Cantares de gesta
Las esencias patri¨®ticas en un mundo globalizado pierden la raz¨®n de ser frente a filosof¨ªas que hablan de fronteras o bien l¨ªquidas o bien transparentes.
Las esencias patri¨®ticas en un mundo globalizado pierden la raz¨®n de ser frente a filosof¨ªas que hablan de fronteras o bien l¨ªquidas o bien transparentes. Tan solo los pobres se enfrentan a la antigua instituci¨®n de la valla y el control de acceso. Por eso la decisi¨®n del futbolista brasile?o Diego Costa de jugar para la selecci¨®n espa?ola convoca una est¨¦ril pol¨¦mica. Para los espa?oles, que viven un hondo descenso de su autoestima por razones de pol¨ªtica financiera, que un brasile?o nos escoja es euforizante. Imaginamos la playa de Copacabana y el carnaval de Bah¨ªa, mujeres impracticables con la cabeza adornada de frutas, el lema de Orden y Progreso y la voz imprevisible de Jo?o Gilberto con las ondas sonoras de Jobim y los versos de Vinicius, y pensamos que hemos vencido a todo eso. Pero no vayamos tan deprisa.
La decisi¨®n profesional de un futbolista no es algo esencialista. Cometer¨ªan un error de apreciaci¨®n los brasile?os si entran en la cr¨ªtica al jugador y juzgan sus razones como materialistas o c¨ªnicas. El f¨²tbol, y el deporte en general, es la mayor representaci¨®n patri¨®tica de hoy d¨ªa, pero no conviene exagerar la solidez de sus fronteras. Diego Costa ha encontrado la gloria en la ribera del Manzanares, y no en la del S?o Francisco, lo que le da derecho a navegar el r¨ªo que le es m¨¢s propicio. En lugar de gastar ah¨ª nuestras neuronas inflamadas, resolvamos el caso del espionaje americano. Nuestra sumisi¨®n al amigo grandull¨®n es tal que despu¨¦s de d¨ªas acus¨¢ndolo de espiar nuestras comunicaciones, hemos descubierto que en realidad nos espi¨¢bamos a nosotros mismos para luego entregarles los datos a ellos.
Para comprender la patria moderna, tambi¨¦n llamada marca, sobran las monsergas anticuadas que de tanto en tanto nos suelta alg¨²n aprovechado. Cuando la Hacienda espa?ola tolera que Google rinda tributo de sus ganancias espa?olas en las favorables costas fiscales irlandesas, env¨ªa un mensaje de frontera l¨ªquida a la autoestima del espa?ol que se deja las cejas por llegar a fin de mes y cumplir con el deber patri¨®tico de pagar impuestos. Los Roncesvalles contempor¨¢neos no se escriben con decas¨ªlabos ¨¦picos, los redacta un contable gris entre las l¨ªneas de un balance. Luego cada uno decora su vida como prefiere.
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