Muerto R.E.M., empez¨® la rabia
El guitarrista Peter Buck rompe su silencio sobre la ruptura en 2011 de la banda y cuenta su reinvenci¨®n como m¨²sico
Culpamos al fracaso de los males que aquejan a quienes lo padecen, olvidando que un ¨¦xito desmesurado puede tambi¨¦n causar sufrimiento y alienaci¨®n. Lo sabe Peter Lawrence Buck (Berkeley, California, 1956), guitarrista y compositor de R.E.M., la banda que en los ochenta propon¨ªa una nueva forma de crear m¨²sica, y comportarse socialmente, que informar¨ªa la naciente escena alternativa. Quienes le trataron en la ¨¦poca de m¨¢ximo esplendor del grupo recuerdan a un tipo distante, indiferente, que beb¨ªa en exceso. Su condici¨®n se har¨ªa p¨²blica al ser detenido en el aeropuerto de Heathrow, en 2001, tras un incidente durante un vuelo transoce¨¢nico. Inmerso en la m¨²sica pero incapaz de gestionar sus circunstancias, el ¨¦xito no le sent¨® bien a su introvertida personalidad. Dejar¨ªa el papel de portavoz al letrista y cantante Michael Stipe, quien supo asumirlo con elocuente naturalidad.
Cuando, en 2011, R.E.M. anunciaron su final tras una etapa descendente en ventas y excelencia, nadie pod¨ªa suponer que el circunspecto Buck ser¨ªa el primero en publicar trabajo en solitario. Aparecido en 2012, en edici¨®n limitada ¨²nicamente prensada en vinilo, Peter Buck pas¨® desapercibido para el gran p¨²blico. Alejado de la estela de R.E.M., rescataba todo aquello que su autor hab¨ªa amado en la juventud pero resultaba demasiado brusco, o l¨²dico, para la banda de Athens, Georgia. Descubr¨ªa adem¨¢s in¨¦ditas facetas: una voz grave, ¨¢spera, y una deriva psic¨®tica, nihilista, sorprendente en quien hab¨ªa construido uno de los repertorios m¨¢s afables y tarareados, aunque profundos, de las ¨²ltimas d¨¦cadas. La liberaci¨®n lleg¨® tambi¨¦n en su modo de vida: por decirlo de un modo gr¨¢fico, ha cambiado los estadios de decenas de miles de personas por garitos.
¡°Me gustan las canciones de R.E.M.¡±, declaraba Buck a su paso por Espa?a, en una de las escas¨ªsimas entrevistas concedidas tras la ruptura de la banda. Ven¨ªa como modesto telonero del brit¨¢nico Robyn Hitchcock, en cuyo grupo milita voluntarioso. ¡°Estoy orgulloso de lo que logramos, pero estuvimos todos de acuerdo en que ya las hab¨ªamos tocado en todos los lugares, todas las veces necesarias. Personalmente vi que hab¨ªamos llegado a un cierto lugar y que no hab¨ªa m¨¢s. Michael pensaba lo mismo y lo hablamos tranquilamente, no fue nada dram¨¢tico. Me cas¨¦ hace dos semanas, vinieron a la boda y acabamos tocando juntos. Veo a Michael cuando voy por Nueva York, quedamos para cenar, salimos por ah¨ª. Pasamos semanas sin vernos, pero hablo con uno u otro casi a diario. Michael me manda mensajes a las tres de la madrugada para preguntarme quien compuso una canci¨®n o qu¨¦ opino de un grupo concreto¡±.
Buck siempre demostr¨® hiperactividad, participando en varios proyectos paralelos a la banda madre desde sus inicios, situaci¨®n que se consolid¨® a mediados de los noventa, cuando se mud¨® a Seattle y congeni¨® con el entusiasta Scott McCaughey, l¨ªder de Young Fresh Fellows, para poner en marcha The Minus 5. McCaughey se convertir¨¢ en su principal colaborador, ejerciendo ese papel en un debut donde participan Lenny Kaye, historiador del rock y guitarrista de Patti Smith, y su socio en R.E.M. Mike Mills. Las primeras canciones que Buck compuso a solas surgen de un proceso cat¨¢rtico, cuando tras un accidente que le afect¨® la espalda pas¨® varios meses inmovilizado.
¡°No pod¨ªa tocar la guitarra, ni siquiera mover los dedos¡±, dice Buck sorbiendo una copa de Rioja. '¡±Me dijeron que no recuperar¨ªa el funcionamiento de la mano derecha. De hecho, perd¨ª la sensibilidad en los dedos ¨ªndice y medio. El dolor era muy intenso, me quedaba tirado en la cama, totalmente borracho, y escrib¨ªa letras. Me plante¨¦ qu¨¦ iba a hacer con el resto de mi vida. Comprend¨ª que deseaba seguir creando. Poseo una mansi¨®n en M¨¦xico. ?Qu¨¦ voy a hacer, pasarme el d¨ªa tirado al lado de la piscina, chupando tequila? Esto no ser¨ªa bueno para m¨ª. Quise que este disco fuese algo m¨ªo, no pens¨¦ en los fans de R.E.M. Es una nota a pie de p¨¢gina en mi carrera, una nota extra?a y chula. Publicar¨¦ unos cuantos discos que suenen jodidos y raros. Y, ?sabes?, lo estoy disfrutando¡±.
