La calle toma el arte en Estambul
Pol¨¦mica y comprometida, la bienal plantea recobrar el espacio p¨²blico para la discusi¨®n pol¨ªtica El evento aporta el di¨¢logo Asia-Europa al circuito de las citas internacionales


Cuando la turca Fulya Erdemci, comisaria general de la 13? Bienal de Estambul, pensaba en la propuesta te¨®rica para esta edici¨®n ¡ªque abre hoy sus puertas al p¨²blico¡ª no pod¨ªa imaginar lo premonitorio de su planteamiento. Su tesis se centraba en el nuevo uso de los espacios p¨²blicos, en la posibilidad de tomarlos para dar la vuelta a lo que el poder impone a los habitantes de las ciudades que poco a poco son expulsados de sus barrios, literal o metaf¨®ricamente. Y justo en los d¨ªas previos a la inauguraci¨®n los manifestantes volv¨ªan a la plaza de Taksim tras la muerte de un joven y la polic¨ªa volv¨ªa a cargar contra ellos, a pesar de que en principio se trataba de protestas pac¨ªficas.
No era la primera vez que la realidad y sus formas de tomar el espacio en Estambul sorprend¨ªan a Erdemci. Cuando los eventos se precipitaron el 28 de mayo, despu¨¦s de que la polic¨ªa quemara las tiendas de los indignados en el parque Gezi, el equipo de la Bienal se hallaba en Venecia. Se unieron a la protesta la noche misma de su regreso. La cuesti¨®n era dif¨ªcil de obviar, desde luego, porque hab¨ªa ocurrido algo que raramente pasa con el arte actual, que s¨ª, habla de pol¨ªtica, pero a menudo lo hace en guetos especializados. Las aspiraciones de la Bienal hab¨ªan sido desbordadas por la realidad, en Taksim y sus alrededores, en medio de botes de humo, carreras y grafiti, los mismos que a¨²n se pueden contemplar no lejos de una plaza ya m¨ªtica, desde el caf¨¦-librer¨ªa Ada, en una calle donde la Bienal tiene dos sedes.
Por eso, ya en mayo Erdemci se replanteaba algunas cosas. Si adem¨¢s de las exposiciones estaban previstas intervenciones en los espacios p¨²blicos... ?para qu¨¦ salir a la calle y reflexionar sobre sus usos si esta hab¨ªa echado a andar por s¨ª sola, si se hab¨ªa puesto a plantear esas cuestiones de forma espont¨¢nea? M¨¢s a¨²n: cuando las calles vibran, es importante no quitarles el protagonismo.
Este cambio de estrategia ¡ªreconducir los eventos p¨²blicos¡ª obligaba a la Bienal a buscar sedes de ¨²ltima hora, motivo por el cual hay momentos en los que al pasear por la muestra las cosas parecen un poco fracturadas, hiladas con pespuntes apenas. Aunque quiz¨¢s esa sensaci¨®n de fragmentaci¨®n deriva de algo m¨¢s profundo: la ciudad y sociedad parecen estar resquebrajadas. Y tal vez todo eso ha salido a relucir entre las piezas en las salas.

Esta no es una exposici¨®n al uso. Las circunstancias hist¨®ricas han ocasionado que la 13? Bienal de Estambul y sus preguntas sobre el espacio p¨²blico se hagan realidad en las calles, y por eso la Bienal ha querido que la entrada sea gratuita. ¡°Son tiempos de solidaridad¡±, se o¨ªa decir a alguien. Por eso, m¨¢s all¨¢ de esos pespuntes, tengo la impresi¨®n de que ser¨¢ una bienal hist¨®rica por lo oportuno del planteamiento en un Estambul a medio camino entre boom econ¨®mico y una colectividad que no est¨¢ dispuesta a perder sus libertades civiles y laicas.
As¨ª, frente a esas estrategias y la codicia del poder, Erdemci propone un espacio intermedio donde parecer¨ªa posible replantear la realidad lejos de las estrategias al uso. Se trata de un espacio sutil que se est¨¢ escapando mientras se nombra y por eso tambi¨¦n a veces al pasear se tiene la sensaci¨®n de que se abren los pespuntes. Podr¨ªa ser intencionado y que lo que se anda buscando es huir de los discursos contundentes y cerrados a los cuales nos tienen acostumbrados los grandes eventos art¨ªsticos.
