No hay olvido para Lobo
Un nuevo museo aspira a sacar del ostracismo al escultor zamorano fallecido hace 20 a?os Premio Nacional de las Artes, fue ninguneado en el franquismo por su ideolog¨ªa republicana
Baltasar Lobo no sospechaba que aquel ser¨ªa el ¨²ltimo d¨ªa de su vida como escultor. Sali¨® de su taller parisiense y no regres¨®. El escultor nacido en Cerecinos de Campos (Zamora) el 22 de febrero de 1910 falleci¨® a los 83 a?os, el 4 de septiembre de 1993. En su estudio quedaron pinceles resecos, dibujos, sus tornos y hasta una pieza a medio acabar. Un lustro despu¨¦s se empaquet¨® casi todo para Espa?a gracias a una comisi¨®n de expertos presidida por el arquitecto zamorano Francisco Somoza y tras pagar al fisco franc¨¦s unas deudas de herencia. "Fue emocionante entrar en su taller y ver que todo estaba como ¨¦l lo hab¨ªa dejado, respirar aquel aire", dice Somoza.
Ahora se han cumplido 20 a?os de la muerte de Lobo, al que Francisco Calvo Serraller, cr¨ªtico de arte de EL PA?S, defini¨® como "uno de los mejores escultores espa?oles del siglo XX". De car¨¢cter introvertido, solitario, exiliado en 1939 por su compromiso con la Rep¨²blica, Lobo ocupa un lugar de honor en el sal¨®n de los olvidados del arte espa?ol. Sin embargo, ahora podr¨¢ salir del ostracismo con el gran museo que se prev¨¦ albergue, dentro de un a?o, en la ciudad castellanoleonesa, casi la mitad de sus 700 piezas (entre esculturas y dibujos), de las que ahora solo pueden verse unas 80 en la Casa de los Gigantes, acondicionada para este fin por Somoza.
En ese edificio se exponen esculturas y fotos del artista que ayudan a conocer su dura vida. Las cualidades que demostr¨® para la talla desde ni?o le llevan a aprender el oficio en un taller en Valladolid y luego, con 17 a?os, a Madrid, con una beca en la Academia de Bellas Artes. El adolescente Lobo lo deja a los tres meses "porque le resulta aburrido", apunta Somoza. Sin embargo, resulta clave sus visitas al museo Arqueol¨®gico, donde "las esculturas ib¨¦ricas le muestran el camino a la abstracci¨®n, a definir sus piezas con unas l¨ªneas".
Las im¨¢genes de Lobo muestran a un hombre sencillo, vestido con camisa blanca y pantal¨®n oscuro, muy moreno, que trabaja con un pa?uelo en la cabeza. Tambi¨¦n se expone su cartilla de miliciano en un batall¨®n anarquista en la Guerra Civil, un compromiso que se refleja en sus carteles de propaganda y en dibujos de revistas que denuncian la explotaci¨®n que sufren los obreros. Las bombas de aquel conflicto mataron a su padre y destrozaron el estudio que ten¨ªa en Madrid con casi toda su producci¨®n, "excepto unas carpetas con dibujos". Lobo, como otros miles de espa?oles, cruza la frontera. "Un hombre que ni hab¨ªa visto el mar", cuenta Somoza, llega a Par¨ªs en 1939 con Mercedes Guill¨¦n, su culta y bella mujer. All¨ª, la pareja es acogida en el barrio de Montparnasse por varios artistas, sobre todo Picasso y los escultores Julio Gonz¨¢lez y Henri Laurens. Este ¨²ltimo ser¨¢ clave para que el zamorano se integre en la vanguardia art¨ªstica de Par¨ªs.
Sus cualidades desde ni?o para la talla le llevan a aprender el oficio en Valladolid
Lobo soporta las penalidades del desarraigo con estoicismo y abnegaci¨®n. "Con frecuencia compra un par de piezas en una fruter¨ªa junto a su estudio y se las come mientras trabaja, sin salir en todo el d¨ªa". Su esfuerzo comienza a tener recompensa. La exposici¨®n en la galer¨ªa Vend?me, en 1945, junto a nombres como Matisse, Picasso, Leger¡ es un aldabonazo a su carrera. En 1951, una galer¨ªa de Estocolmo le propone su primera exposici¨®n individual, a la que seguir¨¢n otras en Praga, Oslo, Bruselas, Caracas, Z¨²rich y una retrospectiva en Madrid en 1960; adem¨¢s de colectivas en Tokio, Par¨ªs, Berl¨ªn¡ En el estilo de Lobo predominan las maternidades en bronce, "una veta en la que ve la posibilidad de relacionar madre e hijo, el ser activo y el d¨¦bil, que necesita protecci¨®n", apunta Somoza. Las f¨¦minas sensuales y curvil¨ªneas protagonizan su producci¨®n. As¨ª lo demuestran Mujer ante el espejo (1940) y Pensativa de rodillas (1967). Calvo Serraller, catedr¨¢tico de Arte, describe su obra como de "hermosa simplicidad que con el tiempo se hizo compositivamente m¨¢s compleja". A la par, Lobo desarrolla su habilidad como ilustrador en ediciones de Platero y yo y en la Antolog¨ªa po¨¦tica de su paisano Le¨®n Felipe.
Con la vuelta de la democracia a Espa?a, Lobo pis¨® de nuevo su tierra pero se sent¨ªa extra?o, m¨¢s parisiense que zamorano. "All¨ª ten¨ªa su vida, Francia le hab¨ªa dado todo lo que aqu¨ª se le hab¨ªa negado", explica Somoza. En la capital gala, mientras est¨¢ en la consulta del dentista, le sorprende la concesi¨®n del Nacional de Artes Pl¨¢sticas en 1984. El jurado del galard¨®n habla de "recuperaci¨®n hist¨®rica" para un escultor del que destaca "la calidad pl¨¢stica" de sus piezas y "su papel en el ¨¢mbito del arte europeo como proyecci¨®n de la inmigraci¨®n cultural espa?ola". Lobo trabaja hasta el ¨²ltimo d¨ªa de su vida. Es enterrado en el cementerio de los artistas, Montparnasse, y sobre su l¨¢pida, una de sus obras, El peregrino, simb¨®lica para un exiliado como ¨¦l.
El ayuntamiento prev¨¦ que el nuevo museo multiplique por diez sus visitantes
Ahora la obra de Lobo revivir¨¢ en el museo que se erigir¨¢ en el Ayuntamiento viejo de Zamora, un edificio renacentista en la hist¨®rica plaza Mayor, que rescatar¨¢ obras almacenadas en el museo Provincial. El consistorio quiere que este emplazamiento sea un im¨¢n para turistas. "El actual museo recibe unas 7.000 visitas al a?o. Queremos que en unos a?os esa cifra se multiplique por diez", asegura el concejal de Turismo, Francisco Javier Gonz¨¢lez, que cuantifica el coste del nuevo centro en unos 400.000 euros. "Cuando abra, la idea es intercambiar piezas con centros de otros escultores como Chillida o Julio Gonz¨¢lez. Que la obra de Lobo est¨¦ en constante viaje". En definitiva que, como dice Calvo Serraller, se conozca en Espa?a "a un artista siniestra y contumazmente olvidado".
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