Qu¨¦ raro, sigue vivo
Obama parece un lujo dentro de la pol¨ªtica. Es f¨¢cil creer en ¨¦l
Cuenta Spielberg en Lincoln que aquel visionario tan pragm¨¢tico logr¨® en votaci¨®n democr¨¢tica algo tan justo e inaplazable como la abolici¨®n de la esclavitud gracias a la compra de votos, la manipulaci¨®n, el enga?o, el chantaje. Bendita sea su memoria, aunque recurriera a maniobras tan ilegales para prohibir una monstruosidad ancestral. Y que la ¨¦tica emita sus juicios sobre los fines y los medios para lograrlos.
La reforma sanitaria que se ha propuesto Obama no tiene la suprema magnitud del tema de la esclavitud, pero ante la sa?a con la que se oponen a ella los de siempre (cuentan que la siniestra vocaci¨®n folclorica del Tea Party ha llegado a ondear simb¨®licas banderas del ej¨¦rcito de la Confederaci¨®n), dispuestos en plan kamikaze a bombardear el barco com¨²n con el riesgo de que se ahoguen todos juntos, ayuda a imaginar el esp¨ªritu, razones y sinrazones de aquella salvaje Guerra Civil. Y en el fondo, a los raciales patriotas que sufren un depredador ataque de nervios ante la posibilidad de que cambie el sagrado principio de que los pobres merecen la muerte si la siempre sabia enfermedad decide cebarse con ellos, la inaplazable iniciativa de Obama les debe de parecer un desaf¨ªo comparable al que lanz¨® Lincoln a sus esclavistas antepasados. Y, adem¨¢s, este se?or que se mueve como Henry Fonda, al que la ropa le quiere tanto como a Cary Grant, que habla, escucha mira y gesticula con el poder de atracci¨®n y convicci¨®n de las estrellas del gran cine de siempre, es un puto negro presidiendo el poder. Normal que les provoque ¨²lceras. Pues eso, que les sigan sangrando.
Y seguro que el aparentemente mod¨¦lico Obama y la jefatura del mundo que ocupa estar¨¢n llenos de sombras y de turbias metodolog¨ªas, que los sagrados intereses de los due?os del gran tinglado seguir¨¢n a salvo con ¨¦l, que le permitir¨¢n desviarse lo justo y no hacer lo que desee sino lo que permitan hacer, que los drones seguir¨¢n aniquilando no solo a los enemigos de Estados Unidos sino causando impunes da?os colaterales, que esp¨ªa con desverg¨¹enza incluso a sus entra?ables aliados, que la inyecci¨®n letal, o el fusilamiento, o la c¨¢mara de gas, o la fritura en la silla el¨¦ctrica, mantiene su siniestra legalidad en ese pa¨ªs. A pesar de ello, este hombre sigue pareciendo un lujo dentro de la pol¨ªtica. Es f¨¢cil creer en ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.