Se nota en estos 14 temas, del corte inicial 10 Million B. C. al caleidosc¨®pico final con I¡¯m alive, donde predominan los cavernosos sonidos garage y las fugas psicod¨¦licas sobre su conocida filiaci¨®n folk-rock. El hombre que reintrodujo la guitarra Rickenbacker de 12 cuerdas en el rock, hoy colecciona ignoto soul y funk, remont¨¢ndose a aquellos sonidos de los a?os cincuenta y principios de los sesenta, anteriores a los Beatles, de su ¨¦poca de aprendizaje. Como su vocalista favorito, el bluesman de rasposo gru?ido Howlin¡¯ Wolf, potencia las cualidades guturales de quien se sabe incapacitado para el melisma. Aunque compone alej¨¢ndose del patr¨®n R.E.M., donde la creaci¨®n era de base democr¨¢tica, si aparece alg¨²n tema en ese estilo, recurre a otras voces. Como las de su tercera esposa, Chloe Johnson, o la de Corin Tucker, de Sleater-Kinney.
¡°No tengo raz¨®n alguna para sentir l¨¢stima de m¨ª mismo'', remata Buck, que ultima ya un segundo ¨¢lbum. ''Tengo dos hijas maravillosas, he producido una obra que perdurar¨¢ en el tiempo, no he de volver a trabajar en mi vida. Me apetec¨ªa abrazar al joven que era yo a los 19 a?os, quiero enloquecer de verdad. Hoy enloquecemos m¨¢s en escena de lo que lo hice los ¨²ltimos 20 a?os, porque entonces beb¨ªa mucho, pero eso no es enloquecer, es otra cosa. Ahora nos soltamos, nos dejamos ir. Me siento totalmente libre, sin temores. Quiero ser aquel muchacho. Quiz¨¢s no sea exactamente quien yo era entonces, pero no tengo nada que perder. Y tampoco nada que ganar¡±.
La banda que cambi¨® todo
En aquellos tiempos, y posiblemente ahora, se necesitaba un rompehielos. Es decir, el grupo que sirva de embajador para todo un movimiento, si ese movimiento pretende salir del underground. R.E.M. fue la cara m¨¢s seductora del rock alternativo estadounidense, criado al calor del circuito universitario, condenado a los sellos indies y las ventas peque?as. A no ser que se pactara con el diablo.
R.E.M. demostr¨® que se pod¨ªa firmar con una multinacional y mantener las exigencias est¨¦ticas, los compromisos ideol¨®gicos y la coherencia interna. No fue f¨¢cil y, de hecho, se fueron dejando jirones: el baterista Bill Berry, el manager original, hasta el m¨¢s elemental enamoramiento con el esp¨ªritu del pop. Dejaron de interpretar en directo una de sus piezas m¨¢s radiantes, Shinny happy people, por el hecho de que convocaba a un p¨²blico equivocado, m¨¢s fiestero que reflexivo.
Pero esa es la naturaleza del juego. Atraes a millones de personas por unos estribillos pegajosos y unos v¨ªdeos simp¨¢ticos; eso no significa que la mayor¨ªa asimile tus observaciones sobre la muerte o los excesos imperiales de tu pa¨ªs (y menos cuando se trata de un cantante/letrista tan resbaladizo como Michael Stipe). Superaron el mismo drama que aceler¨® la destrucci¨®n de su amigo Kurt Cobain: la sensaci¨®n de que todo es un error, que est¨¢s actuando ante tus antiguos enemigos, ante gente que no entiende nada.... y que se revolver¨ªa si pillara el mensaje subyacente de disidencia pol¨ªtica y libertad sexual.
Finalmente, entraron en el carrusel. El desinter¨¦s del gran p¨²blico, las ventas decrecientes, los discos que inevitablemente eran proclamados como prodigios de resurrecci¨®n... y no. Elegantes caballeros, supieron cortar antes de caer en el patetismo. A su reputaci¨®n le espera una traves¨ªa del desierto, un periodo de digesti¨®n pesada. Un d¨ªa, cuando se atrevan a ¡ªpor ejemplo¡ª reeditar los discos que enviaban a su club de fans, con medio centenar de canciones raras y caprichosas, tal vez comience la reevaluaci¨®n, el nuevo descubrimiento de que R.E.M. era una banda a¨²n m¨¢s poli¨¦drica de lo que cre¨ªamos, siempre dispuesta a bailar sobre la cuerda floja.
Hasta que eso ocurra, resulta tonificante saber que Peter Buck ha vuelto a los or¨ªgenes: el chico musiquero que trabajaba en una tienda de discos, que esperaba la llegada del New Musical Express para so?ar con m¨²sicas inaccesibles, que se sab¨ªa parte de una clandestinidad internacional. Ahora toca detr¨¢s de sus colegas, prueba con grupos de capricho como Tired Pony, graba y edita discos propios sin grandes presupuestos ni promoci¨®n. Vuela por debajo del radar. Bendito sea: se lo puede permitir.
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