Contra el agotamiento

Cuando un g¨¦nero se cansa de s¨ª mismo, a veces no empieza su decadencia, sino algo mucho m¨¢s interesante. La caba?a en el bosque ya anuncia, desde su mismo cartel y su desconcertante primera secuencia, que no estamos ante el t¨ªpico slasher donde un grupo de arquetipos de una pieza ir¨¢n siendo eliminados seg¨²n unas reglas ya gastadas por el uso. Joss Whedon y Drew Goddard, dos miembros de esa generaci¨®n de creadores que se reconocen antes como fans de mitolog¨ªas y modelos preexistentes que como fundadores de nuevos territorios ¡ªun poco al modo de J. J. Abrams¡ª, no proponen una deconstrucci¨®n ir¨®nica y resabiada del g¨¦nero al modo de la saga Scream, sino un sofisticado juguete posmoderno donde prima, ante todo, el sentido del espect¨¢culo y una transparente voluntad l¨²dica. Los cocreadores logran camuflar el potencial reflexivo de la operaci¨®n bajo la s¨ªntesis de un subg¨¦nero previsible y mec¨¢nico por naturaleza, un marco cercano a la ciencia ficci¨®n y un sustrato lovecraftiano que, de manera sumamente ingeniosa, funciona como correlato simb¨®lico de las mec¨¢nicas de producci¨®n y consumo de la ficci¨®n popular.

Un grupo de j¨®venes, aislado en el monte, desencadena una amenaza que activar¨¢ la l¨®gica sustractiva del relato y su propio imperativo de supervivencia. Whedon y Goddard pod¨ªan haber sorprendido al espectador con un giro estrat¨¦gico a mitad de metraje, pero, desde el arranque, el espectador sabe que esta ficci¨®n no es inocente. Libre, sofisticada y plagada de gui?os como un sue?o h¨²medo de fan fatal, la pel¨ªcula quiz¨¢ se agota en su brillante concepto, pero tarda al menos 90 minutos en extraerle toda la diversi¨®n posible, que no es poca.