Sud¨¢frica, su literatura empieza la conquista del mundo
M¨¢s all¨¢ de los dos Nobel sudafricanos, un grupo de autores trasciende el tema del 'apartheid' y utiliza las lenguas nativas
Desde hace cinco d¨¦cadas, el mundo asiste al florecimiento escalonado de literaturas diferentes a la europea y estadounidense. Es el turno del ?frica subsahariana, y, en especial, de las letras de Sud¨¢frica. Una creaci¨®n continental que ensancha, a¨²n m¨¢s, el territorio literario despu¨¦s de que este empezara a mover sus fronteras entre los sesenta y setenta con los latinoamericanos; siguiera en los ochenta con los afroamericanos; en los noventa, tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989, con los autores de Europa del Este; desde comienzos del siglo XXI, con la multiplicidad de pa¨ªses asi¨¢ticos; hasta llegar hoy a la pluralidad de voces africanas.
La primera semilla de popularidad literaria africana global la puso a mediados del pasado siglo el poeta y narrador nigeriano Chinua Achebe (1930-2013). Precisamente Nigeria, con un premio Nobel como Wole Soyinca (1986), es junto a Sud¨¢frica la literatura m¨¢s traducida. La presencia universal de esos autores coincide con las primeras independencias africanas cuyos pa¨ªses tienen b¨¢sicamente una rica tradici¨®n oral. Por eso ?frica vive un proceso de hibridaci¨®n constante. Prosa y verso que reflejan una triple tensi¨®n: la conciliaci¨®n entre lo tradicional y lo moderno; entre la esclavitud o sometimiento y la libertad; y la idiom¨¢tica entre las m¨²ltiples lenguas maternas y las coloniales.
Esa polinizaci¨®n y evoluci¨®n se aprecia muy bien en Sud¨¢frica, un pa¨ªs de 51 millones de personas, con un 15% de blancos, 11 lenguas nativas oficiales y poca tradici¨®n literaria escrita en la poblaci¨®n no blanca debido, en parte, a la desventaja educativa recibida durante el apartheid.
Blancos, negros y mulatos, todos levantando una nueva cartograf¨ªa de Sud¨¢frica en la que, adem¨¢s de su dram¨¢tico pasado que culmina con el fin del apartheid en 1994, ganan protagonismo las propias y diversas experiencias ¨¦tnicas que buscan encajar dentro de la multiculturalidad
Con dos premios Nobel, Nadine Gordimer (1991) y J. M. Coetzee (2003), las letras sudafricanas est¨¢n en librer¨ªas de medio mundo. Junto a ellos empiezan a colocarse escritores menos conocidos que escriben la historia a¨²n palpitante y el presente en plena ebullici¨®n cuyo recorrido se resume en esclavitud, colonizaci¨®n, apartheid, pos-apartheid y pos-pos-apartheid. Pero todos mirando al futuro en medio de una eclosi¨®n de autores que escriben en todos los g¨¦neros y desde la denuncia hasta el puro entretenimiento.
Blancos, negros y mulatos, todos levantando una nueva cartograf¨ªa de Sud¨¢frica en la que, adem¨¢s de su dram¨¢tico pasado que culmina con el fin del apartheid en 1994, ganan protagonismo las propias y diversas experiencias ¨¦tnicas que buscan encajar dentro de la multiculturalidad, al igual que temas como la pobreza, los estragos del sida, la xenofobia, el desempleo, la homofobia, la falta de vivienda, la confusi¨®n moral, las grietas de la democracia¡
¡°La desgraciada historia de Sud¨¢frica marca profundamente su literatura¡±, asegura Donato Ndongo-Bidyogo, periodista, profesor universitario y escritor de Guinea Ecuatorial, autor de t¨ªtulos como Las tinieblas de tu memoria negra (El Cobre). Ndongo-Bidyogo sobrevuela r¨¢pidamente la historia literaria de Sud¨¢frica y su fresco es este: ¡°El primer nombre destacable es Peter Abrahams, nacido en 1909, cuya primera novela, Tell me Freedom, de corte autobiogr¨¢fico, apareci¨® en 1940. Ezekiel Mphahlele es otro autor emblem¨¢tico, cuyo inequ¨ªvoco compromiso pol¨ªtico contra la desigualdad racial impuesta por el r¨¦gimen del apartheid sirvi¨® de inspiraci¨®n a las generaciones posteriores, determinando la senda multirracial de la creaci¨®n literaria. El mismo p¨¢lpito transmiten los textos de mulatos como Alex La Guma, Zo¨¦ Wicomb, Bessie Head; los de negros como Mazisi Kunene, Sipho Sepamla, Wally Serote, Lewis Nkosi, Miriam Tlali, Ellen Kuzwayo o Gibson Kente, y los de blancos como Nadime Gordimer, Alan Paton, John M. Coetzee, Andr¨¦ Brink, Breyten Breytenbach o Bryce Courtenay, por citar solo algunos¡±. Para Ndongo-Bidyoga hay una gran originalidad, pero el nacionalismo cultural adquiere una dimensi¨®n diferenciada del resto del continente. ¡°Superado el trauma del racismo oficializado ¡ªy su secuela m¨¢s ingrata, la violencia institucional¡ª¡±, agrega el escritor, ¡°el reto para las nuevas generaciones de escritores sudafricanos es encontrar otros horizontes de expresi¨®n igual de fecundos. Todo indica que se est¨¢ consiguiendo¡±.
