Al peso
Somos incapaces de aceptar la intangibilidad de la cultura, as¨ª que recurrimos al ox¨ªmoron de llamar industrias culturales a las empresas que comercian con derivados del entretenimiento
Nos encanta valorar al peso la cultura. Someterla a la balanza. Hemos asumido contadores como la venta de ejemplares, la audiencia y la asistencia de espectadores, para someter a la cultura a baremos deportivos o econ¨®micos. Somos incapaces de aceptar la intangibilidad de la cultura, as¨ª que recurrimos al ox¨ªmoron de llamar industrias culturales a las empresas que comercian con derivados del entretenimiento y, algo a¨²n peor, sostenemos a bur¨®cratas pol¨ªticos especializados en el ramo para que presencien en primera fila su desmoronamiento.
Por suerte la cultura es inasible y por m¨¢s que unos y otros agotemos el nombre y el contenido de la palabra, forma parte indivisible de cada persona, anclada a una sensibilidad, tradici¨®n y hasta una forma de razonar.
Es pues oportuno reparar en los resultados del informe PISA sobre la poblaci¨®n adulta a pocos d¨ªas de que Espa?a celebre su fiesta nacional. Solemos llenar los peri¨®dicos con an¨¢lisis de ese mismo informe cuando se centra en los j¨®venes escolares. A unos les sirve para insistir en lo mal que est¨¢ todo y permitirse reformas supuestamente tan urgentes en la educaci¨®n como retirar la ¨¦tica ciudadana, recuperar la religi¨®n y dotar con fondos p¨²blicos a colegios que segregan por sexos a sus alumnos. A otros para insistir en las pocas cosas que se vienen haciendo bien. Pero a fin de cuentas, el error b¨¢sico es que todos sometemos la cultura y el conocimiento a un examen particular, a unos resultados contables, a la frialdad num¨¦rica. Ya podemos medir lo que no se puede medir.
El informe sobre adultos nos coloca en perspectiva. La carencia de comprensi¨®n lectora y la nulidad matem¨¢tica no es patrimonio infantil. En un pa¨ªs volcado en el n¨²mero de clics en Internet como valor supremo, la prensa como refugio de las propias convicciones e incapaz de entablar un debate que no termine por resumirse en eso del PP versus PSOE, nuestros ni?os son la ¨²nica esperanza, y su educaci¨®n la m¨¢xima prioridad. No t¨ªtulos ni diplomas, sino la calidad de su conocimiento. Ninguna otra cosa nos sacar¨¢ del fondo de esa lista que pesa la cultura como las patatas. Pero desfilemos felices, porque los presupuestos nos acaban de decir en cifras lo que piensan de todo esto.
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