El motocarro
A la muerte de Manolo Escobar resulta memorable la peripecia de una familia que acoge en su casa a un maestro machacado por la guerra que ense?a a tocar la guitarra a la prole
Ahora que se acumulan las razones para la deserci¨®n conviene admirar la capacidad de vertebraci¨®n que ha tenido la realidad espa?ola a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas. A la muerte de Manolo Escobar resulta memorable la peripecia inici¨¢tica de una familia que acoge en su casa a un maestro machacado por la guerra y que resulta ser quien ense?a a tocar la guitarra a la prole. Agarrados a la voz de Manolo, los muchachos emigran de Almer¨ªa a Catalu?a, donde comienza una carrera imparable que lo alza como mito popular entre discos de oro y pel¨ªculas rompetaquillas, todas con un mismo argumento: nada se le resiste al talento de alguien humilde y con principios. Esta ficci¨®n fue la versi¨®n espa?ola del gran sue?o americano, conjugando un verbo que pasa a ser sin¨®nimo de ingenio y superaci¨®n de dificultades pese a la carencias materiales, intelectuales y f¨ªsicas: espa?olear.
Que el hombre que arras¨® con un himno nacional alternativo titulado Que viva Espa?a tuviera la medalla de oro y brillantes del Bar?a es algo que provoca cortocircuitos en la imb¨¦cil previsibilidad de nuestros d¨ªas. Tambi¨¦n que fuera un esmerado coleccionista de arte contempor¨¢neo con las rentas de Mi carro. Llenos de politiquer¨ªa vana, nos hemos cre¨ªdo un cuento que habla de enfrentamientos irreconciliables. Si hemos sido capaces de quitarle la p¨¢tina insufrible de moralina y elogio de la zoqueter¨ªa a la orgullosa espa?olidad, ser¨ªa igual de torpe despreciar la trayectoria de quienes desde las m¨¢s altas cotas de pobreza y humillaci¨®n levantaron un pa¨ªs vivible.
El productor Alfredo Matas atrajo tambi¨¦n desde Barcelona una parte significada de la producci¨®n del cine espa?ol a partir de los a?os sesenta. Y a su lado, Amparo Soler Leal hizo el viaje desde Madrid y la estirpe de comediantes de la legua, hasta el respetado estatus de gran c¨®mica. A comienzos de los sesenta ambos fueron piezas fundamentales en la mejor pel¨ªcula de la historia del cine espa?ol, Pl¨¢cido de Berlanga, epopeya centrada en el pago de la letra del motocarro. Rodada en Manresa, retrata la eterna tragedia nacional. Esa que hoy representan los programas de televisi¨®n que en plena crisis promueven colectas y la limosna social para solucionar el retroceso en la igualdad de oportunidades y la protecci¨®n colectiva.
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