Anna Netrebko, instinto y coraz¨®n
Anna Netrebko domina tanto su nueva imagen como su voz, m¨¢s potente y vigorosa que nunca Adem¨¢s de un disco de arias de Verdi, la diva rusa afronta la preparaci¨®n de siete papeles
Bienvenidos a la segunda versi¨®n de Anna Netrebko¡ Es una cuesti¨®n f¨ªsica. Una historia corriente. Aunque no con respecto a las consecuencias de su tama?o. Hace cuatro a?os, ella y su pareja, el bar¨ªtono uruguayo Erwin Schrott, que pasaban por ser la imagen m¨¢s sexi de la ¨®pera mundial, anunciaban que tra¨ªan al mundo al peque?o Tiago. Meses despu¨¦s, el cuerpo de Netrebko fue cambiando. La voz tambi¨¦n. ¡°Me creci¨® tres veces m¨¢s de lo normal. No es corriente, no ocurre, salvo con algunas excepciones, y bueno, pues me ha tocado a m¨ª¡±. Al principio se asust¨®. Ten¨ªa la agenda cerrada con repertorio espec¨ªfico de soprano l¨ªrica o l¨ªrica spinto para unos cuantos a?os. Quer¨ªa proseguir un tiempo m¨¢s con sus ¨¦xitos sobre seguro a escala mundial: de San Petersburgo a Nueva York y de Salzburgo a Londres o Barcelona, como una soprano con tesitura m¨¢s ligera de lo que muestra hoy. Pero no ha podido alargarlo m¨¢s y ahora se nos presenta comprometida con el Verdi m¨¢s heavy en tono dram¨¢tico ¡ªJuana de Arco, la Lady Macbeth shakespeariana, la Leonora de Il trovatore, por ejemplo, a las que incluye en su nuevo disco de arias¡ª y con la cabeza metida en los siete nuevos papeles que quiere afrontar en los pr¨®ximos dos a?os, incluyendo a la Norma de Bellini y a la Elsa del Lohengrin wagneriano, en un potente desaf¨ªo a s¨ª misma del que espera salir airosa.
Tablas tiene. En el pasado festival de Salzburgo ¡ªsu terreno, donde se convirti¨® en la estrella que es hoy tras La Traviata, que cant¨® junto a Rolando Villaz¨®n en 2005¡ª volvi¨® a triunfar con la belicosa Juana de Arco. Seguridad, tambi¨¦n. Pero, quiz¨¢, la clave para permanecer sin despeinarse en su largo reinado la d¨¦ ella misma. ¡°Hemos visto algunas carreras de cantantes de mi generaci¨®n que se han quedado a medio camino. Creo que se debe en gran medida a sus temperamentos pasionales. A m¨ª no me puede pasar eso. Soy fr¨ªa. Fr¨ªa como el hielo¡±, afirma durante una entrevista en la sede de la ¨®pera de Viena.
?Fr¨ªa como el hielo? No lo parece. Pero si ella lo dice¡ ¡°Fr¨ªa como el hielo¡±, repite. ¡°Mental y emocionalmente¡±. Tambi¨¦n simp¨¢tica, abierta, extrovertida, desacomplejada. Pero, asimismo, dura de roer, en efecto. No nos enga?emos por la imagen superglamurosa que quiere transmitir desde hace tiempo, entregada a una promoci¨®n tan ligada al mundo del showbusiness versi¨®n USA, en la que un d¨ªa muestra su casa o confiesa que es capaz de preparar 15 versiones diferentes de huevos, otro posa con modelos de diosa y, a menudo, deslumbra en apariciones p¨²blicas.
Momentos estelares de una fuerza de la naturaleza
Guerra y paz (Madrid)
La primera vez que se pudo ver a Anna Netrebko en Madrid fue con un espectacular montaje de Guerra y paz, la ¨®pera de Prok¨®fiev, producida por el teatro Mariinski y dirigida por su descubridor oficial, Valeri G¨¦rgiev. Su timbre l¨ªrico evocaba al de la gran Galina Vishn¨¦vskaia, la soprano rusa que enamor¨®, entre otros, al compositor de la pieza inspirada en la novela de Tolst¨®i. Fue en 2001 y muchos entonces pudieron vislumbrar el fen¨®meno internacional que se cuajaba, muy protegida por el zar musical de entonces y ahora. La gracia y el poder¨ªo de Netrebko quedaban patentes en una magn¨ªfica carta de presentaci¨®n, como fue aquel m¨ªtico y espectacular montaje, uno de los mejores que se han visto en el Teatro Real. La an¨¦cdota del cantante que aterrado protagoniz¨® una sesi¨®n afectado por una mezcla de alcohol y pastillas no se le ha olvidado a la soprano. Todav¨ªa se est¨¢ riendo.
