Horterada con clase

Michael Bay ha encontrado los personajes ideales y la historia perfecta para su tipo de cine. Entre la comedia sat¨ªrica, la acci¨®n desmesurada, la mitificaci¨®n grotesca, el thriller salvaje, el recauchutado hormonal y el americanismo colorista, Dolor y dinero est¨¢ basada en un hecho real. ?Bay contando algo que ha ocurrido en verdad (y que no sea Pearl Harbor)? S¨ª, pero es que a veces la poca plausibilidad de la vida va m¨¢s all¨¢ de toda l¨®gica. Eso s¨ª, este mismo relato, que toma como base unos art¨ªculos para Miami New Times, podr¨ªa haber dado pie a muy distintas pel¨ªculas: de Michael Mann, los Coen, Errol Morris, Martin Scorsese o Ben Stiller. As¨ª de ricos pueden ser el cine y, en general, la creaci¨®n.

En una frase: un entrenador personal de gimnasio con medio dedo de frente y dos culturistas que no alcanzan ese nivel planean un secuestro para hacerse ricos. Con su c¨¢mara en constante movimiento, su habitual montaje el¨¦ctrico, pero ya sin exageraciones, la fotograf¨ªa de colores muy contrastados, las c¨¢maras lentas cada vez mejor elegidas y sus congelados de dise?o, Bay demuestra que incluso las horteradas pueden ser de distintos tipos, y esta vez la suya es una horterada con clase. Porque quiz¨¢ lo mejor sea que, a pesar del enfrentamiento natural entre Bay y cualquier atisbo de cr¨ªtica o reflexi¨®n trascendente, el lado oscuro del sue?o americano est¨¢ muy presente en su pel¨ªcula, confundido entre los l¨²bricos y pat¨¦ticos sue?os de eternidad de unas criaturas que, como dice el personaje de Ed Harris, no son m¨¢s que ¡° tres putos subnormales¡±.