A por Custer con el hacha de guerra
Eclipsado por la historia, el jefe sioux Gall fue un gran guerrero y tambi¨¦n un personaje dudoso para los suyos
No era alto (1,70 metros), pero s¨ª impresionantemente robusto y subido a caballo parec¨ªa enorme, sobre todo con pinturas de guerra y cargando con fiereza contra ti. Cuando le ense?aron una foto suya a Elizabeth Custer ¡ªfoto que casi le cuesta la vida al fot¨®grafo¡ª, esta manifest¨® que no hab¨ªa nunca imaginado que hubiera en todas las tribus un ¡°esp¨¦cimen de guerrero¡± tan perfecto como ¨¦l. La admiraci¨®n de Libbie tiene su morbo: ese jefe sioux era uno de los que hab¨ªan matado a su marido, George Armstrong Custer, un mediod¨ªa sangriento de domingo en Little Big Horn.
El indio en cuesti¨®n se llamaba Gall (Phizi en lakota), en ingl¨¦s hiel, bilis o ves¨ªcula, aunque tambi¨¦n se ha traducido la palabra por agalla. Hay que reconocer que el nombre, que se le dio de chico al lanzarse hambriento sobre la ves¨ªcula biliar de un bisonte abatido a¨²n fresco, tiene menos gancho que Toro Sentado o Caballo Loco, y podr¨ªa ser que la preeminencia en popularidad actual de esos dos famosos guerreros sobre Gall tenga que ver con ello, entre otras razones.
En su ¨¦poca Gall fue un grande, el paradigma de piel roja. Mano derecha de Toro Sentado, a cuya misma tribu sioux, los correosos e irreductibles hunkpapa, pertenec¨ªa, se le atribuy¨® el liderazgo indio en Little Big Horn, la debacle del 7? de Caballer¨ªa. Los soldados lo reconoc¨ªan con aprensi¨®n por su f¨ªsico intimidatorio y el uso distintivo de una manta roja. Tambi¨¦n por su coraje: al igual que Custer, precisamente, sol¨ªa montar enseguida otro caballo cuando le mataban el primero entre las piernas para seguir lanz¨¢ndose con gran arrojo al ataque.
Se le conoc¨ªa asimismo por ser capaz de actos muy salvajes: en 1872, mientras con su banda hostigaba la columna del 17? de Infanter¨ªa del coronel Stanley tras la batalla de O¡¯Fallons Creek, captur¨® y mat¨® a dos oficiales y al cocinero negro que se hab¨ªan rezagado; los escalp¨® y exhibi¨® desafiante sus cabelleras desde una colina cerca de Fort Rice. La exhibici¨®n le granje¨® la natural mala fama entre los blancos ¡ªsuponemos que tambi¨¦n entre los parientes del cocinero¡ª, especialmente porque uno de los oficiales a los que trat¨® tan desconsideradamente era primo de la mujer del presidente Grant.
Ten¨ªa Gall, por lo dem¨¢s un hombre cabal, muy amante de los suyos y de enorme pragmatismo ¡ªcomo se ver¨¢¡ª, ataques de ira en los que era mejor apartarse. En Little Big Horn decidi¨® utilizar como arma contra las infaustas tropas de Custer solo el hacha de guerra y es fama que con ella despiez¨® al menos a cuatro soldados en la parte final de la batalla. Es cierto que en esa tremenda ocasi¨®n Gall ten¨ªa sus razones: durante la primera fase de la lucha, el ataque de distracci¨®n del mayor Reno al sur del poblado, los soldados o sus gu¨ªas arikaras mataron a dos de las mujeres y a tres de los hijos del jefe (pol¨ªgamo).
La vida de Gall (v¨¦ase su mejor y ¨²nica biograf¨ªa, Gall, lakota war chief, de Robert W. Larson, University of Oklahoma Pess, 2009) no fue f¨¢cil. No lo era en las praderas, pero adem¨¢s ¨¦l qued¨® hu¨¦rfano de ni?o, al morir su padre durante el ataque de una tribu rival. Nacido alrededor de 1840 en alg¨²n lugar de lo que hoy es Dakota del Sur, fue criado por su madre y apadrinado por el mism¨ªsimo Toro Sentado, que le vio maneras y lo hizo luego su lugarteniente. De peque?o le llamaban Osito, aunque luego ya nadie se atrevi¨®. Convertido en un prestigioso guerrero, con 20 coups ¡ªla contabilidad heroica de los pieles rojas¡ª, Gall devino blotahunka, jefe de guerra. Sirvi¨® durante 25 a?os lealmente a su mentor, haci¨¦ndole de estratega, aunque eran muy distintos. M¨¢s pr¨¢ctico e independiente, Gall sol¨ªa ir con su grupo propio (una docena de tiendas) a comerciar con los blancos.