La misma Nadine Gordimer destaca el surgimiento de una nueva generaci¨®n que empieza a utilizar sus lenguas nativas que pueden ayudar a conectar con un p¨²blico que tiene el ingl¨¦s como idioma adoptado
La misma Nadine Gordimer destaca el surgimiento de una nueva generaci¨®n que empieza a utilizar sus lenguas nativas que pueden ayudar a conectar con un p¨²blico que tiene el ingl¨¦s como idioma adoptado. Entre los valores cita a Sabata-mpho Mokae, Marita van der Vyver o Ken Barris. Un panorama literario abierto en el cual ¡°hay espacio para jugar porque los diferentes g¨¦neros est¨¢n explotando: desde la novela negra hasta el chick-lit, pasando por la hist¨®rica o las novelas de terror¡±, seg¨²n Lauren Beukes, autora de Las luminosas (RBA), cuya novela fant¨¢stica llega a Espa?a acompa?ada de buenas cr¨ªticas. El terror es otro campo f¨¦rtil all¨ª, sin perder la profundidad pol¨ªtica y social. Al margen de Las luminosas, que combina la fantas¨ªa urbana con escenas de pesadilla, destacan el d¨²o S. L. Grey ¡ªformado por Sarah Lotz y Louis Greenberg¡ª con su feroz cr¨ªtica al consumismo en The mall o la distop¨ªa zombi de Lily Herne en Deadlands.
La realidad pos-apartheid sigue en busca del sue?o de Nelson Mandela desde diferentes g¨¦neros. Deon Meyer, uno de sus autores de novela negra m¨¢s populares con t¨ªtulos como Safari sangriento (RBA), que escribe en afrik¨¢ans, la lengua de los sudafricanos blancos que dominaron durante el siglo XX, ha dicho en varias ocasiones que escribe en su lengua materna no solo porque la habla un buen porcentaje de la gente sino tambi¨¦n como una retribuci¨®n a su idioma natal y forma de preservarlo. En el campo del humor, John van de Ruit ha escrito obras como Spud.
El dramaturgo y narrador Damon Galgut es otro de los nombres que ha trascendido hace ya varios a?os las fronteras sudafricanas. Su novela The Good Doctor (2003), fue finalista del premio Booker y gan¨® el IMPAC, y En una habitaci¨®n extra?a volvi¨® a ser finalista del Booker en 2010.
Casi veinte a?os despu¨¦s del apartheid, con una democracia multicultural en desarrollo, la pregunta recurrente es: ?d¨®nde est¨¢n los escritores negros?
Casi veinte a?os despu¨¦s del apartheid, con una democracia multicultural en desarrollo, la pregunta recurrente es: ?d¨®nde est¨¢n los escritores negros? Adem¨¢s de los citados por Ndongo-Bidyogo, como Mazisi Kunene, Sipho Sepamla, Wally Serote, Lewis Nkosi, Miriam Tlali, Ellen Kuzwayo o Gibson Kente, destaca Niq Mhlongo (su primera novela en 2004, Dog Eat Dog, tuvo un gran impacto), quien ha reconocido la gran presi¨®n que existe sobre los autores negros por esperar demasiado de ellos.
¡°Es una gran satisfacci¨®n saber que el p¨²blico tiene la oportunidad de subirse a esta oleada de inter¨¦s internacional que est¨¢ generando la literatura sudafricana¡±, reconoce Santiago Mart¨ªnez-Caro, director de Casa ?frica en Espa?a. Insiste en que hay grandes autores y libros m¨¢s all¨¢ de los dos Nobel, y cita, entre otros, a Achmat Dangor, con su Trilog¨ªa de Z Town (El Cobre), que ellos tradujeron en su colecci¨®n. El ensayo es uno de los temas que m¨¢s recomienda Casa ?frica ¡°por todo lo que tiene de ense?anza de la historia sudafricana¡±. Por ello est¨¢ en proceso de traducci¨®n la autobiograf¨ªa de Amina Cachalia When Hope and History Rhyme, ¡°una gran mujer que falleci¨® en enero pasado, cuyo libro muestra las vivencias y an¨¦cdotas de una luchadora contra el apartheid y su profunda vinculaci¨®n personal con Mandela¡±.
El paisaje literario lo completa la literatura infantil. Alex Latimer ofrece t¨ªtulos arriesgados como The boy who cried ninja y Penguin¡¯s Hidden Talent; como Robin para Batman, esa es la labor de Katie en Sidekick, que se convierte en la superhero¨ªna que acompa?a a un hombre capaz de parar el tiempo en Adeline Radloff. En un contexto m¨¢s serio S. A. Patridge aborda lo juvenil con temas como el bullying o las relaciones online, tema de Dark Poppy¡¯s Demise.
A todos ellos los une la fuerza de la tradici¨®n oral, que llevan en el ADN, como lo refleja Nelson Mandela en su antolog¨ªa Mis cuentos africanos (Siruela), uno de cuyos cuentos del folclore zul¨², De c¨®mo Hlaka?ana burl¨® al monstruo, es una especie de met¨¢fora de Sud¨¢frica: ¡°Hlaka?ana hab¨ªa abandonado a su madre y huido de casa porque le persegu¨ªan los guerreros. Emprendi¨® un largo viaje a pie, sin nada con qu¨¦ hacer m¨²sica ni ninguna alegr¨ªa sobre la que cantar. Estaba muy cansado y muy hambriento¡¡±.
* Con informaci¨®n de Marta Rodr¨ªguez y ?ngel Luis Sucasas.
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