Arctic Monkeys ¡®AM¡¯
Arctic Monkeys van camino de redefinir el concepto para todos los p¨²blicos, bajo la tan simple premisa de que, si lo haces todo bien, es muy probable que el gustes a todo el mundo.
Desde que lanzaran su segundo largo, casi toda la literatura alrededor del cuarteto de Sheffield ha girado alrededor de c¨®mo aquellos cuatro imberbes de los que nadie esperaba nada se han sobreponiendo, disco a disco, a su f¨²til destino. Noel Gallagher dijo que ten¨ªan el peor nombre del mundo y hoy 100.000 personas lo corean en el festival de Glastonbury sin escap¨¢rseles la risa. Max?mo Park vieron c¨®mo se vaciaba la sala tras el concierto de los Monkeys y ellos se quedaban con poco menos de medio aforo, a pesar de ser cabezas de cartel, en aquel c¨¦lebre NME Tour que marc¨® el final de una era para el indie brit¨¢nico y el inicio de otra, la del grupo de Alex Turner.
Pero no solo Arctic Monkeys han sabido llegar a este quinto disco apagando poco a poco el volumen del escepticismo, sino que han conseguido saber traicionarse con estilo, el suficiente, al menos, para que a muchos de los que cre¨ªmos desde el primer d¨ªa en su promesa de un kebab picante, un taxi a casa esta noche y una chica despeinada la ma?ana siguiente, hoy nos parezca hasta l¨®gico que Turner sea portada de una revista de moda, luzca tup¨¦, se declare un dios del rock¡ que haga rock, en fin. Y es que, de alguna manera, Alex y los suyos se podr¨ªan haber convertido en todo aquello de lo que se re¨ªan en Fake tales of San Francisco (¡°me gustar¨ªa contaros mi problema con vosotros: nos sois de Nueva York, sois de Rotherham¡±), aquella demo en mp3 que lleg¨® a muchos ordenadores cuando el Itunes a¨²n funcionaba con el Mac Os9 y la gente hablaba de mp3 porque le daba pudor llamarle canci¨®n a algo que sal¨ªa de dentro de una computadora y no se pod¨ªa coger con las manos. Pero lo han hecho bien, mucho mejor que en Humbug, cuando quisieron ser QOTSA y tuvieron la mala suerte de casi lograrlo.
Ficha
T¨ªtulo: AM
G¨¦nero: Rock
Sello: Domino
A?o: 2013
Puntuaci¨®n: Cuatro estrellas
Aqu¨ª, en este esplendoroso AM, pasean por Los Angeles en descapotable, pero jam¨¢s se les pasar¨ªa por la cabeza entrar en un bar y pedir cerveza embotellada. Comen hamburguesas, pero a las patatas le contin¨²an echando vinagre, jam¨¢s k¨¦tchup. Siguen llamando a sus madres, al menos, una vez a la semana. Siguen preguntando a sus colegas qu¨¦ ha hecho el Sheffield Wednesday el s¨¢bado (maldito uso horario Pac¨ªfico) y lo hacen con la conciencia tranquila, a pesar de acabar de lanzar un tema llamado One for the road, que contiene un falsete, u otro titulado I wanna be yours, que, durante 22 segundos ¨Chasta que empieza a cantar Turner-, casi parece una canci¨®n de Morcheeba. No pasa nada, y en un banda en la que han pasado tantas cosas ¨Cla mayor¨ªa buenas y, sobre todo, forzadas por ellos mismos- eso es un verdadero milagro. Arctic Monkeys son distintos, pero son los mismos ¨Cy le gustan a los mismos, es complicado sentirse traicionado por alguien tan inteligente-, hasta el punto de que hoy no sabes si sentarte en el lado de la iglesia en el que los invitados del novio hablan de f¨²tbol y del clima (R¡¯U Mine, Snap out of it), en el que se sientan los de la novia, preocupados por si han dejado el tractor en doble fila (Do I wanna know?, No 1 Party Anthem), o incluso en esa zona cerca del p¨²lpito que las blogueras han hecho suya porque la luz les recuerda a alg¨²n filtro de Instagram (Knee socks, Fireside).
Arctic Monkeys van camino de redefinir el concepto para todos los p¨²blicos, y lo est¨¢n a punto de conseguir bajo la tan simple como sorprendente premisa de que, si lo haces todo bien, es muy probable que el gustes a todo el mundo.
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