Fue en una de esas ocasiones, en 1865, cuando el medio sioux y medio arikara Bloody Knife (?ese s¨ª es un nombre!), al que Gall hab¨ªa hecho bulling de peque?o y luego matado y escalpado a dos hermanos, le denunci¨® en Fort Berthold. Los soldados trataron de capturarle en su tienda y mientras intentaba escapar el jefe hunkpapa fue atravesado varias veces con bayonetas. Le dejaron por muerto en un charco de sangre, pero Gall se recuper¨® de las terribles heridas. Y se tom¨® venganza: durante el a?o siguiente, confes¨® luego, siete hombres blancos pagaron con sus vidas el ataque. Bloody Knife hubo de esperar algo m¨¢s: muri¨® de un disparo sioux en Little Big Horn cuando hac¨ªa de gu¨ªa de Custer.
Gall se aline¨® con la facci¨®n m¨¢s d¨ªscola de los sioux en el contencioso con los blancos por las tierras. Luch¨® una y otra vez con los soldados, que le llamaban Fighting cock of the sioux (el gallo de pelea de los sioux), en una traducci¨®n no grosera. Pero algunas de sus acciones, como la firma del Tratado de Fort Laramie, le valieron que algunos de los suyos le tacharan de oportunista. Se ha debatido mucho cu¨¢l fue su exacto papel el 25 de junio de 1876 en Little Big Horn. Parece que en realidad se incorpor¨® tarde a la batalla aunque entonces se emple¨® a fondo. Fue el ¨²nico jefe indio que ofreci¨® su versi¨®n del enfrentamiento, al ser invitado (!) a la conmemoraci¨®n del d¨¦cimo aniversario, y entonces, con la modestia propia de los guerreros pieles rojas, se arrog¨® buena parte del protagonismo. En realidad parece que no hubo tal cosa como un liderazgo claro en aquella matanza.
Tras la desbandada despu¨¦s de la victoria, Gall pas¨® a Canad¨¢ con Toro Sentado. Resolvi¨® luego rendirse con los suyos para evitarles el hambre y, rompiendo con su mentor, se instal¨® en la reserva de Standing Rock en 1881. El Gobierno trat¨® de hacer de Gall un s¨ªmbolo de indio asimilado contraponi¨¦ndolo a Toro Sentado, el irreductible. Gall se adapt¨® bien a la vida de granjero. Renegado traidor, dijeron algunos. Parece que era honesto en su celo por encontrar un camino realista de supervivencia para su pueblo. En 1882 fue bautizado en la iglesia episcopal. Al comulgar por primera vez el viejo sioux se bebi¨® todo el vino del c¨¢liz para consternaci¨®n de los presentes. Le cost¨® abandonar la poligamia. ¡°Mi coraz¨®n es bueno, pero est¨¢ triste, porque estoy enamorado¡±, aduc¨ªa para que le dejaran volver a casarse. Le gustaba comer bien ¡ªuna vez en Washington descubri¨® las ostras, que encontr¨® mejores que el b¨²falo¡ª y ello le condujo a la obesidad. Eso fue lo que le mat¨® en ¨²ltima instancia: al ver que un medicamento contra el sobrepeso no le hac¨ªa efecto r¨¢pido se bebi¨® la botella entera. Un final triste para el heroico guerrero que hab¨ªa sorteado las flechas crow y las balas de los cuchillos largos.
La historia no ha sido muy justa con Gall, que hizo lo que pudo para atravesar el abismo entre dos mundos. Toro Sentado ha prevalecido como el m¨¢s conocido de los caudillos sioux y Caballo Loco como el m¨¢s carism¨¢tico, mientras que Gall, eclipsado por ellos, ha declinado en la memoria popular hasta casi desaparecer ¡ª?qu¨¦ ni?o juega hoy a ser Ves¨ªcula?¡ª. Es lo que tiene ser pragm¨¢tico y realista y cambiar las plumas por el traje. En su obituario en 1894 (?qu¨¦ tiempos aquellos en que te encargaban la necrol¨®gica de un jefe indio!), el Bismarck Daily Tribune destac¨® que ¡°su estoicismo, coraje y habilidad hicieron de ¨¦l un conspicuo car¨¢cter en su tribu y el objeto de inter¨¦s de todos los que conocen su historia¡±. Podr¨¢ decirse con m¨¢s pasi¨®n, pero no con m¨¢s justicia.
Babelia
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