Vuelta al cole
Al arrancar el a?o escolar nos topamos con las dificultades de los centros para tener listos los horarios, tejidos entre recortes y negativas de medios
El curso ha empezado con una bofetada humillante con guante franc¨¦s. Los quince puntos de la carta de laicidad de la educaci¨®n p¨²blica del pa¨ªs vecino reflejan sin hipocres¨ªa una apuesta abierta por la formaci¨®n en libertad, atendiendo a la exigencia de un mundo donde ya no es posible premiar a unas religiones sobre otras. Lo m¨¢s relevante es que concede a las aulas la importancia que merecen. Forman a los ciudadanos de un pa¨ªs futuro. En Espa?a seguimos tir¨¢ndonos de los pelos porque la sociedad no es nunca lo que quisi¨¦ramos que fuera, pero no atendemos a la matriz escolar, lugar de origen de todos los problemas, desigualdades y fracasos futuros.
Pero si Francia es un espejismo inalcanzable, nuestra realidad es que en verano asistimos, sin demasiado esc¨¢ndalo, a la apertura de comedores para atender necesidades b¨¢sicas alimenticias de ni?os en varias regiones. El hambre es un viejo conocido, pero nunca cre¨ªmos que estuviera tan cerca. Al arrancar el a?o escolar nos topamos con las dificultades de los centros educativos para tener listos los horarios, tejidos entre recortes y negativas de medios, un verdadero encaje de bolillos que en la pr¨¢ctica est¨¢ retrasando el inicio de curso, algo que a los padres no parece preocupar demasiado. Sobre todo si juzgamos esa imagen que difunden los medios al comienzo del curso, donde los padres solo aparecen para contar lo felices que est¨¢n de sacarse a sus hijos de encima tras las vacaciones.
Seguro que habr¨¢ padres que agradecer¨ªan ser alertados de las dificultades del centro al que env¨ªan a sus hijos. Y a¨²n ser¨ªa mejor conocer su opini¨®n general al saber que este a?o las clases con cuarenta alumnos ser¨¢n una opci¨®n organizativa. Mientras tanto prosigue la certeza de que funcionan las listas negras desde las autoridades educativas madrile?as, con directores sancionados y perjudicados tan solo por expresar ante la prensa sus cr¨ªticas, sus peticiones, sus necesidades, cuando no sencillamente por movilizarse en defensa de los derechos de la educaci¨®n p¨²blica. Puede que la fatiga termine por concedernos la paz escolar, pero detr¨¢s de esa paz se esconde la degradaci¨®n y la desigualdad como norma. Pero a los informativos les basta con esa fiesta algo forzada al grito de Vuelta al cole.
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