¡®The americans¡¯
La serie no pretende involucrarse en un an¨¢lisis sociopol¨ªtico, pero juega sobre la hip¨®tesis de qu¨¦ suceder¨ªa con dos personajes criados para infiltrarse en el modo de vida norteamericano
Si alguien se queda con hambre de adentrarse en batallas del espionaje norteamericano, m¨¢s all¨¢ de la espl¨¦ndida Homeland, siempre puede recurrir al ejercicio de intriga y adrenalina que propone The americans. Se emite en Fox y pronto en Cuatro y supone un regreso a los a?os ochenta, de renovado inter¨¦s tras la pel¨ªcula Argo, centrada en una pareja de esp¨ªas rusos que se precipita hacia el abismo bajo los a?os de Reagan. El presidente norteamericano encontr¨® la manera de vencer en la perversa guerra fr¨ªa y lo hizo con el dinero, el arma m¨¢s poderosa de todas. Increment¨® en tantos ceros el gasto militar que termin¨® por asfixiar las reservas sovi¨¦ticas, en una competici¨®n enloquecida que arruin¨® el experimento comunista, reducido a un fracaso hist¨®rico.
La serie no pretende involucrarse en un an¨¢lisis sociopol¨ªtico, pero juega con mucha diversi¨®n sobre la hip¨®tesis de qu¨¦ suceder¨ªa con dos personajes criados para infiltrarse en el modo de vida norteamericano, fingirse una familia normal, y ser al mismo tiempo superesp¨ªas. En los d¨ªas en que transcurr¨ªa lo que Fukuyama llam¨® err¨®neamente el fin de la historia, a la pareja protagonista se le acaba el mundo por m¨¢s que a¨²n pueden asestar golpes da?inos al servicio secreto americano. Con esa encantadora nostalgia por los micros ocultos, las pelucas y el entrenamiento personal riguroso, la serie desgrana episodios entretenidos, con algunas subtramas un poco b¨¢sicas, pero capaz de engancharte a los personajes centrales.
Los protagonistas, Matthew Rhys y Keri Russel, despliegan cre¨ªbles complejidades morales aderezadas con buenas peleas de artes marciales y no tan buenos pellizcos de sexo de escaparate. Lidian con dos hijos en la adolescencia, magn¨ªficamente interpretados, que han sido seducidos para siempre por el sistema de vida del capitalismo, mientras los padres ven languidecer su fe y su entrega a un KGB cada vez m¨¢s diezmado y cochambroso. Creada por Joe Weisberg, antiguo oficial de la CIA reconvertido en profesor de instituto, en The americans (y la letra C hay que leerla compuesta con la hoz y el martillo) la m¨²sica de ¨¦xito en los ochenta envuelve este producto que no se codear¨¢ con las series m¨¢s elitistas de canales de pago, pero que propone un entretenimiento inteligente y adictivo sin provocar rubor ni trascendencias exageradas.
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