Novelas de protecci¨®n oficial
La literatura pone rostro humano a las estad¨ªsticas Es muy ¨²til leer un informe municipal sobre ricos y pobres junto al libro autobiogr¨¢fico de Jorge Javier V¨¢zquez
¡°La novela¡±, escribi¨® Balzac, ¡°es la historia privada de las naciones¡±. Solo por eso ser¨ªa bueno que leyeran novelas aquellos que ¡ªaunque partidarios de privatizarlo todo¡ª se pasan el d¨ªa perorando sobre ¡°esta gran naci¨®n¡± (Rajoy) o ¡°en t¨¦rminos de pa¨ªs¡± (Mas) como si fuera el paso previo a hablar de esta gran especie o en t¨¦rminos de mam¨ªfero. Si a nuestros gobernantes el tiempo no les da para novelas, al menos estar¨ªa bien que leyeran la prensa cuando no habla de lo que ellos dicen, sino de las consecuencias de lo que hacen.
Un caso pr¨¢ctico: en enero pasado se public¨® un estudio del Departamento de Estad¨ªstica del Ayuntamiento de Barcelona sobre la distribuci¨®n de la riqueza en la ciudad hasta 2011. La periodista Clara Blanchar abr¨ªa as¨ª la informaci¨®n que apareci¨® en este diario: ¡°La brecha que separa el barrio m¨¢s rico de Barcelona del m¨¢s pobre no solo se agranda en los extremos: entre Pedralbes (con una renta de 241 sobre 100) y Can Peguera (de 34, siete veces menos). La diferencia afecta al resto de la ciudad. Desde 2008, pese a la dura crisis, todos los distritos que est¨¢n por encima de 100 han visto aumentar su riqueza, mientras que los ingresos han ca¨ªdo en los que est¨¢n por debajo¡±. En la misma informaci¨®n, la presidenta de la Federaci¨®n de Entidades de Acci¨®n Social, Teresa Crespo, apuntaba la necesidad de ¡°mirar el detalle de las cifras, m¨¢s all¨¢ de la gen¨¦rica ca¨ªda del PIB de un pa¨ªs o regi¨®n¡±. Pese a que los detalles son cosa de novelista, su conclusi¨®n tra¨ªa poca literatura: ¡°Los pobres cada d¨ªa son m¨¢s pobres y los ricos, m¨¢s ricos¡±. No sabemos si, como la alegr¨ªa, el derecho a decidir va por barrios, pero aquellos n¨²meros demuestran que si levantas la alfombra de la diversidad te encuentras con el barrido de la desigualdad. Hasta el ¡°expolio fiscal¡± est¨¢ mal repartido.
Bajo la alfombra de la diversidad se esconde el barrido de la desigualdad
Si nuestros timoneles ya han le¨ªdo el informe, podr¨ªan completarlo con dos libros que no les robar¨¢n mucho tiempo: tienen poco m¨¢s de 100 p¨¢ginas. Aunque sus escenarios no aparec¨ªan en ella, era imposible leer la estad¨ªstica sin recordar esas dos obras, publicadas apenas meses antes y que podr¨ªamos encuadrar en eso que llaman ¡°literatura de los bloques¡± (eufem¨ªsticamente, viviendas de protecci¨®n oficial). El primero se titula La vida iba en serio (Planeta) y lo firma Jorge Javier V¨¢zquez. El presentador de televisi¨®n ¡ªs¨ª, es ¨¦l¡ª narra en esa novela autobiogr¨¢fica su infancia en San Roque, ¡°uno de los barrios con peor fama de Badalona¡±. Para el protagonista es la liberaci¨®n abandonar el piso familiar de 50 metros cuadrados en el que viven cinco personas y, de paso, una escalera en la que ¨¦l es ¡°el marica¡± igual que otros son ¡°el borracho¡± o ¡°el drogadicto¡±. De aquel armario de hormig¨®n saldr¨¢ para trabajar en la sede madrile?a del Pronto despu¨¦s de estrenarse firmando refritos con los nombres de George Scott, H¨¦ctor Banderas o Giorgio Coletti seg¨²n le tocase escribir sobre Hollywood, Miami o San Remo. Aunque V¨¢zquez idealice las calles de Madrid o renuncie a la literatura en las escenas sexuales, su libro retrata bien el miedo a la cerraz¨®n de los que le rodeaban de cerca y al clasismo de los que le rodeaban de lejos. No es casual que entre sus vecinos se valorase menos entrar en la universidad que en una discoteca de la pij¨ªsima calle de Prim.
El protagonista de Jorge Javier V¨¢zquez podr¨ªa, para entendernos, ser hijo de algunos personajes de Mars¨¦, el gran cronista de una Barcelona que durante la posguerra tuvo la periferia incrustada en el centro. Su madre, ¡°la zurcidora¡±, es, de hecho, todo un car¨¢cter, alguien que tampoco desentonar¨ªa en las p¨¢ginas del segundo de los libros que convendr¨ªa leer al lado del informe municipal de enero: Paseos con mi madre (Tusquets). Sin olvidar que ¡°la gente que lleg¨® de los lugares m¨¢s pobres de Espa?a est¨¢ cediendo su hueco a los que llegan de los lugares m¨¢s pobres del mundo¡±, Javier P¨¦rez And¨²jar vuelca en ¨¦l la memoria antiheroica de Sant Adri¨¤ del Bes¨°s, frontera de una Barcelona repeinada que ¡°tiene el Mare Nostrum y levanta un Maremagnum para taparlo¡± ¡ªel World Trade Center llegar¨ªa luego¡ª y que si ¡°visita¡± a sus vecinos es para ¡°plantarles una incineradora¡±.
La realidad tozuda de la vida privada afea mucho cualquier eslogan
Entre la geograf¨ªa y la historia, las dos de andar por casa, Paseos con mi madre recuerda tambi¨¦n a los que batallaron por conseguir un ambulatorio, una plaza o una parada de autob¨²s para ir a trabajar sin tener que cruzar de madrugada los descampados que separaban el barrio de los transportes p¨²blicos. Hay gente que piensa, avisa And¨²jar, que las paradas de autob¨²s y los ambulatorios los pone la naturaleza, ¡°como las hierbas o los saltamontes¡±, pero, aclara, ¡°los pone la pol¨ªtica¡±. Los pone y los quita (o los recorta). Esa pol¨ªtica que envuelve las tijeras en la bandera y a veces se entretiene so?ando con la patria. Acaso porque rima con patrimonio. Por algo la llaman pol¨ªtica conservadora. Lo raro ha sido la entrada en el juego de aquellos que dec¨ªan defender el progreso, la igualdad, esas cosas. Tambi¨¦n en eso el ¡°Estado espa?ol¡± is different.
El d¨ªa que alcancen el uso de raz¨®n aquellos ciudadanos para los que Franco no sea ni un recuerdo de infancia de sus padres, habr¨¢ que explicarles el extravagante mecanismo por el que sus mayores se convencieron de que un obrero de la Seat de Martorell tiene m¨¢s que ver con un banquero de Sabadell que con un obrero de la Renault de Valladolid. Es decir, alguien tendr¨¢ que explicar c¨®mo el antifranquismo dio carta de naturaleza a ese ox¨ªmoron llamado nacionalismo de izquierdas, un fen¨®meno basado en olvidar que a la sedicente izquierda le preocupaba menos el lugar en que uno vive que sus condiciones de vida. En el fondo, se entiende: la realidad tozuda de la vida privada afea mucho cualquier eslogan. Solo sirve para escribir novelas.
Babelia
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