Sobreviviendo a ¡®Bocazas¡¯

La noticia que daban los medios el mi¨¦rcoles provocaba en el receptor estupor y risa, aunque imagino que a su grotesco protagonista solo le asalt¨® la primera sensaci¨®n. Tambi¨¦n el hamletiano interrogante: ¡°?c¨®mo pude ser tan tonto?¡± y la amarga certidumbre de: ¡°Me lo merezco, por eg¨®latra, por no poseer dos dedos de frente, por chulo, por pringao¡±. Su l¨²cido apodo era Bocazas, algo incompatible a largo plazo con ostentar el t¨ªtulo de ser el m¨¢s poderoso y temible pirata de Somalia. Resulta que a Bocazas, acusado de un mont¨®n de delitos por tribunales internacionales y sus correspondientes ¨®rdenes de b¨²squeda y captura, solo se le ocurre aceptar la invitaci¨®n de una productora belga para que vaya a Brujas y les asesore sobre una obra que van a rodar sobre su legendaria figura. Y normal. Nada m¨¢s aterrizar en B¨¦lgica el ufano Bocazas,le llevan directo al trullo.

Este personaje no aparece en Capit¨¢n Phillips, pero su sombra siniestra planea sobre lo que ocurre en esta tensa y tr¨¢gica aventura que se desarrolla en el mar. Alguien como ¨¦l ordena a los j¨®venes, casi adolescentes mercenarios de un miserable poblado de Somalia con su necesidad de un jugoso bot¨ªn, que si no quieren pasarlo muy mal secuestren inmediatamente un barco extranjero, exijan millonario rescate, lo cobren y se lo entreguen a ¨¦l.

El director Paul Greengrass reconstruye un caso real, el del fallido intento de secuestro del barco de carga estadounidense Maersk Alabama y la utilizaci¨®n del capit¨¢n como reh¨¦n que hacen los piratas a bordo de una lancha salvavidas. Y vaya usted a saber si este retrato del coraje y de la capacidad de supervivencia se corresponde con la realidad. Pero est¨¢ claro que si Hollywood decide contar esta historia y le encarga el protagonismo a Tom Hanks, el capit¨¢n de ese barco ser¨¢ un hombre normal metido en un peripecia extraordinaria, su conducta ser¨¢ admirable y tal vez derrame un poco de su sangre aunque mucha m¨¢s los villanos tercermundistas. Para explicarme: Hanks jam¨¢s interpretar¨ªa al capit¨¢n del Costa Concordia, ese se?or cuya conducta fue tan mezquina que parece una caricatura, que fue el primero que escap¨® del barco al constatar que hab¨ªa peligro. No nos creer¨ªamos a este actor dando vida a un cobarde tan irresponsable.

El comienzo de Capit¨¢n Phillips, con el marino y su esposa despidi¨¦ndose y manteniendo un sonrojante di¨¢logo sobre las dificultades que podr¨¢n tener sus hijos en el nuevo y angustioso mundo, invitan a la huida inmediata. Pero en el momento que el sabio Greengrass (dotado para crear un tono y un realismo cercano al documental, algo transparente en las muy s¨®lidas Domingo sangriento y United 93) coloca su c¨¢mara en el barco, el suspense, la amenaza, el miedo y el drama funcionan mod¨¦licamente. Es una pel¨ªcula con nervio, bien contada. Hay que ser un virtuoso para mantener la tensi¨®n durante una parte notable del metraje en el claustrof¨®bico espacio de una balsa cerrada. Y el S¨¦ptimo de Caballer¨ªa sigue funcionando implacablemente cuando los acorralados son ciudadanos del Imperio. Y Hanks siempre hace veraces las sensaciones que pretende transmitir.