Un paradigma en peligro
El cabildo cordob¨¦s utiliz¨® la consagraci¨®n al culto cat¨®lico y una reforma inconstitucional perpetrada por Aznar como argumento para inscribirla a su nombre en el Registro
La Mezquita de C¨®rdoba no es un palimpsesto de culturas y religiones, como pretende hacernos creer la jerarqu¨ªa cat¨®lica que la posee y explota tur¨ªsticamente. No se trata de una mera superposici¨®n de capas arqueol¨®gicas que se aplastan y ocultan unas a otras, quedando visible y victoriosa s¨®lo la ¨²ltima. Todo lo contrario. La Mezquita de C¨®rdoba es un crisol arquitect¨®nico y art¨ªstico que desnuda toda la riqueza espiritual de Andaluc¨ªa y el ser humano. Por eso es Patrimonio de la Humanidad y nos pertenece a todos. Un templo inmemorial que a¨²n no ha perdido la memoria, pero que podr¨ªa perderla si se sigue tolerando la apropiaci¨®n jur¨ªdica, econ¨®mica y simb¨®lica que est¨¢ llevando a cabo la jerarqu¨ªa cat¨®lica, especialmente a partir de su inscripci¨®n en el Registro de la Propiedad en 2006.
Tomando por cierto lo evidente, en la Mezquita de C¨®rdoba se observan nudos de Salom¨®n como en una sinagoga y columnas entorchadas que el pueblo ara?a con monedas temiendo oler al diablo; mosaicos decorados al modo de los templos romanos y con id¨¦ntica orientaci¨®n; un bosque sincr¨¦tico de columnas b¨¦ticas, visigodas, bizantinas y andalus¨ªes, que abrazan al Mihrab o se?alan donde estuvo en otro tiempo; cimacios en el coraz¨®n de la Mezquita primitiva con las im¨¢genes intactas de los ap¨®stoles o la Virgen Mar¨ªa; el postigo de entrada original con motivos vegetales al estilo bizantino, de construcci¨®n previa a la presunta conquista ¨¢rabe; acueductos con arcos de herradura que, como dec¨ªa Lorca, ya conoc¨ªan los arquitectos hispano-andaluces y que mejoraron con las t¨¦cnicas orientales para crear la identidad m¨¢s reconocible y aut¨¦ntica del monumento; tumbas de nobles y can¨®nicos a ras de suelo como enterramientos musulmanes; una Capilla Real con moc¨¢rabes y azulejos mud¨¦jares, a semejanza del sepulcro de la mism¨ªsima Isabel de Castilla; una zarzuela de cristos y v¨ªrgenes; dos catedrales cat¨®licas; y el Mihrab de la Mezquita m¨¢s grande y bella de Occidente. Todo eso y mucho m¨¢s convierten la Mezquita de C¨®rdoba en un paradigma universal del respeto a la diferencia. En un faro tan luminoso que ciega a quien lo tiene m¨¢s cerca.
Tomando por cierto lo evidente, el velo invisible de la consagraci¨®n al culto cat¨®lico no puede ocultar la caleidosc¨®pica inmensidad de su pasado. Sin embargo, el cabildo cordob¨¦s utiliz¨® este argumento y una reforma inconstitucional perpetrada por Aznar para inscribirla a su nombre en el Registro. La llamaron Santa Iglesia Catedral de C¨®rdoba. Y desde entonces cometen esta metonimia hasta en las entradas que cobran y no declaran en concepto de donativos. Ni el Papa se atrevi¨® a cambiar el nombre al Pante¨®n en Roma, ni el Sult¨¢n el de Santa Sof¨ªa en Estambul. Si toda la Mezquita fuera Catedral pasar¨ªa a ser el templo m¨¢s grande de la cristiandad, superando a la Bas¨ªlica de San Pedro en el Vaticano. El Obispo de C¨®rdoba estar¨ªa sentado en una sede mayor que la del Papa. Algo inadmisible hasta para el catolicismo m¨¢s integrista. Mezquita es su denominaci¨®n popular y mundialmente conocida. Mezquita-Catedral, la m¨¢s ecum¨¦nica. En ning¨²n caso, s¨®lo Catedral. La parte no puede denominar al todo, ni justificar la apropiaci¨®n ileg¨ªtima de un bien p¨²blico. Su inmatriculaci¨®n es nula de pleno derecho debido a la inconstitucionalidad de las normas en la que se ampara (la Iglesia Cat¨®lica no es una administraci¨®n), la carencia de un titulo material para su adquisici¨®n (consagrar no es un modo reconocido en nuestro Derecho), y la imposibilidad legal de usucapir bienes p¨²blicos. En consecuencia, no se le puede exigir a la Iglesia Cat¨®lica el IBI por ella, ya que nadie paga por lo que no es suyo.
Tomando por cierto lo evidente, m¨¢s all¨¢ de su destino espiritual, el uso m¨¢s importante del monumento es el tur¨ªstico. Dado que el Cabildo lo explota en r¨¦gimen de monopolio, en un ejercicio abusivo y casi policial, como m¨ªnimo deber¨ªa dar cuentas del dinero que recauda por las entradas. Carece de sentido que exijamos transparencia econ¨®mica a la corona, partidos, sindicatos o instituciones p¨²blicas, y no hagamos lo propio con la jerarqu¨ªa cat¨®lica que tambi¨¦n percibe dinero de las administraciones p¨²blicas, o ingentes cantidades de los particulares como donativos que podr¨ªamos desgravar en nuestro IRPF. Si el a?o pasado se calcula que gan¨® unos 11 millones de euros con las entradas a la Mezquita, tendr¨ªa que haber ingresado a las arcas p¨²blicas cerca de tres millones en concepto de impuestos. Imprescindibles para salvar de la exclusi¨®n a miles de familias. Y no por caridad cristiana, sino por justicia social.
La titularidad y la gesti¨®n de la Mezquita de C¨®rdoba deben ser p¨²blicas. Cuando la UNESCO revise en 2014 su calificaci¨®n como Patrimonio de la Humanidad, tiene que conocer al detalle este proceso de apropiaci¨®n ileg¨ªtima por la jerarqu¨ªa cat¨®lica, que supera el esperpento cuando la llama en los folletos ¡°intervenci¨®n isl¨¢mica de la Catedral¡±. La Mezquita de C¨®rdoba no s¨®lo es una Catedral y toda es mucho m¨¢s que una Mezquita. Tomando por cierto lo evidente, un paradigma en peligro.
Antonio Manuel Rodr¨ªguez Ramos es doctor en Derecho y profesor de Derecho Civil en la Universidad de C¨®rdoba. En 2009 revel¨® la inmatriculaci¨®n de la Mezquita de C¨®rdoba por la jerarqu¨ªa cat¨®lica.
Babelia
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