Terapia porte?a multifamiliar
La fundaci¨®n Mar¨ªa Elisa Mitre re¨²ne a unas 70 personas para resolver conflictos personales
En Buenos Aires, el que m¨¢s y el que menos tiene alguna cita a la semana con el div¨¢n. Y casi nadie se molesta en ocultarlo. El fen¨®meno recuerda a aquel Madrid donde a las ocho de la tarde o dabas una conferencia o te la daban. Lo que no es tan frecuente es que en ese div¨¢n quepan 60 personas. La Fundaci¨®n Mar¨ªa Elisa Mitre viene celebrando desde hace varios a?os cada jueves lo que se conoce como terapias de psicoan¨¢lisis multifamiliar. La premisa es sencilla: ¡°Poder pensar entre todos las cosas de la vida que no se pueden pensar solo¡±. Y sus sesiones pueden complementarse con las terapias individuales, no son excluyentes.
La reuni¨®n comienza los jueves a las ocho de la noche y termina a las diez. Cuesta 25 pesos (3,5 euros por persona) asistir. No hay un div¨¢n para tantas personas, pero s¨ª 70 sillas dispuestas en tres o cuatro c¨ªrculos conc¨¦ntricos. Y el ambiente es tan relajado, la gente se siente tan en casa, que a veces alguien se entrelaza las manos detr¨¢s de la nuca. Y escucha. El lugar se encuentra en el barrio de Palermo, uno de los m¨¢s cotizados de la capital. La sesi¨®n la dirige Mar¨ªa Elisa Mitre, descendiente del pr¨®cer argentino Bartolom¨¦ Mitre (1821-1906) y miembro de la familia propietaria del peri¨®dico La Naci¨®n, fundado en 1870 por el mismo estadista. Ella dirige la corriente del di¨¢logo y el resto empieza a soltarse.
Pide el turno un se?or de unos 60 a?os. Cuenta que est¨¢ pasando un mal momento porque acaba de descubrir que su esposa le esp¨ªa el correo electr¨®nico. Aclara que ¨¦l no la enga?a y que le ha dicho que si en alg¨²n momento decidiera serle infiel la primera en enterarse ser¨¢ ella. Pero se siente ultrajado, invadido. Despu¨¦s toma la palabra una mujer de unos 50 a?os.
En las sesiones se confiesan todo tipo de infidelidades, temores y debilidades
¡ªYo estoy en el lugar de su esposa. Pero no lo hice a prop¨®sito. A m¨ª me encanta guardar los te quiero y c¨®mo-est¨¢s-negrita de mi esposo. Mir¨¦ en su celular pensando que guardaba cosas m¨ªas. Desgraciadamente yo s¨ª encontr¨¦ una infidelidad. Quiz¨¢s lo que sinti¨® su mujer, que es lo que me pas¨® en el fondo a m¨ª, es que yo a mi marido le contaba y le cuento todo. Soy una radiograf¨ªa. Quiz¨¢s ella esperaba encontrar esa radiograf¨ªa en usted.
Un se?or de unos 65 a?os pide el micr¨®fono y comenta:
¡ªYo soy tremendamente curioso. Soy un voyeur fracasado porque no tengo siempre los equipos conmigo. Tengo un largavista (anteojo). Cuando yo viv¨ªa en un piso 12, a la noche me pon¨ªa a estudiar los diferentes departamentos...
Se oyen risas abiertas en el grupo. Y el hombre contin¨²a sin tapujos:
¡ªMe fascinaba la multiplicidad de conductas de un edificio al otro. En uno hab¨ªa cierto famoso cuya ropa interior llegu¨¦ a conocer¡ O sea, cosas as¨ª, de pel¨ªcula. Me reconozco sin verg¨¹enza que soy as¨ª. Y soy tremendamente curioso de la vida de los otros. Pero ser¨ªa absolutamente incapaz de abrir a alguien un mail o una carta. No puedo entrar en la intimidad cuando hay una barrera.
La gente va pidiendo la palabra de forma muy discreta. Se le pasa el micr¨®fono a cada uno. De nuevo habla la se?ora que confes¨® haber espiado al marido.
¡ª[Cuando le¨ª los mensajes] Tom¨¦ el celular, me fui a la cocina y le dije: ?Me est¨¢s cagando? Tir¨¦ el celular, me fui a la habitaci¨®n, sab¨ªa que en el caj¨®n estaba el rev¨®lver y lo tom¨¦ para¡ usarlo. Y ¨¦l me lo sac¨®. Entr¨® mi hijo y le dije: no lo puedo creer, pap¨¢ me est¨¢ cagando. Esa palabra la repet¨ª como 30.000 veces esa noche. (¡) Esto pas¨® hace casi tres a?os. Y desde entonces estoy en la mitad, sin saber qu¨¦ hacer.
