sector teatral que, seg¨²n algunas fuentes, tiene un 90% de paro, donde las producciones son cada vez m¨¢s escasas, m¨¢s peque?as y con menos capacidad para sobrevivir. Donde las giras son casi una entelequia. En el que baja el n¨²mero de espectadores y cierran muchas salas de exhibici¨®n. Donde los teatros institucionales y privados acuden a reposiciones de producciones anteriores. Donde el 21% de IVA causa estragos en la taquilla y la inversi¨®n de dinero p¨²blico es cada vez menor¡ Qu¨¦ sucede en este sector, ninguneado por el ministro de ¡ªno s¨¦ si de deportes, de cultura ya te digo yo que no¡ª para que, sin embargo, hayan surgido en poco tiempo un buen n¨²mero de creadores que han servido como revulsivo del panorama teatral. Pues francamente, no tengo ni idea. La coyuntura invita a hacer las maletas y marcharse (muchos lo han hecho) a hacer compa?¨ªa a los cient¨ªficos e investigadores que huyen de forma masiva de nuestro pa¨ªs. Lanzo una teor¨ªa: ?ser¨¢ que nos hemos impuesto la autoexigencia? Esperamos poco de la clase pol¨ªtica (y digo poco por no cerrar del todo la puerta. Soy un tipo optimista). Qu¨¦ se puede esperar de ellos cuando no son capaces de apartar el partidismo, el cortoplacismo y ponerse las gafas de visi¨®n de Estado para consensuar algo tan fundamental como una ley de educaci¨®n. El teatro, por el contrario, para que est¨¦ vivo, debe ser un espacio de di¨¢logo y encuentro entre seres humanos. Sus profesionales tienen la obligaci¨®n de entenderse para despu¨¦s hacer extensible esta experiencia al p¨²blico. Un p¨²blico que, a pesar de las dificultades, sigue acudiendo para celebrar con nosotros este espacio de libertad. Ahora que estoy preparando un nuevo trabajo con mi compa?¨ªa, encontrando todo tipo de problemas, me fuerza a seguir adelante la alegr¨ªa del equipo. El compromiso de los profesionales que me rodean para sacar adelante un sue?o com¨²n. Resistamos compa?eros. Seamos exigentes. Estrictos con nuestro sentido de la responsabilidad. A lo mejor conseguimos que se les pegue algo.
Miguel del Arco es autor y director teatral.
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