¡°Cada vez buscamos m¨¢s soluciones fuera del modelo judeocristiano¡±
St¨¦phane Martin, director del Quai Branly de Par¨ªs, un personaje at¨ªpico a la cabeza de una instituci¨®n at¨ªpica, inaugura una exposici¨®n sobre el arte Kanak
St¨¦phane Martin (Par¨ªs, 1956) es un personaje at¨ªpico a la cabeza de una instituci¨®n at¨ªpica. Director del Museo del Quai Branly de Par¨ªs, hered¨® de su padre la pasi¨®n por el continente africano, la curiosidad por el otro y la afici¨®n por los tatuajes. Su doble perfil de aventurero culto y de diplomado de las escuelas m¨¢s prestigiosas le coloc¨® desde el inicio en el equipo encargado de darle forma al sue?o del entonces presidente Jacques Chirac: abrir un centro dedicado a las artes no occidentales capaz de rivalizar con el Louvre, el Centro Pompidou y el Mus¨¦e d¡¯Orsay.
Siete a?os despu¨¦s de su inauguraci¨®n, con una media de entre 1,3 y 1,5 millones de visitantes anuales ha logrado imponerse en el ya cargado panorama cultural parisiense. Cultiva para ello su sello de identidad, adentr¨¢ndose en territorios hasta ahora desconocidos. Este martes inaugura as¨ª la primera gran exposici¨®n sobre el arte Kanak, en la que propone un viaje al territorio franc¨¦s de Nueva Caledonia, en el Pac¨ªfico. A trav¨¦s de m¨¢s de 300 piezas, recupera aquel prol¨ªfero y desconocido arte, denostado por lo colonos, arrojando en ¨¦l una nueva luz.
¡°El objetivo del centro realmente es pol¨ªtico¡±, explica Martin, acomodado en su despacho del impresionante edificio ideado por el arquitecto Jean Nouvel, frente a un refrescante jard¨ªn vertical que cubre la pared interior de la sala. ¡°Se trata de cambiar la mirada que tiene el p¨²blico de las sociedades no occidentales¡±, explica el director del museo tambi¨¦n conocido como de las Artes y Civilizaciones de ?frica, Ocean¨ªa y las Am¨¦ricas. En definitiva, ¡°que los dogones, los mayas o los amerindios se sumen a Picasso, Jeff Koons o los impresionistas¡±.
El objetivo del centro realmente es pol¨ªtico. Se trata de cambiar la mirada que tiene el p¨²blico de las sociedades no occidentales
Cuando se inici¨® la concepci¨®n del proyecto a mediados de los noventa, Par¨ªs ya contaba con dos museos de tipo etnol¨®gicos, pero Chirac detect¨® dos problemas de los que pretend¨ªa huir. El primero era la falta de afluencia. El segundo fallo era que estaban ¡°marcados por una suerte de pesimismo, de nostalgia aterradora¡ son museos que de alguna forma recogen las huellas de la desaparici¨®n¡±. La idea era as¨ª partir de la enorme colecci¨®n etnogr¨¢fica ya disponible ¡ªel centro cuenta ahora con unas 300.000 obras y objetos y unas 700.000 fotograf¨ªas¡ª para ¡°ponerla en perspectiva con el presente y con el futuro, y ponerla tambi¨¦n en contacto con el p¨²blico.¡±
Su casi mill¨®n y medio de visitantes anuales sit¨²a ahora al Museo entre los cinco primeros m¨¢s visitados. Un ¨¦xito que Martin atribuye en parte al momento en el que vivimos. ¡°Mi generaci¨®n se preguntaba qu¨¦ era la modernidad, las nuevas generaciones se preguntan c¨®mo vivir mejor y de forma m¨¢s inteligente en este mundo¡±, recalca. ¡°Cuando era joven est¨¢bamos convencidos, para bien o para mal, que nos dirig¨ªamos hacia una uniformizaci¨®n del mundo. Hoy vivimos en un movimiento colectivo que piensa que hay que mirar hacia fuera¡. Buscamos cada vez m¨¢s las soluciones fuera del modelo judeocristiano, del modelo europeo, sea en las artes, en las pr¨¢cticas sociales y otros referentes¡±.
La apuesta de Martin se caracteriza por su heterogeneidad, siguiendo el modelo del Centro Pompidou, el otro gran centro salido del empe?o particular de un presidente. El museo combina as¨ª exposiciones orientadas ¡°desde la perspectiva del coleccionista¡±, como la gran retrospectiva reci¨¦n finalizada sobre Charles Ratton, ¡°el hombre que elev¨® las artes primeras a nivel de precio¡±, y otras m¨¢s confidenciales como la que prepara sobre las sociedades secretas de los Lega del Congo. Tambi¨¦n est¨¢n las m¨¢s dif¨ªciles de clasificar, como la que prepara sobre el Tiki pop, una suerte de estilo neopolinesio reinterpretado por la sociedad estadounidense de los a?os 50,o la gran exposici¨®n que viene el a?o que viene sobre el tatuaje, para la que promete una t¨¦cnica de exhibici¨®n sorprendente.
¡°No somos solo un museo de Artes Primeras¡±, resume as¨ª el director, quien bien podr¨ªa haberse contentado con las exposiciones de grandes civilizaciones, las m¨¢s federadoras y las que m¨¢s ¨¦xito tienen. ¡°De hecho, arte primera o arte primitivo, no quiere decir nada, es el punto de vista del que observa, no del que lo hace¡±, a?ade Martin. Por ello eso se opuso desde el inicio a que el centro se llamara de las Artes Primeras.
Arte primera o arte primitivo, no quiere decir nada, es el punto de vista del que observa, no del que lo hace
Otra clave es el modelo de museo impulsado por la direcci¨®n, uno que¡° reposa mucho en el abandono del poder ideol¨®gico¡±. Los dos tercios de las exposiciones son comisionadas por personalidades exteriores a la instituci¨®n. ¡°Funcionamos como una revista, abrimos nuestras columnas a autores de sensibilidades diversas¡±, cuenta Martin. ¡°Cuando hacemos la programaci¨®n de un museo como este, no es dif¨ªcil tener ideas de muestras, lo dif¨ªcil es encontrar a los autores. Para m¨ª, una buena exposici¨®n es sobre todo la forma en la que se trata el tema¡±.
Lograda la consolidaci¨®n, el centro afronta ahora un doble reto: lidiar con los recortes de presupuesto ¡ª¡°de momento estamos bien, pero no puede durar muchos a?os m¨¢s¡±¡ª y sobre todo, imponerse entre el p¨²blico extranjero. Entre sus visitantes, menos del 20% son turistas, un porcentaje que aspira a aumentar. Quiz¨¢s ayude, y sin duda servir¨¢ como reclamo, el ¨²ltimo acabado instalado en el techo mismo del museo: una obra del artista australiana aborigen Lena Nyabi, visible ¨²nicamente desde lo alto de la vecina y muy tur¨ªstica Torre Eiffel.
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