La coleccionista de met¨¢foras
Carmen Calvo recibe el Premio Nacional de las Artes Pl¨¢sticas Se trata de una artista instalada en las paradojas y en los opuestos Sutileza de poema visual y rescate de la memoria est¨¢n presentes en su obra
Eran los 70 del siglo XX, a?os m¨ªticos en los cuales algunos artistas pr¨®ximos al arte conceptual trataban de encontrar su camino en un pa¨ªs triste, con muy escasa oferta cultural ¡ªa veces pienso que incluso algo parecido a este de ahora, al menos en cuanto a una oferta cultural maltratada y maniatada se refiere¡ª. Aunque no, nada que ver. Entonces los j¨®venes creadores que buscaban su camino al margen de lo establecido ¡ªla impuesta pintura mat¨¦rica¡ª sent¨ªan que ante ellos se iba abriendo la vida completa, por delante. Eran los a?os de Buades y Vandr¨¦s, dos de las galer¨ªas m¨ªticas de Madrid, y entre los m¨¢s valientes, los m¨¢s que andaban tras una respuesta radical ¡ªcomo deben ser las respuestas¡ª no tardaba en despuntar Carmen Calvo (Valencia, 1950).
Trabajaba desde muy temprano en el que iba a ser su estilo distintivo: un collage, un poco a lo Cornell, entendido, pues, de una forma inesperada, casi como el que rescata lo olvidado o hasta lo roto
Trabajaba desde muy temprano en el que iba a ser su estilo distintivo: un collage, un poco a lo Cornell, entendido, pues, de una forma inesperada, casi como el que rescata lo olvidado o hasta lo roto, tal y como sucede en sus bellas obras con cristales, una suerte de gabinete de las maravillas que, a veces, tiene bastante de alfabeto kandinskyano, de trabajo del arque¨®logo, de teatro de la memoria; de una taxonom¨ªa inesperada que preserva un orden l¨®gico bajo su juego de subversiones.
La joven Calvo se hab¨ªa formado en Valencia y tras su paso por Par¨ªs quiz¨¢s se acrecentaba en su obra ese sentido un poco tr¨¢gico de las cosas, la idea de que todo es un tr¨¢nsito que a veces esconde la tragedia bajo lo aparentemente liviano de sus trabajos, motivo por el cual a veces se la asocia con cierta influencia de Equipo Cr¨®nica. Poco que ver. No en vano, en la Bienal de Venecia de 1997 representaba a Espa?a junto con Joan Brossa, con quien comparte esa pasi¨®n por rescatar los alfabetos extinguidos. Ambos son artistas instalados en las paradojas y los opuestos, a su manera pr¨®ximos a la m¨¢s resplandeciente po¨¦tica mironiana y a esas met¨¢foras visuales que tienden a reescribir la narrativa a trav¨¦s de objetos inesperados.
Ciertamente, la met¨¢fora ha sido a lo largo de la Historia uno de los recursos m¨¢s utilizados por las diferentes manifestaciones art¨ªsticas y literarias, aunque no todo el arte es metaf¨®rico, o al menos no todo el arte est¨¢ asociado a la palabra-objeto con la misma intensidad. Hay formas art¨ªsticas que se asocian a historias ¡ªa historias contadas¡ª, otras a formas y colores; y hay, por fin, algunas que reconducen sobre todo a las palabras, estableciendo el nexo clave entre las palabras y los objetos, met¨¢foras tangibles, visualizaciones de la met¨¢fora, como ocurre con frecuencia en los trabajos de Carmen Calvo, quien rescata objetos cotidianos desechados y los mezcla, los borra ¡ªcon frecuncia de forma literal¡ª; los redime en cada caso, metaf¨®ricamente hablando; cuenta otro relato.
Por eso su pasi¨®n por los objetos instalados en cierto nuevo orden, el que subvierte al anterior e impuesto contra el cual Calvo establece su po¨¦tica, tiene m¨¢s que ver con el object bouleversant de los surrealistas belgas
Por eso su pasi¨®n por los objetos instalados en cierto nuevo orden, el que subvierte al anterior e impuesto contra el cual Calvo establece su po¨¦tica, tiene m¨¢s que ver con el object bouleversant de los surrealistas belgas ¡ªcosas que ha habido que dise?ar¡ª que con el object trouv¨¦ de los surrealistas franceses, lo que estaba ah¨ª. Porque ninguno de los juegos de la artista como arque¨®loga es inocente: al contrario. En esa sutileza de poema visual, en ese rescate de la memoria, de los olvidos o lo desechado, hay siempre en las obras de Calvo un borde que la sit¨²a en un espacio particular y un tiempo suspendido. Recoge, rescribe y repite como parte de un ritual antiguo, de un alfabeto que hay que desentra?ar y que propone una mirada diferente en cada momento. De hecho, desde el collage a la instalaci¨®n, pasando por la apropiaci¨®n fotogr¨¢fica, Carmen Calvo ha buscado recrear un mundo personal¨ªsimo hacia el cual arrastra al espectador, dispuesto a compartir sus pasiones, a aniquilarse en una mirada que, como sucede en algunas de sus obras, desvela un rostro todo ojos.
Babelia
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