Una isla terap¨¦utica
Hab¨ªa que convertir la catedral en un gran hotel balneario, dijo Ruitort ante la sorpresa de todos
Al terminar la guerra europea, el Fomento del Turismo de Mallorca, sociedad destinada, como su nombre indica, a incrementar los visitantes de la isla, invit¨® al prestigioso profesor argentino Doctor Herm¨®genes Riutort, reconocido especialista mundial en materias de insularidad tur¨ªstica. El motivo era doble, se trataba, por un lado, de escuchar de labios de Riutort, descendiente de mallorquines, las directrices de un experto y a la vez de llamar la atenci¨®n de los turistas extranjeros, en especial de los argentinos, con los que tan buenas relaciones ten¨ªamos por entonces, para que visitaran sin falta Mallorca.
Las giras del profesor eran seguidas por multitud de adeptos. El secretario de Riutort hab¨ªa asegurado a los organizadores que unos 3.321 seguidores ten¨ªan previsto viajar a Palma desde el Cono Sur, muchos de ellos descendientes igualmente de mallorquines, deseosos de volver a la isla y, tal vez, invertir dinero en la propuesta del profesor. La noticia, que se dio a conocer en seguida a la prensa, no fue tan bien recibida como se esperaba.
As¨ª, por ejemplo, en el diario Baleares un editorial consideraba inadmisible invitar a don Herm¨®genes para que ¡°como remedio a la carencia de turistas que venimos padeciendo por las circunstancias internacionales, traiga a su p¨²blico sin que nuestra industria cumpla con los requisitos de poderles atender debidamente ya que no cuenta con las necesarias plazas. Tal vez habr¨¢ que sugerir a los distinguidos clientes que compartan cama de dos en dos o de tres en tres, indic¨¢ndoles adem¨¢s la colocaci¨®n: los pies propios junto a la cabeza ajena en una misma almohada, en cumplimiento con las m¨ªnimas normas morales, etc. etc¡±.
Sin embargo las previsiones de visitantes que tan satisfechos ten¨ªan a una parte de los mallorquines y tan preocupados a la otra, fallaron por completo. El profesor lleg¨® tan solo acompa?ado de una veintena de compatriotas, a los que se pudo alojar c¨®modamente en el hotel Alhambra.
El Diario de Mallorca fue el primer peri¨®dico en entrevistar al profesor, cuyo cuerpo entero reproduc¨ªa una fotograf¨ªa que ocupaba media p¨¢gina. El aspecto del profesor era imponente, llevaba un bigote tan poblado y enroscado que hab¨ªa que observar con cuidado la fotograf¨ªa para poder deducir que era pelo de su propia cosecha y no dos culebras unidas lo que cubr¨ªa por completo el labio superior, escond¨ªa el inferior y tomaba a ambos lados de la cara una peligrosa curvatura triple que acababa en punta por detr¨¢s de las orejas.
De la entrevista se pod¨ªa deducir que, en efecto, dominaba el tema insular: la isla como espacio de felicidad, la isla como escenario de dicha, una dicha que los nacidos en las islas traen consigo desde el momento de su concepci¨®n aunque no lo sepan y el resto de los mortales solo pueden adquirir si pasan una larga temporada en una isla, aunque no todas las islas ofrecen las mismas posibilidades felices, solo las terap¨¦uticas, aquellas en que la gente puede curarse de sus males. Pero para ello hab¨ªa que encontrar d¨®nde estaba el lugar, o qu¨¦ elemento salut¨ªfero era el sanador y ¨¦l contaba con esos poderes: desplegando su bigote como varita m¨¢gica, a diestro y a siniestro, era capaz de dar con ¨¦l. Y en cuanto hubiera dado con ¨¦l, propon¨ªa la construcci¨®n de un hotel balneario o centro de salud para que con la terapia adecuada los turistas curaran sus males.
Esgrim¨ªa con razones muy eruditas el fracaso de dos personalidades internacionales de primer orden, Chopin y Dar¨ªo, que, en diferentes ¨¦pocas, en 1838 uno y en 1913, el otro, hab¨ªan llegado a Mallorca para sanar de sus dolencias y no solo no lo hab¨ªan conseguido sino que hab¨ªan dejado la isla en peor estado, mucho m¨¢s perjudicados y agravados de lo que hab¨ªan llegado. Las cualidades terap¨¦uticas de la isla constituir¨ªan el mejor reclamo para un turismo de lujo, gracias al que, preservando el paisaje, los mallorquines podr¨ªan vivir felices y ricos por siempre jam¨¢s.
El profesor doctor Herm¨®genes Riutort se pas¨® cuatro d¨ªas pase¨¢ndose por toda la isla, yendo y viniendo de un lado a otro, sin dejar rinc¨®n por escudri?ar para tratar de dar con el sitio adecuado. Finalmente lo encontr¨® y para revelarlo ofreci¨® una rueda de prensa, con asistencia de las autoridades que le hab¨ªan agasajado, en el sal¨®n de actos del elegante C¨ªrculo Mallorqu¨ªn. Muy serio, anunci¨® que sus tent¨¢culos bigotudos, que jam¨¢s se equivocaban, hab¨ªan se?alado el lugar. Una y otra vez le hab¨ªan encaminado con precisi¨®n al sitio id¨®neo: la catedral. Hab¨ªa que convertir la catedral en un gran hotel balneario, dijo, ante la sorpresa de todos. En el fondo ?qu¨¦ mejor sitio que aquel? ?No hab¨ªan albergado desde antiguo los recintos sagrados a los dolientes peregrinos?
La propuesta de don Herm¨®genes, motejado de farsante impostor por la prensa conservadora, fue rechazada de plano por la curia. Sin embargo hoy todav¨ªa algunos se preguntan si no hubiera sido mejor convertir la isla en centro terape¨²tico sacrificando la catedral para bien de los Chopines y Dar¨ªos del futuro. Tal vez la inmolaci¨®n de la seo hubiera sido suficiente para librarnos de otros desastres que el experto igualmente predijo si no se le hac¨ªa caso, antes de abandonar Mallorca con el bigote entre las piernas.
Carme Riera es escritora y acad¨¦mica electa de la RAE. Su ¨²ltimo libro es Tiempo de inocencia (2013).
Babelia
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