De La Mancha al Madison
Sin saber ingl¨¦s, el autodidacta M¨®nico S¨¢nchez aterriz¨® en 1904 en Nueva York y dise?¨® un aparato de Rayos X que us¨® el Ej¨¦rcito franc¨¦s en la I Guerra Mundial
Rosa Mart¨ªn rebusca en los ¨¢lbumes de fotos con cuidado. La investigadora del Museo Nacional de Ciencia y Tecnolog¨ªa saca las enormes carpetas marrones que guardan las fotos de M¨®nico S¨¢nchez. Busca la m¨¢s espectacular. La del expositor en el Madison Square Garden de Nueva York en el que S¨¢nchez prueba su aparato de rayos X port¨¢til. A su lado est¨¢ el apartado de la General Electric (Thomas Edison), y detr¨¢s de este, la de la Westinghouse (Nicola Tesla). La foto es de 1909 y muestra como ninguna el espectacular viaje de M¨®nico S¨¢nchez: desde Ciudad Real hasta Nueva York, meca del incipiente mundo de la electricidad.
Si la vida de M¨®nico S¨¢nchez fuese un guion de cine, ser¨ªa desechado por fantasioso. Porque M¨®nico, nacido en Piedrabuena (Ciudad Real) en 1880, lleg¨® a Nueva York con 23 a?os y 60 d¨®lares en el bolsillo y regres¨® a?os despu¨¦s con una fortuna, un pu?ado de patentes sobre el efervescente mundo el¨¦ctrico y con un gran invento: el malet¨ªn de rayos X port¨¢til, el aparato que Francia utiliz¨® en el frente en la I Guerra Mundial.
Juan Pablo Rozas, ingeniero de Telecomunicaciones y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y uno de los que m¨¢s han estudiado a M¨®nico, cuenta que este siempre fue brillante. Rozas, fascinado por M¨®nico, prepara una tesis doctoral sobre su vida. Destaca que M¨®nico estudi¨® en la escuela p¨²blica y siempre tuvo palabras de agradecimiento para su maestro, don Ruperto Villaverde, del que dec¨ªa que le inculc¨® la curiosidad.
Trabaj¨® como tendero y en 1901, con 21 a?os, se va a Madrid. All¨ª descubre que no pod¨ªa entrar en la escuela de ingenieros, pero llega a sus o¨ªdos que el profesor Joseph Wetzler ense?a electrotecnia por correspondencia desde Estados Unidos, como narra Manuel Lozano Leyva, catedr¨¢tico de F¨ªsica de la Universidad de Sevilla, en el libro El gran M¨®nico (editorial Debate, 2013), una mezcla entre el ensayo y la biograf¨ªa de S¨¢nchez.
Rosa Mart¨ªn enuncia en voz alta el logro de M¨®nico como para dar una idea de la magnitud de lo conseguido. ¡°Es realmente incre¨ªble ser autodidacto de la electricidad. Y hacerlo en Madrid y en esa ¨¦poca, por correspondencia y sin saber apenas ingl¨¦s, es incre¨ªble¡±. Por su cuenta, M¨®nico se sit¨²a a la vanguardia de la tecnolog¨ªa m¨¢s puntera del momento.
Unos a?os despu¨¦s, da el salto a Nueva York. Llega a la isla de Ellis en 1904, sin dinero pero la cabeza llena de ideas sobre la electricidad. Debido a su precario ingl¨¦s, al principio se ayuda de un pizarr¨ªn en el que escribe y borra palabras para comunicarse.
Pronto comienza a trabajar como delineante mientras ampl¨ªa sus estudios de electricidad. Cinco a?os despu¨¦s entra a trabajar en la Foote, Pierson and Company, que fabricaba aparatos de telegraf¨ªa. Entonces se matricula en la Universidad de Columbia. Est¨¢ en el lugar adecuado en el momento oportuno. Y a¨²n falta lo mejor. En 1908, con 28 a?os, M¨®nico es nombrado ingeniero en la Van Houten and Ten Broeck Company, especializada en aplicar la electricidad a la medicina.
