Beatles psicod¨¦licos: disfraz, sitar y LSD

No discutiremos aqu¨ª los peligros de las drogas ilegales, pero tendremos que reconocer que el contacto con el LSD coincidi¨® con el mejor momento creativo de los Beatles, cuando dieron al mundo dos obras maestras como Revolver (1966) y Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band (1967). Fue John Rilley, el dentista de George Harrison, quien dio a probar esa droga en el caf¨¦ a los Beatles tras una cena en su casa en abril de 1965; repitieron la experiencia ese verano con Peter Fonda y miembros de los Byrds en Los ?ngeles. Los de Liverpool paraban en una California en que se gestaba la contracultura hippy dos a?os antes de que explotara, en 1967, el llamado verano del amor y Occidente se llenara de pelos largos, flores en el pelo y buenrollismo.

Las canciones (y letras) de ese periodo se inspiraron en los viajes lis¨¦rgicos, en las alucinaciones y en la sensaci¨®n de salir de uno mismo. Complet¨® la ecuaci¨®n el contacto con la m¨²sica india, que aport¨® exotismo y cierta magia. Aunque Harrison vio por primera vez una banda india mientras rodaba Help!, fueron (otra vez) The Byrds los que dieron a conocer al tercer Beatle la m¨²sica de un maestro del sitar, Ravi Shankar. Fascinado, George compr¨® el instrumento y se cit¨® con ¨¦l en Londres. Shankar apenas le ense?¨® los rudimentos para hacer sonar esa especie de guitarra con dos decenas de cuerdas, pero George se atrevi¨® a meterlo en el estudio de grabaci¨®n.

Los Beatles estaban en lo m¨¢s alto con sus discos, y retirados del directo, cuando falleci¨® repentinamente su manager, Brian Epsten, en agosto de 1967. Son tiempos de desconcierto. En febrero de 1968 marcharon con parejas, colegas y amigos a las faldas del Himalaya, en India, de la mano de un estrafalario sant¨®n llamado Maharasi Mahesh Yogi que les iniciar¨ªa en la meditaci¨®n. La experiencia acab¨® mal: Ringo y Paul duraron poco; y el resto aguant¨® hasta abril, pero dio un portazo. Hay distintas versiones de esa ruptura: una, que el gur¨² quer¨ªa hacer dinero a su costa y que se le iba la mano en presencia de Mia Farrow; la otra, que fue el Yogi quien los expuls¨® por atraer a fans y prensa y por consumir drogas en un santuario. En todo caso el viaje fracas¨® en lo espiritual -salvo para Harrison, el m¨ªstico-, pero fue fecundo en lo musical, porque se trajeron un carro de canciones que luego formar¨ªan el ¨¢lbum blanco. Estos son los momentos clave de los Beatles de la psicodelia.

'Revolver' rompe con todo. En 1966 los Beatles se esmeran en el estudio, est¨¢n ¨¢vidos de experimentar, descubren nuevas t¨¦cnicas sonoras y logran un ¨¢lbum muy distinto a lo hecho antes. La explosi¨®n global de la psicodelia, hasta entonces confinada a ciertos ambientes de San Francisco, le debe mucho a piezas como este Tomorrow never knows, que compone y canta Lennon en medio un gran despliegue de efectos sonoros, apropi¨¢ndose de paso de elementos de la m¨²sica india (por ejemplo, la reiteraci¨®n de un solo acorde).

En la cumbre, disfrazados de otros. Si Revolver no es considerado el mejor LP del siglo XX es porque el siguiente, Sgt. Pepper's, fue incluso m¨¢s aclamado. Por primera vez los Beatles se toman un a?o entero para trabajar (y lo hacen picados con sus colegas/rivales The Beach Boys, que acaban de lanzar otro ¨¢lbum enorme, Pet sounds). Sgt. Pepper's resulta un disco conceptual que va pasando por melod¨ªas inolvidables y dej¨® una gran huella. Incluso su portada es extraordinaria. Tan libres quieren sentirse los Beatles que deciden no ser ellos, sino unos personajes: una banda de verbena, casi circense. La revista Rolling Stone declar¨® Sgt. Pepper's el mejor ¨¢lbum de la historia del rock, y este A day in the life la mejor canci¨®n de la banda, que no la m¨¢s famosa. En ella Lennon lee las noticias del peri¨®dico con ojos surrealistas y McCartney dirige una orquesta entera hasta el cl¨ªmax final.

Un himno para la audiencia global. La BBC llam¨® a los Beatles, que hab¨ªan roto r¨¦cords en televisi¨®n en sus inicios, para representar al Reino Unido en One world, el primer programa concebido para una audiencia mundial (se habl¨® de 400 millones de espectadores) mediante conexiones v¨ªa sat¨¦lite. El 25 de junio de 1967, la banda aparece en el plat¨® rodeada de una orquesta y muchos amigos (entre ellos Mick Jagger y Keith Richards), y Lennon canta la in¨¦dita All you need is love. Tiene aire de himno, y no porque empiece con La Marsellesa (en vez de God save the Queen). Compleja pero pegadiza, f¨¢cil de tararear. Se percibe ya al John activista e idealista que compondr¨ªa despu¨¦s Imagine: "No hay nada que puedas hacer que no pueda ser hecho...". Fue la banda sonora del verano del amor.

Otra pel¨ªcula fallida con grandes canciones. Tras la gran repercusi¨®n de Sgt. Peppers, el grupo se embarca en su siguiente proyecto. Vuelven a la pantalla, pero esta vez para un modesto telefilme que se llam¨® Magical Mystery Tour. Se cuenta ah¨ª una delirante ruta de los Beatles por Inglaterra en un colorido autob¨²s, sin un guion coherente. Las cr¨ªticas a la pel¨ªcula cuando se emiti¨® en televisi¨®n el 26 de diciembre de 1967 fueron (merecidamente) feroces a pesar de contener una colecci¨®n de canciones notables, como la que le da nombre, la enigm¨¢tica I am the walrus de Lennon y esta bella pieza de McCartney llamada The fool on the hill. Paul bromear¨ªa despu¨¦s: "No fue el peor programa de Navidad. Tampoco es que el discurso de la Reina fuera excepcional, ?verdad?".

Mejor con dibujos. Es comprensible que a los Beatles les apeteciera poco insistir con el cine tras el fiasco de Magical... As¨ª que su implicaci¨®n en la pel¨ªcula de animaci¨®n Yellow submarine fue limitada: dieron un pu?ado de canciones nuevas (o sobrantes de otros ¨¢lbumes) y ni siquiera ponen voz a sus personajes. Uno de esos temas nuevos es este It's all too much, de Harrison, que a estas alturas ha ganado peso como compositor. Sin embargo, el resultado del filme es mejor de lo que los Beatles cre¨ªan gracias al encantador universo on¨ªrico dibujado por George Dunning. La pel¨ªcula, eso s¨ª, llegaba tarde. Era 1968 y los Beatles, cansados de los disfraces en que se hab¨ªan metido, ya se estaban reinventando. Otra vez.

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