Ameba
Angela Merkel es ya la personalidad pol¨ªtica m¨¢s importante de la ¨²ltima d¨¦cada en Europa, pero su virtud de no dar grandes titulares ni mostrarse viperina ni hipertensa podr¨ªa enga?ar
Como Johnny Weissm¨¹ller, que se crey¨® Tarz¨¢n y acab¨® dando gritos por Acapulco, los pol¨ªticos tiene la tentaci¨®n de creerse los telediarios. En esa ficci¨®n paralela son siempre protagonistas absolutos. Las declaraciones cruzadas ante los micr¨®fonos se pretenden di¨¢logos de enorme trascendencia. Nada los perturba m¨¢s que ser sacados de la enso?aci¨®n por alguien que les recuerde que el mundo se mueve por impulsos a veces m¨¢s invisibles pero m¨¢s determinantes. Para hacer historia, un pol¨ªtico necesita valent¨ªa, abnegaci¨®n y tenacidad, algo que su propia organizaci¨®n pragm¨¢tica les obliga a moderar y flexibilizar con demasiada frecuencia.
Pero Angela Merkel es lo contrario. No se cree el papel. Es ya la personalidad pol¨ªtica m¨¢s importante de la ¨²ltima d¨¦cada en Europa, pero su virtud de no dar grandes titulares ni mostrarse viperina ni hipertensa podr¨ªa enga?ar. En la semana en que ha vuelto a ganar las elecciones en su pa¨ªs con una rotunda mayor¨ªa se nota a¨²n m¨¢s c¨®mo su personalidad no cala demasiado profundo, al menos en la Europa no alemana, pese al poder del que goza. Su incapacidad para liderar el proyecto europeo con un discurso ilusionante nos sume en la perplejidad. Su comportamiento pol¨ªtico, casi de ameba, insaciable a la hora de fagocitar a sus socios de gobierno y pa¨ªses de la Uni¨®n, le ha dejado sin partidos con los que pactar en el Bundestag y pronto le dejar¨¢ sin pa¨ªses con los que comerciar en Europa.
La falta de v¨ªnculo emocional de la Merkel con el continente que domina, arroja otro ejemplo de c¨®mo perder mientras se gana. Hay derrotas que a largo plazo son victorias, pero puede que ella est¨¦ inmersa en lo contrario. Todos suspiramos para que el nuevo pacto de gobierno alem¨¢n insufle algo m¨¢s de delicadeza social a sus movimientos estrat¨¦gicos. En una Europa cada vez menos esperanzada, nadie se atreve a recordarle su calidad de l¨ªder indiscutible, de patr¨®n continental. Los dem¨¢s pol¨ªticos parecen contentos jugando a personalidades relevantes, mientras ella lo es de verdad, pero en perfil bajo. Precisamente, el drama de Europa cada vez m¨¢s parece consistir en la calculada terquedad de Angela Merkel por no asumir su condici¨®n. Arrasa en Alemania mientras sume en la derrota a toda su zona de influencia.
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