La Internacional del ritmo duro
Un documental del grupo lisboeta Buraka Som Sistema retrata la creatividad electr¨®nica en ?frica La pel¨ªcula subraya la internacionalizaci¨®n de ritmos como el kuduro
El desastre ocurri¨® hace menos de un a?o. Las oficinas lisboetas de Enchufada, la discogr¨¢fica matriz de Buraka Som Sistema, ardieron. Todav¨ªa no saben si el incendio obedec¨ªa al deseo de borrar las huellas de un robo (desaparecieron varios ordenadores) o s¨ª se trataba de una operaci¨®n de castigo de alguien que no tolera el ins¨®lito ¨¦xito global de un proyecto portugu¨¦s integrado por m¨²sicos blancos y africanos y que estos d¨ªas presenta el documental Off the beaten track, proyecto de b¨²squeda de creadores de ritmos con planteamientos similares a los suyos a lo largo de cuatro continentes.
Con el fuego, de golpe, se borr¨® la historia del grupo. La m¨²sica y los documentos estaban resguardados en backups, pero se evaporaron siete a?os de memorabilia. En ese momento, gente menos bragada podr¨ªa haber optado por buscar dinero f¨¢cil y capitular ante el mainstream: hacer m¨²sica m¨¢s accesible, aceptar ponerse al servicio de superestrellas.
Aunque se han negado a entrar en el circo de la m¨²sica comercial, ya han visto como se las gastan all¨ª: ¡°Shakira quer¨ªa trabajar con nosotros pero todo era muy impersonal. Nos negamos pero dio lo mismo, sus productores nos robaron ideas. ?Demandar? No tenemos tantos recursos y supondr¨ªa ir contra su discogr¨¢fica, Sony, que tambi¨¦n ha distribuido un disco nuestro¡±. No es cuesti¨®n de purismo, explican: ¡°Estamos abiertos a trabajar con gente de otros campos pero, humanamente, deben estar en nuestra onda. Tenemos pendiente un tema con La Mala, por ejemplo¡±.
Les horroriza recordar que, en 2010, la estrella del reguet¨®n Don Omar triunf¨® con una pieza titulada Danza kuduro. Los miembros de Buraka, tipos afables y templados, no pueden evitar alzar la voz cuando recuerdan el v¨ªdeo de Don Omar: yates, mansiones, coches deportivos, imp¨¢vidas modelos semidesnudas. Mayor mixtificaci¨®n, imposible.
El kuduro brot¨® en los musseques, las paup¨¦rrimas barriadas de Luanda, capital de Angola, a principios de los noventa. Combinaci¨®n de modismos internacionales de la dance music con ritmos africanos y caribe?os, inspira a extraordinarios bailarines que reciclan movimientos de las artes marciales. Es m¨²sica agresiva y r¨¢pida, que late a 140 b.p.m. Como indica el nombre (¡°culo duro¡±), tambi¨¦n refleja la hegemon¨ªa de las nalgas como objeto del deseo y elemento expresivo del p¨²blico femenino.
Los miembros de Buraka llevan dos a?os ocupados con una aventura singular: un documental, financiado por la Red Bull Music Academy, que recoge sus viajes por cuatro continentes. Off the beaten track, que presentaron en Londres el pasado jueves, es la cr¨®nica de una b¨²squeda fuera de los caminos trillados, como dice el t¨ªtulo. Cuando el calendario de las giras lo permite, paran y conectan con creadores de beats: ¡°no quer¨ªamos ni una autobiograf¨ªa ni un egotrip¡±.
Resulta reveladora la yuxtaposici¨®n de declaraciones de famosos admiradores del kuduro como Diplo, Santigold o M.I.A. con la realidad del Tercer Mundo: estudios en lugares improvisados (¡°es la casa de mi abuela¡±, explica un productor africano), formidables danzarines que paran la circulaci¨®n en calles polvorientas, el locutor de radio lus¨®fono que les denomina Buraka Sound System (como si el ingl¨¦s legitimara su ¨¦xito).
Tambi¨¦n se desintegran mitos sobre la fraternidad panafricana. A punto de viajar desde la India a Mozambique, con transbordo en Sud¨¢frica, uno de los integrantes ¡ªKalaf, angole?o¡ª es rechazado: carece del visado necesario, aunque no salga del aeropuerto de Johannesburgo. Al final, debe volar a trav¨¦s de Etiop¨ªa (vean un mapa y entender¨¢n el disparate).
Off the beaten track apenas habla sobre el caldero creativo que es hoy Lisboa, receptora de la inmigraci¨®n africana y puerto de entrada para la m¨²sica brasile?a. ¡°Eso ya est¨¢ impl¨ªcito en nuestro nombre¡±, explican. ¡°Buraca es un barrio de Amadora, ciudad sat¨¦lite de Lisboa. Hay zonas con mala fama, por las drogas y las pandillas, pero abunda la imaginaci¨®n. En todo: si quieres ver los peinados m¨¢s incre¨ªbles, en Amadora veras arquitectura viviente sobre las cabezas de muchas mujeres¡±.
El documental, que estar¨¢ pr¨®ximamente disponible en su p¨¢gina web (www.buraka.tv) en versi¨®n reducida, se cierra con una discusi¨®n en un pub londinense sobre qu¨¦ direcci¨®n debe tomar su pr¨®ximo ¨¢lbum. En persona, tambi¨¦n lamentan ser unos desconocidos en Espa?a, a pesar de que uno de sus temas, Kalemba, result¨® todo un ¨¦xito viral bajo el t¨ªtulo de Wegue wegue o similares. Es el sino de los artistas portugueses, que trabajan para el mercado internacional e ignoran Espa?a, con raras excepciones (algunas fadistas, el grupo The Gift).
Aunque las discusiones sobre fronteras les suenan prehist¨®ricas. Para Jo?o Barbosa, aparente cabecilla de Buraka, que vivi¨® un a?o en Madrid, ¡°hoy, el ¨²nico pasaporte v¨¢lido parece ser el dinero¡±. Y cuenta historias irreproducibles sobre Isabel dos Santos, hija del presidente de Angola desde 1979. La riqueza generada por el petr¨®leo ha permitido a Isabel controlar porciones significativas de los medios, la energ¨ªa, las telecomunicaciones, la banca y otros sectores clave de Portugal. ¡°Si no fuera el fruto de la cleptocracia, dir¨ªa que hay justicia po¨¦tica en que las colonias est¨¦n comprando la metr¨®poli¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.