¡°La televisi¨®n vive en el espect¨¢culo¡±
Los periodistas Pepa Fern¨¢ndez y Miguel ?ngel Oliver hablan de su trabajo en la radio y en la televisi¨®n
Le dan otra mirada a la informaci¨®n. Reposada y reflexiva. Pepa Fern¨¢ndez, responsable desde 1999 del magac¨ªn de RNE No es un d¨ªa cualquiera ¡ªel m¨¢s escuchado de la cadena p¨²blica¡ª y Miguel ?ngel Oliver, al mando de los noticieros del fin de semana de Cuatro, tienen sus propias recetas. ¡°Yo concibo un programa tipo hamaca: que puedas sentarte c¨®modamente a ver pasar los temas importantes de la semana rumi¨¢ndolos. Sin pol¨ªtica ni deporte ni prensa del coraz¨®n, con voces distintas, porque en el fin de semana la gente se permite licencias que no se justifican a diario¡±, dice la periodista catalana. Oliver aborrece tener que contar ¡°cosas fresquitas¡± solo porque sea s¨¢bado o domingo y propone buscar la perspectiva donde los dem¨¢s se detienen en la hojarasca.
Ambos acumulan una larga trayectoria. Est¨¢n en los medios desde los 18 a?os. Pepa Fern¨¢ndez recuerda que en su pueblo natal (Cervera, Lleida) no hab¨ªa radio local, pero s¨ª en el vecino. ¡°En Radio T¨¢rrega estaban mis ¨ªdolos radiof¨®nicos, a los que fui a conocer un d¨ªa. Pens¨¦ que me desmayaba, porque la imagen que ten¨ªa de ellos era todo lo contrario de lo que eran realmente. Fue un shock total ¡ªel m¨¢s delgado pesaba 120 kilos¡ª y una de las dos grandes decepciones de mi vida, junto a los Reyes Magos. En ese momento pens¨¦ que no era bueno conocer a la gente de la radio¡±. Oliver idolatraba a Jes¨²s Quintero, al que persegu¨ªan todo tipo de historias fantasmag¨®ricas. ¡°Yo era becario en la SER y despu¨¦s de Hora 25 nos qued¨¢bamos a ver a Quintero cuando hac¨ªa el programa en Madrid. Era un personaje rodeado de misterio. Parec¨ªa un zumbado de la radio y hac¨ªa cosas que no he vuelto a ver¡±. Aunque una de sus primeras resonancias es la voz de Luis del Olmo en la barber¨ªa a la que le llevaba su padre. ¡°Era la banda sonora de mi casa, la m¨²sica que acompa?aba las ma?anas¡±, apunta Fern¨¢ndez, que tambi¨¦n ve¨ªa a los grandes maestros envueltos en misterio.
Oliver: ¡°Odio tener que llevar cosas resquitas por ser fin de semana¡±
Ahora eso ha desaparecido. En parte por la tendencia de los radiofonistas a hacer publicidad y televisi¨®n. ¡°Les hemos quitado los siete velos a la radio¡±, comenta Oliver. Adem¨¢s, el medio se ha vuelto viajero y los programas se hacen a menudo cara al p¨²blico en teatros, centros culturales o polideportivos. ¡°Los que salimos transformamos la radio en un espect¨¢culo visual¡±, percibe Pepa Fern¨¢ndez. Oliver recuerda que en la SER, cuando se instalaron las c¨¢maras para emitir las tertulias de Hoy por hoy por Canal + aquello fue visto como una intromisi¨®n en sus vidas. ¡°Yo me quej¨¦ un d¨ªa y Gabilondo me dijo: ¡®No te preocupes as¨ª saben d¨®nde est¨¢ el altar de la radio. En estos momentos resulta raro el estudio sin c¨¢maras. En RNE las hay que se activan seg¨²n qui¨¦n habla y a veces las tapamos¡±, confiesa la periodista. ¡°?C¨®mo si fuerais atracadores?¡±, pregunta Oliver, mucho m¨¢s acostumbrado a los focos. ¡°En la radio la voz no puede enga?ar. En la tele eres t¨² y tus circunstancias: tu maquillaje, tu iluminaci¨®n, tu tiro de c¨¢mara¡±, comenta Fern¨¢ndez.
El periodista de Cuatro observa que los noticieros son una mol¨¦cula en la gran fiesta de la televisi¨®n, mientras que la radio genera un continuo dram¨¢tico asociado a la informaci¨®n. ¡°En la tele la informaci¨®n es entendida como parte del espect¨¢culo. Porque vives en el espect¨¢culo y eso genera una tendencia al entretenimiento informativo¡±. La tele tiene, adem¨¢s, un reto econ¨®mico. El contenido se vincula a menudo al coste de las im¨¢genes. ¡°En la radio yo sal¨ªa a la calle con un Motorola, que era como un zapat¨®fono. La voz era reina absoluta. Ahora todo ha cambiado¡±.
Fern¨¢ndez: ¡°En la tele hay hombres calvos pero las se?oras siempre son guapas¡±
En esta l¨ªnea, Fern¨¢ndez lamenta que se hayan olvidado ¡°los est¨¢ndares de excelencia¡± del sonido y ¨¦l atribuye esta transformaci¨®n al triunfo de la radio informativa. ¡°Antes el radiofonista ten¨ªa que tener una gran voz. Cuando los periodistas asumieron el trabajo de redactar y leer, la figura del locutor desapareci¨®. El sex-apeal de la radio era la voz, cautivaba, era lo que soportaba a un profesional. En la televisi¨®n tiene que haber algo que envuelva a ese profesional¡±, dice Oliver. Fern¨¢ndez se pregunta por qu¨¦ en la tele salen hombres calvos pero las se?oras son siempre bellas. ¡°Mujeres preparadas, s¨ª, pero, adem¨¢s, tienen que ser guapas¡±. A sabiendas de que este es un debate complicado, pasan p¨¢gina. Corren el riesgo de salir trasquilados.
Por eso vuelven a los contenidos. En tono autocr¨ªtico, Miguel ?ngel Oliver observa que se ha abdicado de hacer una televisi¨®n informativa con datos. ¡°Se abunda demasiado en el testimonio barato, insustancial, que no conduce a nada. Testimonios de un paisano o una paisana que pasa por una esquina y habla de cualquier cosa¡±. ¡°Yo lo odio¡±, coincide Pepa Fern¨¢ndez. ¡°Hay testimonios que no dicen nada. Para uno gracioso o interesante, hay 50 que no aportan nada. No se trata de que no se abran los micr¨®fonos. Cuestiono que se utilice al oyente para que haga el trabajo del periodista. Eso es una estafa¡±, dice contundente.
Pero la realidad es que cuando en un telediario se meten im¨¢genes de una se?ora de pueblo hablando de la ola de calor la audiencia se dispara. ¡°Lo que critico¡±, enfatiza Oliver, ¡°es que para hablar de cualquier otra cosa que no sea el tiempo, se haga filosof¨ªa barata. Sacar el micr¨®fono a la calle es pecaminoso y cada vez se hace m¨¢s en los informativos. Es m¨¢s costoso buscar una voz autorizada, y en fin de semana, mucho m¨¢s dif¨ªcil¡±. Fern¨¢ndez confiesa que ha tenido que renunciar a hacer entrevistas y a contar con colaboradores porque dicen que el fin de semana ¡°es sagrado¡±.
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