Julia Navarro viaja de ¡®Doctor Zhivago¡¯ a ¡®?xodo¡¯
La escritora enlaza la Rusia zarista con el conflicto jud¨ªo palestino en su nueva novela ¡®Dispara, yo ya estoy muerto¡¯


En el viejo sal¨®n del trono de los Romanov, donde a¨²n resuenan los pasos de los zares (y mira que ha llovido desde entonces), la escritora Julia Navarro ha visto algo que ha captado especialmente su atenci¨®n. Es un monje con un h¨¢bito extra?o que se pierde entre los visitantes. Ni corta ni perezosa, la novelista echa a andar a toda prisa a trav¨¦s de la enorme estancia en direcci¨®n al religioso que camina hacia la salida. La sigo apresuradamente; a ver si me voy a perder el arranque de una novela. La autora de La hermandad de la S¨¢bana Santa llega hasta el monje e intercambia unas palabras con ¨¦l. ?Un templario?, ?el espectro de Rasput¨ªn? ¡°?Qu¨¦ va! Es el padre Jose, brasile?o, con el h¨¢bito de franciscano conventual; est¨¢ de turismo¡±, revela la novelista. Y contin¨²a con un gui?o: ¡°A m¨ª tambi¨¦n me habr¨ªa gustado algo m¨¢s misterioso¡±.
Julia Navarro (Madrid, 1953) es un encanto de mujer, simp¨¢tica, discreta ¨Cpese a haber vendido m¨¢s de cinco millones de libros-, amable y entusiasta. Est¨¢ de viaje promocional en San Petersburgo para presentar su nueva novela, Dispara, yo ya estoy muerto (Plaza & Jan¨¦s), una monumental (900 p¨¢ginas) historia de dos familias parte de cuya trama arranca en la ciudad rusa en el siglo XIX. Visitando el museo del Hermitage, el antiguo Palacio de Invierno, tras declinar la propuesta de que la fotograf¨ªen junto al trono como reina del best seller ¨C¡°no me gustan los tronos¡±- , Navarro se ha quedado pensativa frente a un enorme retrato de Catalina la Grande y extasiada ante una Anunciaci¨®n peque?ita de Simone Martini. Luego nos ha arrastrado a varios periodistas a su zona preferida del historiado palacio, las habitaciones privadas. Atravesamos a paso de marcha ¨Clo que es fatigoso si llevas en el zurr¨®n la voluminosa novela- infinitas salas fastuosas con arpas, tapices, panoplias y sensacionales vistas al Neva, hasta llegar al comedor del zar donde se reun¨ªa el gobierno provisional de K¨¦rensky aquel octubre revolucionario de 1917, protegido por cadetes, una unidad de ciclistas, cosacos y un batall¨®n femenino. ¡°Aqu¨ª mismo les detuvieron¡±, establece la escritora. Y nos hace visualizar la irrupci¨®n de los asaltantes ¨C¡°como Pedro por su dacha¡±, bromea alguien-, el tableteo afuera de las ametralladoras de los coches blindados y los ca?onazos del crucero Aurora que habr¨¢n hecho estremecerse la porcelana.
Julia Navarro est¨¢ de viaje promocional en San Petersburgo para presentar su nueva novela, Dispara, yo ya estoy muerto
M¨¢s tarde, visitando el viejo barco de guerra convertido en museo, Navarro se encasquetar¨¢ sin dudarlo ¨Ccomo todos- una gorra revolucionaria de las que venden en los tenderetes vecinos. ¡°?Esta ciudad me entusiasma!¡±, exclama la escritora bajo la columna del zar Alejandro, en la plaza del Palacio (Dvortsovaya ploshchad) que figura en la portada de su libro. No es San Petersburgo el ¨²nico escenario de la novela, ni mucho menos. Par¨ªs, Varsovia, Londres, Sal¨®nica, Estambul, Amman, Tel Aviv y sobre todo Jerusal¨¦n son lugares en que transcurre la acci¨®n, y tambi¨¦n en Madrid y Toledo. Y en Deir Yassin. Y en Auschwitz y Ravensbr¨¹ck. La novela se centra en dos personajes y sus familias, el jud¨ªo ruso Samuel Zucker, que emigra a Palestina, y el palestino Ahmed Ziad, con el que entabla una larga amistad, llena, como puede preverse, de sinsabores.
