Sin patria
Herencia del western, el protagonista siempre termina solo y caminando hacia el crep¨²sculo
En el primer cap¨ªtulo de la nueva temporada de Homeland pudimos apreciar que para avanzar en las tramas adictivas de ambig¨¹edad calculada habr¨¢ raci¨®n de alta pol¨ªtica. En su ficci¨®n, los norteamericanos permiten al Gobierno asesinar y organizar ejecuciones sumarias con una mezcla de cr¨ªtica moral y admiraci¨®n por el contundente proceder. Desembocan en rituales como la escenificaci¨®n de la caza y muerte de Bin Laden, donde la ficci¨®n labra el camino para que la realidad suene m¨¢s aceptable, por amoral que sea. La serie arranca con la hero¨ªna, maravillosamente interpretada por Claire Danes, sentada ante un riguroso tribunal pol¨ªtico que la hace llorar al tiempo que obliga a sus jefes de la CIA a sacrificarla ante el ojo p¨²blico para salvar a la cuestionada agencia.
La captura de Al Libi en Tr¨ªpoli nos coloca en ese mismo escenario de ficci¨®n, pero abriendo las p¨¢ginas de internacional de la prensa. Obama parece haber sido capaz de esquivar por el momento la intervenci¨®n en Siria, que habr¨ªa servido para igualar su gesti¨®n con la de su lamentable predecesor. Con la Administraci¨®n secuestrada en la batalla pol¨ªtica con el ala m¨¢s intransigente del partido en la oposici¨®n, nada mejor que esos golpes utilitaristas de los servicios secretos. As¨ª, la serie insiste en ese fundamento de la ficci¨®n norteamericana, de reflejo individualista, en el que el esforzado y patriota h¨¦roe ser¨¢ abandonado a su suerte por un sistema que lo amortiza con enorme facilidad. Herencia del western, el protagonista siempre termina solo y caminando hacia el crep¨²sculo.
Pero esas actuaciones nada discretas sobre Estados fallidos las presenciamos en los pa¨ªses fronterizos de Europa, estos d¨ªas con tr¨¢gica capital en Lampedusa, de una manera distinta. Porque lo que nos regalan es un ¨¦xodo masivo y continuado de quienes no encuentran un m¨ªnimo armaz¨®n de Estado en su propia casa, ninguna perspectiva de progreso ni inter¨¦s por lograr la estabilidad que permita un pellizco de mejora en los derechos humanos. Son un campo de tiro, un ¨¢rea de intercambio de golpes entre espionaje y terrorismo, donde las v¨ªctimas perpetuas son quienes no tienen otra opci¨®n que lanzarse al mar. Entre h¨¦roes y villanos, el resto son n¨¢ufragos, material de desecho y an¨®nimos sin serial.
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