El hombre que no quiso pagar payola
Art Rupe fund¨® Specialty Records Pol¨ªticamente liberal, alardeaba de organizaci¨®n empresarial y honradez personal
Buena parte de los Padres Fundadores, los m¨ªticos disqueros del rock & roll y el rhythm and blues, tend¨ªan hacia lo exuberante. Con recuerdos n¨ªtidos de los pogromos y el antisemitismo, ellos o sus padres hab¨ªan descubierto que, efectivamente, Estados Unidos pod¨ªa ser la tierra de las oportunidades. Y alardeaban de su buena fortuna.
Art Rupe era todo lo contrario: cerebral, meticuloso, discreto. Nacido Arthur Goldberg en 1917, lleg¨® a Los ?ngeles para trabajar en el cine. Pero en Hollywood mandaban tycoons jud¨ªos que le resultaron ajenos por sus maneras de nuevos ricos. Sin embargo, detect¨® otros filones en la ciudad, como los llamados discos raciales.
Rupe se compr¨® una monta?a de discos favoritos de los afroamericanos, que estudi¨® ¡ªletras, ritmos, arreglos, producci¨®n¡ª con cron¨®metro, metr¨®nomo y cuaderno de notas. Dise?¨® as¨ª su m¨¦todo para fabricar ¨¦xitos, que enfatizaba la fuerza de las interpretaciones y suger¨ªa incluso la duraci¨®n ideal (2¡¯ 40¡±). Y se pate¨® los antros de la vertiginosa Central Avenue, buscando talento. Tras alg¨²n falso comienzo, fund¨® Specialty Records. Pol¨ªticamente liberal, alardeaba de organizaci¨®n empresarial, seriedad profesional y honradez personal.
No era generoso en royalties pero, de todos modos, el negocio estaba en la editorial, Venice Music, donde el autor solo recib¨ªa un cuarto de los ingresos. Rupe lo justificaba por su absoluta dedicaci¨®n a sus artistas. Hoy dir¨ªamos que era un workaholic: tend¨ªa a casarse con sus sucesivas secretarias. Specialty grab¨® algo de jazz y blues profundo pero triunf¨® con gospel y rhythm and blues, evitando cualquier contaminaci¨®n entre lo religioso y lo profano. Persiste cierta confusi¨®n respecto a c¨®mo desaprovech¨® a Sam Cooke: se cuenta que le dej¨® marchar al pop ya que le prefer¨ªa cantando gospel con los Soul Stirrers. En realidad, le repate¨® la apuesta de Sam por arreglos demasiado blandos. Adem¨¢s, no conectaban humanamente.
Lo que s¨ª entendi¨® Rupe fue el desplazamiento del gusto: de las big bands hacia los grupos peque?os, como los dirigidos por Jimmy Liggins, Percy Mayfield o Roy Milton. Tambi¨¦n le encantaron los relajados discos que Fats Domino facturaba para Imperial Records. Viaj¨® a Nueva Orleans en 1952 y encontr¨® m¨²sicos desaprovechados, el estudio de Cosimo Matassa (como muestra Treme, ahora una lavander¨ªa) y solistas explosivos, con repertorio propio.
Se llamaban Lloyd Price, Larry Williams, Guitar Slim. Aunque todos fueron eclipsados por Little Richard, una loca de Georgia que solo encontr¨® su onda en Nueva Orleans. Para entonces, el marginado rhythm and blues se hab¨ªa universalizado bajo la etiqueta de rock & roll. En el caso de Little Richard, estaba clara la etimolog¨ªa del t¨¦rmino: eufemismos para el acto sexual.
Pero Little Richard era problem¨¢tico. Volando hacia Australia en 1959, su avi¨®n sufri¨® unas turbulencias que el aterrorizado cantante interpret¨® como aviso divino sobre la maldad intr¨ªnseca del rock & roll y su desenfrenado estilo de vida. Su deserci¨®n fue vivida como un golpe fatal en Specialty: Rupe abandon¨® la lucha. Aleg¨® su repugnancia por la payola, el soborno a los locutores. Hombre met¨®dico, Rupe ten¨ªa presupuestada una partida para esos molestos gastos pero le resultaba ¡°antiamericano¡±.
Despu¨¦s, no le fue nada mal. Controlaba sabrosos derechos editoriales y le cay¨® el gordo cuando los Beatles registraron temas de Larry Williams o Little Richard. Sigui¨® explotando su prodigioso cat¨¢logo fonogr¨¢fico, del que ahora se pueden encontrar muestrarios tan econ¨®micos como Rip it up: the Specialty story (Not Now Music). Invirti¨® en yacimientos de petr¨®leo y gas, haci¨¦ndose a¨²n m¨¢s rico. ?ltimamente acepta los honores que le otorgan diferentes instituciones pero se resiste a conceder entrevistas. Cuando se le insiste, sugiere que el periodista se compre In his own words: the story of Specialty Records, un doble disco donde enhebra sus recuerdos con sus trepidantes ¨¦xitos. Ya no gana nada con ello pero, hey, una venta es una venta.
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