La trama, plena de emociones y con el tel¨®n de fondo de los grandes sucesos desde finales del XIX a 1948 ¨Clos pogromos, la I Guerra Mundial, la revoluci¨®n rusa, el nazismo, la II Guerra Mundial, la partici¨®n de Palestina, el nacimiento del Estado de Israel y la primera guerra con los ¨¢rabes- sigue a las dos familias a lo largo de varias generaciones. Por las p¨¢ginas desfilan personajes hist¨®ricos como Bakunin, Theodor Herzl, Ben Gurion, ?Lawrence de Arabia!, Ibn Saud, el Gran Mufti o Mengele.
la m¨ªa no es una lecci¨®n de historia sino una novela de personajes, de gente corriente, que sufre las grandes decisiones que se toman en su ¨¦poca
Le digo a la escritora que su novela arranca como Doctor Zhivago y acaba como ?xodo. De hecho, Dispara, yo ya estoy muerto tiene elementos que recuerdan al bueno de Leon Uris, al que ha le¨ªdo. Pero sus modelos, dice, son sus admirados Tolstoi y Balzac. ¡°Me gustan las novelas costumbristas que a la vez hacen un gran retrato de su tiempo, la m¨ªa no es una lecci¨®n de historia sino una novela de personajes, de gente corriente, que sufre las grandes decisiones que se toman en su ¨¦poca. Me agrada mostrar c¨®mo la historia con may¨²scula afecta a los que atravesamos la historia a pie, c¨®mo nos determina; y darles voz a las personas comunes, a las que nunca la tienen¡±.
Navarro escogi¨® Oriente Medio como escenario fundamental de su novela tras descartar los Balcanes. ¡°No he tratado de escribir una novela de jud¨ªos y palestinos, simplemente quer¨ªa un marco para situar una historia de amistad y afectos enfrentados a las vicisitudes de la historia. En cuanto al conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, me muestro equidistante, no tomo partido ni ofrezco soluciones, me limito a mostrar la manera en que se desarrollaron las cosas¡±. Le se?alo que tal vez salga favorecido el personaje de Samuel, el jud¨ªo, un hombre m¨¢s moderno, cosmopolita y liberal que su amigo y contrapartida ¨¢rabe, Ahmed. ¡°No tengo m¨¢s simpat¨ªa por los jud¨ªos, de hecho, si tuviera que elegir un personaje por el que siento m¨¢s simpat¨ªa, ese ser¨ªa Ahmed, lo he tratado con especial mimo, si hay alguien bueno en la novela es ¨¦l¡±. Ser personaje de Julia Navarro no es ninguna bicoca, aunque le caigas simp¨¢tico; si te tiene que eliminarte lo hace sin que le tiemble el pulso. ¡°Soy bastante fr¨ªa en eso, la novela est¨¢ muy pensada y planificada, he trabajado mucho, tres a?os; he movido muchos personajes y cuando tienen que desaparecer, desaparecen¡±.
De su econom¨ªa en las descripciones, explica que viaja a los lugares ¡°pero evito volcar todo lo que veo, para que no se me vaya la novela de las manos¡±. A Navarro no le hace gracia que la compare con Ken Follet ¨C¡°no veo el parecido, yo no escribo novela hist¨®rica¡±- pero en cambio r¨ªe deportivamente cuando le comento que el t¨ªtulo de su novela sugiere un espagueti western (que no es precisamente el caso). ¡°Me sali¨® desde que proyect¨¦ la novela, es el primer t¨ªtulo que tengo claro desde el primer momento, y tiene su explicaci¨®n al final. ?En la editorial creyeron que hab¨ªa escrito un thriller!¡±.
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