No en vano, el t¨ªtulo de la Bienal toma prestado el de un libro de la poeta turca Lale M¨¹ld¨¹r, nacida en 1956: Mam¨¢, ?soy un b¨¢rbaro? El b¨¢rbaro era en la Grecia cl¨¢sica el que no hablaba griego, el extranjero, el opuesto al civilizado, y es alrededor de esa dicotom¨ªa donde se mueve el marco te¨®rico de la bienal.
Es la necesidad de encontrar un espacio y un lenguaje donde se pueda volver a narrar desde otros lugares. As¨ª ocurre con muchos proyectos de mujeres, siempre en busca de f¨®rmulas alternativas de decir diciendo, siempre tratando de evitar un discurso del poder que conoce cada f¨®rmula narrativa de memoria. Se trata del lenguaje del extranjero, del que, al llegar, formula las preguntas en el lugar donde llega, sencillamente, porque no da nada por hecho.
¡°Aqu¨ª estoy con una gran pregunta¡±, escribe precisamente M¨¹ld¨¹r, protagonista y activista tambi¨¦n de una pel¨ªcula que se expone en la que para m¨ª es la sede m¨¢s contundente y m¨¢s po¨¦tica, la Escuela Griega. ¡°Lo preguntaba para estar segura de que / soy uno de esos grandes poetas / de los cuales hablaba Proust. / Los alfabetos son insuficientes. / Son tan insuficientes que a veces / es complicado diferenciar / entre los dos, la gente/ y los poetas¡±.
Esos espacios intermedios, esas nuevas narrativas, son perseguidos en esta edici¨®n y por eso la comisaria ha escogido con cuidado a los artistas, en su mayor¨ªa fuera del ¨¢mbito estadounidense y europeo. Llama la atenci¨®n la enorme cantidad de creadores de Am¨¦rica Latina y algunos cl¨¢sicos como Gordon Matta Clark, que est¨¢ ah¨ª quiz¨¢s por motivos sentimentales.
Los turcos tambi¨¦n parecen bien representados, aunque sin lugar a dudas una de las obras m¨¢s extraordinarias es el v¨ªdeo de Halil Altindere ¡ªque se pudo ver en la exposici¨®n del Centro Dos de Mayo de M¨®stoles¡ª, donde se reflexiona sobre la destrucci¨®n de la ciudad de Estambul para volver a construir en sus barrios. Dicha obra se halla en la sede principal, que est¨¢ organizada en plazas para hablar del espacio p¨²blico y del monumento.
Algunas de las obras m¨¢s cohesionadas reflexionan estas cuestiones, como la de la cairota Amal Kenawy o la brasile?a Cinthia Marcelle, con su fabuloso v¨ªdeo que muestra el modo en el cual los residuos se acumulan a la izquierda y derecha dejando una fractura central.
No faltan colectivos como los ingleses Freee o Maider L¨®pez ¡ªla ¨²nica espa?ola, adem¨¢s de Galindo y Sierra de quienes se muestra la obra que present¨® en Madrid Helga de Alvear¡ª que reflexionan sobre los caminos impuestos y sus alternativas. O propuestas perform¨¢ticas contra los modos de producci¨®n del poder (Hito Steyerl o Mika Rottenberg).
Pero sin lugar a dudas una de obras que mejor muestra la potente tesis de Erdemci, a cuya altura no llegan a veces los trabajos presentados, es el v¨ªdeo de Annika Eriksson, rodado en las afueras de Estambul y donde se muestran unos perros vagabundos, exiliados, expulsados de la ciudad, como muchos de sus habitantes en esa operaci¨®n perversa del poder de quedarse con todo. La obra, el recorrido m¨¢s po¨¦tico y m¨¢s pol¨ªtico, lleno de esos espacios intermedios que la comisaria identifica como los de la poes¨ªa, plantea de una forma inusitada la reflexi¨®n de Lala M¨¹ld¨¹r: los alfabetos son tan insuficientes que a veces es complicado diferenciar entre la gente y los poetas.
No muy lejos de all¨ª, en Taksim, la gente, convertida a su modo en poeta en los espacios p¨²blicos de Estambul, sue?a con un d¨ªa siguiente distinto.
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