La Traviata (Salzburgo)
Cuando despu¨¦s del paso por Salzburgo de Gerard Mortier, su director por una d¨¦cada, resultaba complicado que se volviera a encender un foco potente en el festival, una soprano rusa y un tenor mexicano dieron la vuelta al mundo. Fue con una Traviata electrizante que les consagr¨® a nivel mundial. La desenfrenada y mal dirigida carrera de Rolando Villaz¨®n le cost¨® algunos problemas que le llevaron a una retirada prolongada de los escenarios. En cambio, la rusa ¡ªque hab¨ªa debutado en el festival tres a?os antes con la Donna Anna de Las bodas de F¨ªgaro¡ª no solt¨® la oportunidad de hacer ¨¦poca y ah¨ª sigue, en la brecha, ocho a?os despu¨¦s de aquel ¨¦xito. El mundo de la ¨®pera necesitaba su diva para el nuevo siglo y ah¨ª se present¨® la cantante con Verdi en un montaje de Willy Decker que, seg¨²n los presentes, result¨® un hito en la historia del festival. Despu¨¦s de aquello nada volvi¨® a ser igual en la vida y la carrera de Anna Netrebko.
El elixir de amor (Nueva York)
Cuando Peter Gelb se hizo cargo de la ?pera del Metropolitan en Nueva York en 2006, tuvo claro que uno de los ejes de su gesti¨®n ser¨ªa el tir¨®n de los divos. La historia de este arte hab¨ªa estado marcada a finales del siglo XX por una preponderancia de los directores de escena en Europa. Hab¨ªa llegado el momento ¡ªal menos en Nueva York¡ª de recalcar esa ciudad como la patria de los cantantes, cosa que nunca hab¨ªa dejado de ser. Pero esta vez con m¨¢s fuerza, si cabe. El intendente eligi¨® a Anna Netrebko para que marcara ¨¦poca en la ciudad. La cantante fij¨® una de sus dos residencias en Manhattan ¡ªla otra est¨¢ en Viena¡ª y se encarg¨® de inaugurar algunas temporadas de la mano de Gelb. "Es el que me propone los proyectos m¨¢s locos", asegura Netrebko. Su reto de encarnar a Ana Bolena y cantar El elixir de amor, ambas de Donizetti, la han convertido, entre otras cosas, en la reina indiscutible del Met esta ¨¦poca.
Tampoco por esa inquietante atracci¨®n sexual que intencionadamente despide en ciertos papeles sobre el escenario y de la que sac¨® gran partido en la ¨¦poca que hab¨ªa que ganarse un puesto dentro del foco. Pero Netrebko, muy adentro y tambi¨¦n de puertas para afuera, guarda mucho de la ni?a que tuvo una infancia feliz en su pueblo, Krasnodar, antes de que se trasladara a estudiar al conservatorio de San Petersburgo. ¡°Conservo muchos amigos de aquella ¨¦poca. Acaban de venir 11 de ellos a verme cantar en Mosc¨² y despu¨¦s nos hemos ido cuatro d¨ªas a San Petersburgo, y lo hemos pasado bomba¡±. Cercan¨ªa a los recuerdos de infancia, pero tambi¨¦n dureza. ¡°Estaba todo el d¨ªa en la calle, jugando a la guerra. Eso nos marc¨® mucho en Rusia. Por supuesto, siempre combat¨ªamos contra los alemanes, aunque ahora no les guardamos rencor¡±.
Prueba de ello, tangencialmente, es su otra nacionalidad: austriaca. Entre Viena y Nueva York reside casi todo el a?o. Siempre acompa?ada de su hijo Tiago. ¡°Ya s¨¦ que deber¨ªa ir a la escuela y que tiene que estar con otros ni?os, pero no, ir¨¢ m¨¢s tarde, ahora necesita a mam¨¢ y se queda con mam¨¢. Es muy feliz, no se preocupe, todo mi tiempo libre se lo dedico a ¨¦l, ni cines, ni lecturas, algunas salidas a restaurantes, vale, pero le llevamos con nosotros¡±. Duermen juntos, se levanta, le hace el desayuno ¡ªkasha, la leche rusa incluida¡ª, le deja jugar con el iPad ¡ª¡°aunque s¨¦ que no est¨¢ bien¡±¡ª y despu¨¦s la ni?era se lo lleva al parque mientras ella estudia.
