Indultado en El Puerto un bravo toro de Buenavista
El Cid consigue el m¨¢ximo triunfo gracias a 'Importante', un toro alegre y noble. El resto de la corrida tuvo poca historia
El toro lo indult¨® el presidente, pero el escaso p¨²blico que asisti¨® a la corrida pidi¨® el perd¨®n con entusiasmo y consigui¨® que el animal, n¨²mero 55, de nombre Importante y de 495 kilos de peso, volviera a la dehesa de Buenavista, en la provincia de Sevilla con todos los honores que haber sido un toro bravo, noble y encastado. Manuel Jes¨²s El Cid, su lidiador, pase¨® sonriente las dos orejas y el rabo simb¨®licos de su oponente-amigo y, previamente, se hab¨ªa emborrachado de toreo con la embestida larga, alegre, codiciosa y franca del animal.
Pero el protagonista, sin ninguna duda, fue el toro. La corrida transcurr¨ªa con m¨¢s pena que gloria. La corrida anunciada, de excelente presentaci¨®n, transcurr¨ªa por los derroteros de la decepci¨®n a causa de la mansedumbre y la falta de clase de los primeros toros; hasta que sali¨® Importante. Desde su irrupci¨®n en el ruedo, qued¨® patente que era diferente. Acudi¨® con presteza y largura al capote de El Cid, que lo veronique¨® con gracia, bajando las manos, gust¨¢ndose en cada lance, a medida de la calidad creciente del animal. Instantes despu¨¦s, fue con presteza al caballo, meti¨® la cara y recibi¨® un picotazo al estilo actual. Volvi¨® a embestir al capote del matador, que se luci¨® en un quite por chicuelinas. Galop¨® con desbordante alegr¨ªa al cite de los banderilleros Alcalare?o y Pirri, quienes dejaron tres buenos pares de rehiletes y saludaron al respetable. Y aguant¨® una faena de muleta larga e intensa de El Cid, dividida en diez tandas, -tres de ellas sobre la mano izquierda-, en las que Importante derroch¨® sus cualidades basadas en prontitud, alegr¨ªa, casta y nobleza.
Embisti¨® de manera incansable, -quiz¨¢, no humill¨® lo necesario-, pero permiti¨® al p¨²blico disfrutar con la presencia en la plaza de un toro de encastada nobleza, y al torero cincelar una obra maestra al estilo de sus mejores tiempos. Pronto fue un¨¢nime la petici¨®n de indulto, que el presidente concedi¨® no sin antes pensar la decisi¨®n con detenimiento. Con el pa?uelo naranja ya sobre el palco y la sonrisa entre los espectadores, Importante segu¨ªa embistiendo a la muleta de El Cid y se negaba a entrar en los corrales.
Se consum¨®, pues, la alegr¨ªa de admirar a un toro que se gana la vida con su bravura. Quiz¨¢ por su excepcionalidad y, sobre todo, porque en este caso era un toro no perfecto, pero cuajado de condiciones extraordinarias, se trata de un espect¨¢culo precioso.
El Cid lo mulete¨® muy bien, con temple y ligaz¨®n; fue el mejor Cid de su apocada ¨¦poca actual. Destac¨® el toro porque no debe ser f¨¢cil dome?ar el torrente incansable de casta, pero el torero estuvo a su altura y ojala le sirva para recuperar la aparente ilusi¨®n perdida.
El resto del festejo tuvo poca historia. El diestro de Salteras se las vio, en primer lugar, con un toro agresivo, ¨¢spero y complicado que no le permiti¨® confianza alguna.
Jim¨¦nez Fortes apareci¨® muy desdibujado y espeso. Su lote fue inservible, pero su actitud en la plaza, sobre todo a la hora de matar, fue como ausente, impropia de la valiente alegr¨ªa de este joven matador.
Y tom¨® la alternativa ?ngel Puerta, natural de Jerez, poco conocido, que se dej¨® la piel en fecha tan importante para su vida. Se le not¨® placeado, y suelto con los enga?os, pero toda su labor careci¨® de esa impronta personal tan necesaria en quien pretende abrirse camino con la espada y la muleta. Cort¨® la oreja a su primero, ¨¢spero y bronco, tras una labor muy meritoria y entregada, y no acab¨® de cogerle el aire al sexto, en una faena de m¨¢s a menos.
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