Un mi¨¦rcoles en M¨¦xico
Un buscador de libros de M¨¦xico D.F., ayuda al escritor a encontrar el 'Informe contra m¨ª mismo'
Tengo un amigo en M¨¦xico, Sanseverino, a quien acudo siempre para buscar libros que no se consiguen. Como vive en el monstruoso y magn¨ªfico Distrito Federal, DF, cada vez que me agobia la ausencia de alguna edici¨®n mexicana que no encuentro en Espa?a ni en el resto de Am¨¦rica, le escribo para que me ayude. As¨ª he hallado tesoros como Laurel,antolog¨ªa de la poes¨ªa moderna en lengua espa?ola, esa maravilla publicada en 1942 por S¨¦neca (la editorial de Bergam¨ªn y del exilio espa?ol) y en la cual por peleas de poetas est¨¢n Juan Ram¨®n y Borges, pero no est¨¢ Neruda, y lo m¨¢s estupendo es que su ausencia no se nota, pues la suplen Machado, Barba Jacob y Unamuno. En fin, libros as¨ª son los que me consigue Sanseverino, libros raros e importantes donde la poes¨ªa y la pol¨ªtica entran en disputa.
Pues bien, hace poco me entr¨® el ataque por leer el Informe contra m¨ª mismo de Eliseo Alberto, otro libro en el que la literatura y la pol¨ªtica son protagonistas, pues en ¨¦l el hijo de Eliseo Diego denuncia muchos absurdos del r¨¦gimen cubano, entre c¨®micos y tr¨¢gicos. El libro no deber¨ªa ser raro, pues se imprimi¨® en M¨¦xico hace apenas 16 a?os, pero lo es, o al menos yo no he podido encontrarlo en ninguna de las librer¨ªas de viejo que frecuento por todo el continente (ni en Buenos Aires ni en Santiago ni en Quito hab¨ªa podido hallarlo), as¨ª que acud¨ª al que es siempre mi ¨²ltimo recurso: Sanseverino.
¡°Te lo tengo, pero no sabes lo que me ha costado. Y tampoco te imaginas lo que me ha dado. Te lo tengo, pero no te lo tengo. Abrazos, Sanseverino¡±. Este fue el primer mensaje que recib¨ª de ¨¦l, bastante ambiguo, el mi¨¦rcoles 10 de julio del presente a?o, enviado de af¨¢n desde su m¨®vil. Al otro d¨ªa me explic¨® lo sucedido: ¡°Cuando llegu¨¦ al Burro Culto, mi librer¨ªa secreta en la Colonia Condesa, Max Ramos, el librero, no hab¨ªa abierto todav¨ªa, pero en el patio del conventillo hab¨ªa una muchacha venezolana bell¨ªsima, de nombre Maruela, que estaba esperando tambi¨¦n a que abrieran. Es curioso, cuando nos presentamos yo insist¨ªa en decirle a ella Manuela, y ella insist¨ªa en llamar la librer¨ªa el Burro Oculto. Mientras aclar¨¢bamos estas dudas fon¨¦ticas lleg¨® Max. Y aqu¨ª viene la gran coincidencia: ?Ella y yo est¨¢bamos buscando el mismo libro, aunque yo por tu cuenta: Informe contra m¨ª mismo, de Eliseo Alberto!¡±.
Encontr¨¦ el libro antes que Maruela.Y anoche dorm¨ª (o mejor, no dorm¨ª) con ella
¡°Max es un hombre joven, de perilla y pelo muy negros, al mismo tiempo adusto y risue?o, y al ver la coincidencia nos dijo: ¡®S¨¦ que tengo el libro, pero en un ¨²nico ejemplar. El primero que lo encuentre se lo lleva¡¯. Maruela y yo nos miramos con falso odio, con un odio te?ido de simpat¨ªa y de complicidad ¡ªesas cosas se sienten¡ª. Tengo que decirte que la competencia fue desleal; yo voy casi todas las semanas al Burro Culto, y en cambio para Maruela esta era la primera vez; quiero decir que yo sab¨ªa en cu¨¢l de las salas de la librer¨ªa buscar. Y efectivamente, despu¨¦s de menos de diez minutos, ya ten¨ªa en mis manos el libro, tu libro¡±.
¡°Me le acerqu¨¦ a Maruela por la espalda, para confesarle mi hallazgo. No pod¨ªa estar m¨¢s despistada; se hab¨ªa concentrado en el cuarto de la cama con dosel (siempre en una librer¨ªa de viejo que se respete debe haber una cama, y ojal¨¢ muy grande), que lo ¨²nico que tiene es literatura er¨®tica. La pobre estaba mirando viejos tomos de La sonrisa vertical, imag¨ªnate. ¡®Maruela, lo siento, ya lo encontr¨¦¡¯, le dije. Se gir¨®: ¡®?Mu¨¦stramelo!¡¯. Se lo pas¨¦. ¡®?Pues no te lo devuelvo, es m¨ªo; puedes pedirme a cambio lo que quieras y te lo concedo, pero el libro es m¨ªo!¡¯. Eso me dijo, desparpajada en el robo y en el ofrecimiento. No quiero entrar en detalles, H¨¦ctor, porque los caballeros no tienen memoria. Solo te digo que en el cuarto de la inmensa cama, mientras Max le¨ªa en la habitaci¨®n en penumbra donde le gusta leer, bajo un solo bombillo, nos dimos un primer beso. Y anoche dorm¨ª (o mejor, no dorm¨ª) con ella. As¨ª pues que, aunque te encontr¨¦ el libro, e incluso lo pagu¨¦, ya no podr¨¦ mand¨¢rtelo. Te lo seguir¨¦ buscando. Si cada encargo tuyo me depara sorpresas as¨ª, te estar¨¦ agradecido toda la vida. Un fuerte abrazo y no me envidies mucho, que la envidia sube la bilirrubina y es da?ina para el h¨ªgado, Sanseverino¡±.
Nadie es extra?o en la Red, y menos con ese nombre. Busqu¨¦ a Maruela, venezolana, y entre Facebook y Twitter no solo vi sus fotos (hermosas, ay) sino que conoc¨ª algunos de sus secretos. La muchacha hace una tesis en ciencias pol¨ªticas sobre la Cuba de los a?os ochenta y para ella el libro de Lichi es fundamental. Tal vez alg¨²n lector generoso, alguna lectora inquieta, sepa encontrar otro ejemplar del Informe contra m¨ª mismo para m¨ª.
H¨¦ctor Abad Faciolince, escritor colombiano. Su ¨²ltima obra es Testamento involuntario.
Babelia
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