?Correa, qu¨¦ gran amigo! O no
No s¨¦ qu¨¦ tiene la gente contra Francisco Correa. Ser¨¢ envidia, digo yo. Porque es un emprendedor de verdad
No s¨¦ qu¨¦ tiene la gente contra Francisco Correa, que al final tuve que reconocer que ¨¦ramos amigos. Ser¨¢ envidia, digo yo. Porque es un emprendedor de verdad. Vamos, como yo mismo, que de humilde contable he llegado a las m¨¢s altas cotas de evasor de capitales. Y todo a golpe de trabajo, de dedicaci¨®n, de quemarme las pesta?as¡ Porque a ver si se creen ustedes que no es trabajo rellenar cientos, que digo cientos, miles de sobres, con billetitos peque?os, que encima los t¨ªos no quer¨ªan de 500. Hombre, Luis, es que voy a parecer El Bigotes¡ Ah, El Bigotes: otro emprendedor. Un tipo simp¨¢tico, ven pac¨¢, t¨ªo, sabes ese de un espa?ol, un franc¨¦s y un alem¨¢n, una copa por aqu¨ª y un reloj de 2.000 euros por aquel otro, amiguito del alma. Que ya hay que ser emprendedor para decir eso de te quiero un huevo a Francisco Camps.
Pues Correa ya les digo, es ¡ªo no, que en G¨¦nova ya nos ha contagiado Mariano y todos hablamos as¨ª¡ª un t¨ªo fet¨¦n, muy bueno en lo suyo. Lo que no pienso decirles es que era lo suyo, que esto no es el confesionario ni ustedes son el juez Ruz. Ya se har¨¢n cargo. Era como hay que ser, echao p¡¯alante, que a los pijos del partido no les gustaba nada porque se las ten¨ªa tiesas con los se?oritingos. No divaguemos: Paco era un chulo piscinas. Y como los machos alfa se reconocen por la mirada y los golpes en el pecho, enseguida conectamos. Que el mundo es de los valientes. Digo valientes porque mola, pero es algo m¨¢s que valientes, la verdad, que si una ayudita, o dos ayuditas, ahora lo tuyo, y luego lo m¨ªo¡
Mientras, yo me iba haciendo con los mandos en G¨¦nova. Alg¨²n d¨ªa, me dije desde la acera de enfrente, mirando las decenas de ventanas, todo esto ser¨¢ tuyo, Luis. Ahora he cambiado el tiempo verbal: alg¨²n d¨ªa todo esto fue tuyo, Luis. Pero a mediados de los noventa Paco funcionaba como un tiro. La Moncloa fue suya cuando Aznar lleg¨® a la Presidencia, venga a facturar ¡ªo por lo menos organizar, que lo del cobro ya era otra cosa¡ª viajes oficiales y privados de sus inquilinos. A la par, yo me hac¨ªa el amo en el partido, el gerente imprescindible, que si unas cuentas especiales, que si unos sobrecitos todav¨ªa m¨¢s especiales, una modesta compensaci¨®n por lo que hab¨¦is trabajado en esta campa?a, hijos m¨ªos, ¨¦chalo a la buchaca que el mes pr¨®ximo lo mismo te cae otro.
Jauja, aquello era Jauja y el mundo me sonre¨ªa. Fue, adem¨¢s, mi mejor ¨¦poca de escalador que me ventil¨¦ varias monta?as en aquellos tiempos para pasmo de propios y extra?os, que ya lo dice C¨¦sar P¨¦rez de Tudela, ese gran hombre: ¡°Para m¨ª B¨¢rcenas es un alpinista impecable en su actividad a quien tengo en inmejorable estima y a quien deseo que cuando terminen estos juicios alguien organice una ¡®rehabilitaci¨®n de su honor¡¯, una instituci¨®n muy justa existente en el viejo derecho romano¡±. Eso, invoquemos el derecho romano, porque lo que es el otro¡
Estaba en que daba gusto verme con mi uniforme de escalador alto standing, que hasta para subir a los riscos hay que ir como un caballero. Distinguido y elegante. Que si una chaqueta, unos pantalones y unos guantes Hagl?fs, un arn¨¦s Arc¡¯teryx B360a, unas botas Olympus Mons Evo, adem¨¢s de un rollo de cuerda de ocho metros y 8,9 mil¨ªmetros de grosor de Edelrid Swift, m¨¢s unos mosquetones y un piolet Petzl. Y no quiero pasarme cont¨¢ndoles las gafas y el gorro, todo de marca. Notaba yo que hasta las ¨¢guilas me miraban con cara de envidia, que luego les tra¨ªa yo unas fotos del lugar a los dos Pacos, Correa y Cascos, que se les hac¨ªa la boca agua. Porque tengo que vicepresidir, dec¨ªa uno, y yo organizar los saraos, dec¨ªa el otro, que si no ibas t¨² a ver qu¨¦ escaladas¡
Y as¨ª sigui¨® la cosa, de vicio, hasta que lleg¨® la boda de Alejandro Agag con Anita Aznar en el monasterio de El Escorial, mil invitados, los Reyes, Berlusconi, Blair y Dur?o Barroso¡ un lujo solo para los elegidos. Aquel 5 de septiembre de 2002 fue el momento clave, porque Paco, un lince, hab¨ªa logrado hacerse amigo, pero amigo, amigo, del flamante yerno de Aznar, Agag el desenvuelto. Tan amigo, que pag¨®, como saben, algunas cositas de la boda que le costaron unos cuantos miles de euros. Nada, una frusler¨ªa, poca cosa a cambio de tomar un whisky, como los amos del cotarro, con quienes mandaban en el partido. Y en el pa¨ªs, para qu¨¦ negarlo. ?Qu¨¦ sensaci¨®n de plenitud aquellos momentos de compadreo con los jefes de la tribu! Que si presidente por all¨¢, hola Paco, qu¨¦ tal Alejandro, gusto de verte, Luis. Pero sobre todo, a muchos les qued¨® claro qui¨¦nes eran los que cortaban el bacalao. As¨ª que a partir de entonces, y bendecidos por el ser supremo, si alguien quer¨ªa algo, ya sab¨ªa d¨®nde acudir: Paco¡ y yo mismo. Para los recados, El Bigotes. Porque soy un tipo de acero, que la cosa es como para echarse a llorar, que f¨ªjense c¨®mo estamos algunos 11 a?os despu¨¦s: Berlusconi, Paco, un servidor¡ los mejores.
Por cierto que sigo sin poder quitarme el abrigo, que me pone de los nervios, porque como todo es inmaterial, no encuentro la manga¡
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