Implacable capitalismo
La liberalizaci¨®n de la venta de sangre en China es el trasfondo de esta estremecedora historia
Cuando Yan Lianke concluy¨® la redacci¨®n de El sue?o de la aldea Ding, se sinti¨® ¡°como si le hubiesen arrancado los huesos, en una isla desierta sin aves y sin plantas¡±, seg¨²n sus propias palabras, y no es para menos, pues nos hallamos ante una obra estremecedoramente bien hecha, de una hondura y una tristeza medular que dej¨® sin aliento al autor.
El fundamento hist¨®rico de esta novela l¨ªrica, kafkiana, on¨ªrica y al mismo tiempo ¡°realista¡± hay que buscarlo a principios de la d¨¦cada de los noventa del siglo pasado, cuando China liberaliz¨® la venta de sangre: un negocio desalmado que hall¨® su punto m¨¢s ¨¢lgido en Henan, la provincia natal de Yan Lianke, donde las autoridades locales, en connivencia con la Cruz Roja regional, animaron a la poblaci¨®n a enriquecerse vendiendo su propia sangre. Al parecer se persegu¨ªan dos objetivos: agilizar el comercio de la sangre en China y tentar al capital extranjero. Buena parte de los noventa millones de habitantes de la regi¨®n empezaron a vender su sangre. El proceso de extracci¨®n se llevaba a cabo sin la higiene suficiente, utilizando las agujas hasta que se mellaban y mezclando sangres diferentes sin el m¨¢s m¨ªnimo control. El resultado fue la propagaci¨®n sin medida de la ¡°enfermedad de la fiebre¡±: el sida.
En un principio Yan Lianke pens¨® en escribir una narraci¨®n objetiva y realista que diera raz¨®n de todas las tragedias personales de las que hab¨ªa tenido noticia, pero sab¨ªa que la censura china se iba a abatir sobre ¨¦l y entonces empez¨® a concebir una historia m¨¢s aleg¨®rica y l¨ªrica, en la que un ni?o muerto de 12 a?os hace de narrador y de hilo conductor de todos los dramas que se van sucediendo en la aldea Ding. Dicho en otras palabras: se plante¨® una historia contada por un muerto. Al obrar as¨ª Yan Lianke acert¨® plenamente, pues el procedimiento fant¨¢stico en lugar de envejecer la narraci¨®n la moderniz¨® d¨¢ndole un aire a ratos absurdo, a ratos alucinante, a ratos surrealista y a ratos tambi¨¦n tremendamente realista, tan vinculada a la novela cl¨¢sica china como a la modernidad occidental y a autores como Kafka, D?blin y Faulkner.
Por esta y otras razones, El sue?o de la aldea Ding se presenta como una piedra de toque fundamental para apreciar los logros de la nueva narrativa china, que ya est¨¢ convirti¨¦ndose en un aut¨¦ntico boom tremendamente relacionado con el boom latinoamericano del siglo pasado.
En el momento en el que surgi¨® el boom sudamericano la novela occidental se hallaba en plena transici¨®n, dedic¨¢ndose a experimentos m¨¢s bien solipsistas, de la mano de algunos miembros del Nouveau roman, a los que se a?adieron autores como Alberto Arbasino y N¨¦stor S¨¢nchez. Y de pronto estall¨® el boom, que aprovechaba todos los logros de las grandes novelas europeas y americanas de entreguerras, d¨¢ndoles un nuevo aire y hasta una nueva funci¨®n, e incluyendo el registro ¨¦pico, si bien en sentido moderno y siguiendo el sendero que a ese respecto hab¨ªa abierto D?blin, que antes que Brecht fue el primero en juntar la ¨¦pica y la iron¨ªa.
Pues bien, algo muy parecido est¨¢ ocurriendo con la novela china de este momento. Los novelistas chinos est¨¢n asimilando a velocidades supers¨®nicas toda la gran narrativa europea y americana del siglo XX, la est¨¢n fundiendo con su propia tradici¨®n y est¨¢n logrando novelas tan frescas como implacables y seductoras.
?Podr¨ªamos hacer nosotros lo mismo? No lo veo tan claro. Un joven escritor europeo o americano puede leer ahora a Kafka, a D?blin, a Faulkner, y no por eso va a sentir que le estalla la cabeza. Para nuestra desgracia, son registros ya muy asimilados y asentados, cuyo poder de renovaci¨®n ha perdido fuelle y vigor. En cambio, un escritor chino lee a esos mismos autores, despu¨¦s de la larga sequ¨ªa del mao¨ªsmo y sus prolongaciones, y se puede sentir renacido como autor y empezar a mezclar sus propios registros con los de Kafka o Faulkner, consiguiendo obras de una originalidad y una fuerza tan desconcertantes como las que lograron Cort¨¢zar, Borges, Vargas Llosa o Carlos Fuentes.
Todo lo que he dicho se aprecia perfectamente en El sue?o de la aldea Ding: la tradici¨®n cl¨¢sica china, tanto novelesca como po¨¦tica, mezcl¨¢ndose con la tradici¨®n occidental. Su mismo t¨ªtulo evoca, ir¨®nicamente, la gran novela cl¨¢sica china El sue?o del pabell¨®n rojo, pero igualmente observamos la influencia de Lu Xun, de Kafka, de Faulkner, de Borges, de Bulgakov y de Rulfo, por extra?o que parezca.
El dolor de Yan Lianke ha merecido la pena pues le ha conducido a la consecuci¨®n de una indiscutible obra maestra en la que el aliento po¨¦tico y profundamente musical no le merma veracidad a una tragedia coral estrechamente vinculada al implacable ¡°capitalismo¡± chino de nuestros d¨ªas.
El sue?o de la aldea Ding. Yan Lianke.Traducci¨®n de Bel¨¦n Cuadra Mora Autom¨¢tica Editorial. Barcelona, 2013.376 p¨¢ginas. 25,90 euros
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