Ya hab¨ªa rayos X, pero eran unos aparatos enormemente pesados. M¨®nico desarroll¨® un aparato port¨¢til, de solo 10 kilos. La Collins Wireless Telephone Company le contrata para vender el aparato, que pas¨® a llamarse de Collins-S¨¢nchez. La firma pretend¨ªa desarrollar tel¨¦fonos sin cables, pero las previsiones fallaron ¡ªla tecnolog¨ªa no se desarroll¨® hasta 90 a?os despu¨¦s¡ª y M¨®nico decide volver a Espa?a cuando Collins es condenado por fraude.
En 1912, y con una fortuna bajo el brazo, M¨®nico regresa a Piedrabuena donde instala la European Electrical S¨¢nchez Company ¡ªel nombre, siempre en ingl¨¦s¡ª a pesar de que el pueblo no ten¨ªa ni electricidad. Pero no hab¨ªa obst¨¢culo para M¨®nico: construye su propia central el¨¦ctrica e intenta vender los excedentes entre los vecinos. Tampoco hab¨ªa mano de obra cualificada, pero ¡°M¨®nico lleva a Piedrabuena un soplador alem¨¢n de vidrio¡±, explica Mart¨ªn. Un buen soplador es fundamental para los tubos de vac¨ªo a trav¨¦s de los cuales circulan los electrones.
El aparato port¨¢til de rayos X encuentra pronto una r¨¢pida aplicaci¨®n. Es perfecto para detectar las balas y la metralla en los cuerpos de los heridos en la I Guerra Mundial. As¨ª que el Ej¨¦rcito franc¨¦s le encarga 60 unidades.
En Espa?a, M¨®nico anuncia entre los m¨¦dicos las bondades de su aparato. En las fotos de cat¨¢logo, el propio cient¨ªfico carga el malet¨ªn entrando en un coche, como si fuese un m¨¦dico de visita.
La Guerra Civil y los avances van dejando poco a poco atr¨¢s el laboratorio de M¨®nico, que entonces comienza a abastecer a centros de ense?anza con sus tubos de descarga. Son perfectos para que los alumnos estudiasen f¨ªsica. A¨²n hoy est¨¢n repartidos por muchos puntos de Espa?a, y eran tan fiables que funcionan todav¨ªa.
M¨®nico intenta retomar su negocio con viajes a Estados Unidos, pero le pusieron pegas para importar algunos materiales. Preside la C¨¢mara de Empresarios de Ciudad Real, donde falleci¨® en 1961. Antes hab¨ªa visto morir a cinco de sus seis hijos.
Su familia conserv¨® sus aparatos y m¨¢s de 200 tubos de descarga sin comparaci¨®n en Europa. La colecci¨®n lleg¨® en 2010 al Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnolog¨ªa, que expone algunos de los mejores ejemplares en su sede de A Coru?a.
Eduardo Est¨¦banez S¨¢nchez, nieto de M¨®nico, recuerda haber utilizado de peque?o los aparatos port¨¢tiles de rayos X: ¡°
Mi padre era m¨¦dico y radi¨®logo. Yo lo he usado, por ejemplo, para radiografiar un p¨¢jaro. Lo ten¨ªamos todo conservado. M¨®nico era conocido en Piedrabuena, pero muy poco fuera¡±. Est¨¦banez, ingeniero de Minas, recuerda muy poco de su abuelo, que falleci¨® cuando ¨¦l ten¨ªa seis a?os. ¡°Mi madre lo adoraba, pero no hablaba mucho de sus ¨¦xitos profesionales, sino de su persona. Quienes le conocieron me han contado que era excepcional, muy extravertido, que ten¨ªa mucho carisma. Donde estuviera, era el centro de la conversaci¨®n¡±.
El pr¨®ximo 7 de septiembre, el pueblo de Piedrabuena rendir¨¢ homenaje a M¨®nico. En los 20 metros que quedan de fachada de su antiguo laboratorio, una placa recordar¨¢ los logros de M¨®nico S¨¢nchez y su incre¨ªble viaje.
Babelia
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