Los silencios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete segundos callados. No son tensos. Casi todos se conocen, han escuchado sus intimidades muchos jueves. Alguno tard¨® m¨¢s de un a?o en arrancar a hablar. Y a veces se producen estos silencios. Pide el micr¨®fono una se?ora de 82 a?os. Y cuenta que su ¡°mam¨¢¡± tambi¨¦n desconfiaba de su ¡°pap¨¢¡±. Con motivo, porque ¡°el viejo la cagaba¡±. Le puso un detective, no hab¨ªa celulares. Pero lo malo, ¡°lo jodido¡±, dec¨ªa la se?ora, era cuando met¨ªan a los hijos por medio.
¡ªMe acord¨¦ cuando vos mencionaste a tu hijo ¡ªse?al¨® la se?ora¡ª. Era una mierda. Y despu¨¦s no se resuelve bien. Uno no sabe qu¨¦ c¨®rcholis pas¨®, por qu¨¦ luego est¨¢n bien si estaban tan mal.
Habla un se?or que dice que tiene algo de experiencia porque estuvo casado cuatro veces.
Al d¨ªa siguiente uno puede encontrarse a cualquiera de ellos en cualquier sem¨¢foro
¡ªLo que siempre me sorprendi¨® en m¨ª es que la sospecha hecha realidad de que la otra persona me estaba siendo infiel me daba satisfacci¨®n. No digo que fuera placer. Pero s¨ª satisfacci¨®n. Deber¨ªa haber sido a la inversa: qu¨¦ horror lo que me est¨¢n haciendo, ?no?
Ahora, una madre relata c¨®mo un d¨ªa mientras le ordenaba el ropero a su hijo le encontr¨® marihuana. Y en otra ocasi¨®n, un frasquito. Llev¨® a analizar el frasco y result¨® que era ¨¦xtasis. Dice que la terapia multifamiliar le ayud¨® para hablar con su hijo en vez de estamparle el frasco en la cabeza y crecer como madre.
Otra se?ora de unos 60 a?os quiere volver al tema de la infidelidad y al sentimiento de impotencia que genera:
¡ªLa pregunta que solemos hacernos es por qu¨¦ a m¨ª; cuando en realidad deber¨ªa ser por qu¨¦ no a m¨ª. Si todos sabemos que la vida es finita, que muchas veces el amor es finito. ?Por qu¨¦ no a m¨ª, cuando se encuentra tan a menudo en la historia de la humanidad? Tambi¨¦n me qued¨¦ pensando en eso de que llevabas tres a?os en el medio, sin saber hacia d¨®nde tirar. Yo puedo decir que llevo m¨¢s de tres a?os en el medio. ?Qu¨¦ es lo que hace que alguna gente no pueda aceptar una separaci¨®n, reiniciar una vida nueva?
En uno de esos silencios, Mitre dice:
¡ªVeo caras nuevas. Y me gustar¨ªa que alguien explique qu¨¦ estamos haciendo ac¨¢ desde hace muchos a?os. ?Alguien sabe para qu¨¦ sirve esto?
Habla una mujer de mediana edad:
¡ªEn nuestro caso¡ Ac¨¢ est¨¢n mi mam¨¢, mi pap¨¢ y mi primo. Comenzamos por algo que le pasaba a mi primo y luego fuimos viniendo todos. Y nos dimos cuenta de que cada uno de nosotros necesitaba algo. Esto no es un grupo de autoayuda. Nuestra experiencia no es buena¡ Es buen¨ªsima, excelente. Los cambios que hizo nuestra familia, no solo los cuatro que estamos ac¨¢ hoy, sino incluso los que no han venido, por una cuesti¨®n de permeaci¨®n¡ Hemos cambiado much¨ªsimo. Yo soy excarne de div¨¢n. Hice todo tipo de terapia: psicoanal¨ªtica absoluta, cognitiva, algo de sist¨¦mica, terapia de pareja para evitar separarme de mi exmarido¡ Las otras me sirvieron mucho, pero esta es distinta. Ac¨¢ se habla de cualquier cosa, pero tienen profundidad y consistencia. Y producen cambios.
Cuando acaba la sesi¨®n les espera la ciudad. Muchos dejaron ver lugares rec¨®nditos de su intimidad. Y al d¨ªa siguiente uno puede encontrarse a cualquiera de esas personas en cualquier sem¨¢foro, detr¨¢s de una ventanilla, en alg¨²n despacho. A veces sucede. Pero a nadie parece importarle.
Babelia
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