Una vida normal, corriente, de madre entregada. Salvo cuando sale a escena y abre la boca. Entonces impregna de luces, colores y estados de ¨¢nimo que emocionan y azoran al p¨²blico que la escucha en este su nuevo momento. El de la nueva, vigorosa, potente, Anna Netrebko, muy dif¨ªcil ya de camelar, de dominar, de dejarse llevar a terrenos que no la convenzan. Quiz¨¢ con maneras m¨¢s propias de las divas de antes que de las m¨¢s contempor¨¢neas, como puede ser el caso de Cecilia Bartoli, otro modelo de carrera. Aunque cuando se le menciona esa palabra, tira de humildad: ¡°Cuando escucho ese t¨¦rmino, diva, pienso en Edita Gruberova, en Montserrat Caball¨¦, el resto, nosotras, somos sencillamente cantantes¡±.
Tiene una personalidad guerrera. ¡°De lo contrario, en este mundo, te hunden¡±, asegura. Bromas aparte sobre su afici¨®n a tirar con Kal¨¢shnikov en el campo para desahogarse, la cantante rusa sabe jugar sus bazas. No se puede decir que haya sucumbido absolutamente a la ¨®rbita de quienes han querido apadrinarla. Poco a poco ha ido conquistando su bien ganada independencia. Ya sus mentores sacan m¨¢s provecho de contar ellos con su colaboraci¨®n que al contrario. La han ayudado y apoyado a fondo en su carrera figuras tan dispares como la de Valeri G¨¦rgiev, Peter Gelb, Pl¨¢cido Domingo o Daniel Barenboim.
El primero la descubri¨® como director del teatro Mariinski de San Petersburgo. Cuenta la leyenda cenicientesca que ella limpiaba suelos en los pasillos y la escuch¨® cantar fregona en mano¡ ¡°Ay, estoy harta de esa historia, adem¨¢s no es del todo cierta. Es verdad que yo limpiaba, pero G¨¦rgiev me descubri¨® tras haber ganado un concurso¡±.
El zar la adopt¨®, pero tras su ¨¦xito en Salzburgo pas¨® a otras dimensiones. La de Domingo, con quien ha cantado Juana de Arco en esta pasada edici¨®n del festival; la de Barenboim, a quien adora y va a ver actuar en cualquier parte si coinciden en la misma ciudad: ¡°Ahora me ha retado para hacer juntos las ¨²ltimas cuatro canciones de Strauss, Dios m¨ªo¡±. Pero principalmente la del todopoderoso Peter Gelb. El director del Metropolitan de Nueva York la tiene en palmitas. Netrebko es una de las grandes divas para sus proyectos en su paso por la instituci¨®n. La soprano tiene un gran tir¨®n con el p¨²blico. Y largo recorrido.
Ella, sensatamente, aprovecha sus cualidades. Les quiere a todos por igual, les admira sin remilgos. ¡°Son grandes hombres, mis hombres, las grandes instituciones necesitan personalidades as¨ª, ambiciosas, para sacar proyectos importantes a la luz¡±. Pero no cae en las trampas del halago. ¡°S¨¦ distinguir, esa es la ventaja de mi frialdad, no me dejo camelar¡±.
En eso no bromea. Con otras cosas, s¨ª. Ha sabido acoplar su voz oscura, ¡°es as¨ª y me gusta¡±, a las luces de una vida p¨²blica. ¡°Soy glamurosa y, como tengo mucho talento, no necesito estudiar¡¡±. ?C¨®mo? ¡°Es broma, hombre. No se equivoque, estoy cansada de desmentir titulares basados en mis iron¨ªas¡±.
¡°Algunas cantantes de mi generaci¨®n se han quedado a medio camino. Creo que se debe a sus temperamentos pasionales¡±
Su gu¨ªa es el instinto. ¡°No me hable de cosas que no s¨¦. Yo no puedo teorizar sobre Verdi, no tengo ni idea, ahora, lo que s¨ª s¨¦ es que si escucho una voz puedo determinar si es capaz de cantarlo o no¡±. No va de enterada, ni se adentra en el terreno de la musicolog¨ªa. ¡°No me meto en trabajos de investigaci¨®n; estudio, leo, vale, pero me dejo guiar por lo que me dicta el coraz¨®n. Si la intuici¨®n me dice que lo haga, lo pruebo. Y por ahora nunca me ha fallado. Ese es mi m¨¦todo¡±. Que no le falte. Porque ese d¨ªa habr¨¢ perdido su criptonita. ¡°S¨¦ lo que necesito y lo que no. Puedo quedarme sin ello, entonces ese d¨ªa estar¨¦ acabada. Porque aqu¨ª¡±, insiste, ¡°si no, te hunden¡±.
Un ejemplo y una invitaci¨®n a comprobarlo. Su obsesi¨®n con Lady Macbeth. ¡°Este personaje me habla. Me dice cosas terribles, pero me atrae de una manera excitante en su propia maldad, en su tensi¨®n sexual. Es una leona y as¨ª quer¨ªa mostrarlo. Lo grab¨¦, pero no qued¨¦ nada convencida. No est¨¢, no est¨¢, no la encuentro. Volv¨ª a estudiarla, me tir¨¦ 4 o 5 meses intent¨¢ndolo de nuevo, hasta que estuve segura. No me equivoqu¨¦¡±. ?Qu¨¦ faltaba? ¡°Tampoco puedo explicarlo, cuando lo escuche, lo entender¨¢¡±. Puede ser un buen m¨¦todo de promoci¨®n. Colocarnos la carnaza, para que piquemos. Pero suena aut¨¦ntica.
Como cuando se refiere a los peros y reservas que pone a ciertas hero¨ªnas veristas. Podr¨ªa afrontarlas en un futuro si alguien es capaz de convencerla y conseguir que supere sus reparos para, por ejemplo, Tosca, de Puccini. ¡°Ya s¨¦ que tiene mucha personalidad y es una mujer dura y blablabl¨¢, pero a m¨ª no me gusta. Para convencerme tendr¨ªan que ofrecerme llevar algunos modelos que me volvieran loca y unas buenas joyas. Adem¨¢s, todav¨ªa soy joven para meterme en ese personaje¡±.
La fuerza de la nueva Netrebko va por otro lado. Por el de su talism¨¢n. ¡°Verdi¡ ?Mamma mia! A Verdi hay que estudiarlo. Necesitas absoluta precisi¨®n. No soy una soprano verdiana propiamente, pero me adapto a ¨¦l con toda mi entrega, si no, el p¨²blico no lo encuentra¡±. Le entusiasman esos nuevos desaf¨ªos en torno al genio italiano. De Lady Macbeth a Juana de Arco, esa ¨®pera tan poco representada, a medio camino entre el oratorio y el teatro, le aterra fallar en la Leonora de Il trovatore y parece haber dejado definitivamente de lado a Violeta Valery.
Pese a que La Traviata le dio su gran empuje y que podr¨ªa seguir cant¨¢ndola. ¡°Incluso mejor que antes¡±, asegura Netrebko, ¡°pero no, al menos de momento, estoy un poco cansada de ella¡±. Quiz¨¢ porque la raza le oblig¨® en un primer momento a demostrar qui¨¦n era ante cierto sector de la cr¨ªtica, y les tap¨® la boca: ¡°Meses antes de debutar en Salzburgo, algunos, en Rusia, escrib¨ªan: ¡®No puede cantarlo, copia a la Callas, mal, mal, mal¡¯, me pusieron a parir, y luego¡¡±.
Pero no hay rencor. Rusia es su centro. ¡°Soy cien por cien rusa¡±, afirma, de entrada. Puede que escaldada ante el esc¨¢ndalo que se mont¨® cuando solicit¨® su nacionalidad austriaca. Un gesto que hizo saltar a las hordas nacionalistas y que le vali¨® unos cuantos ataques injustos. Pero de pol¨ªtica se resiste a hablar m¨¢s all¨¢ de las met¨¢foras y los cr¨ªpticos mensajes (como el publicado en su perfil de Facebook a ra¨ªz de la pol¨¦mica ley contra la propaganda gay promulgada por el gobierno de Putin): ¡°Es un gran pa¨ªs, que poco a poco va recuperando su lugar en el mundo. Pero es como una casa enorme que necesita sus reformas. Hay que ir haci¨¦ndolas poco a poco. Que no se ve suficiente democracia, dicen, bueno, un pa¨ªs de esas dimensiones necesita algo de mano dura, si no, con mucha facilidad y en cualquier momento aparece el caos¡±. Un caos que ella trata de controlar en su propia vida. Aunque el orden no da tampoco una completa felicidad. ¡°?Feliz?¡ No s¨¦. Supongo que no puedo quejarme, tengo una vida privilegiada, pero hay ciertos aspectos que nunca puedes controlar del todo. De lo que no hay duda es de que afronto la vida positivamente¡±.
Verdi. Ana Netrebko. Orchestra Teatro Regio Torino. Deutsche Grammophon. Distribuido por Universal.
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