Sin espinas
Las vueltas que le da el PSOE a su rosa eterna dan para una tesis doctoral sobre publicidad pol¨ªtica
La cartela que ha presidido la conferencia pol¨ªtica del PSOE parte de unas letras enlazadas al modo de escritura escolar, coronadas con una flor que tiene algo de naif o, al menos, de femenina ternura. Las vueltas que le da el partido a su rosa eterna dan para una tesis doctoral sobre publicidad pol¨ªtica. La graf¨ªa tambi¨¦n tiene algo de grafiti, pero no se les puede culpar, porque ahora hasta los bancos se anuncian con letras de grafiti, Banksy expone en los museos y el ministro de Hacienda es punk. Por ah¨ª va la impostura. Lo importante es lo que las letras dicen: socialistas. De ah¨ª que se infiera que lo que el partido socialista trata de rescatar es el socialismo, en una propuesta de regreso al futuro.
Rubalcaba fue el peor cartel posible para las pasadas elecciones, pero ha sido el mejor aglutinador del partido. El mandato ajustado que le concedieron en primarias los militantes fue un ruego para proteger la marca de la batalla mediocre de los egos y la incoherencia del discurso nacional. A Rubalcaba le ha tocado la ingrata tarea de coser un partido desde el ERE andaluz al derecho a decidir del PSC y que se le notaran lo menos posible los parches. Alg¨²n d¨ªa le agradecer¨¢n el servicio prestado al partido en los peores tiempos que se le recuerdan. Por ahora se lo agradece ¨¦l a s¨ª mismo y no se mueve de la silla hasta dejarlo todo bien atado.
Por culpa del cambio clim¨¢tico, Filipinas sufre m¨¢s de 20 tifones por a?o, sin que las cumbres de medio ambiente le regalen m¨¢s que una foto grotesca. Tambi¨¦n los socialistas har¨ªan bien en prestar atenci¨®n al cambio de clima pol¨ªtico. El desenfreno global de las Bolsas ha provocado un incierto mandato de los fondos especulativos, donde empresas sin personal, que evaden impuestos, dictan las reformas a Gobiernos zombis. A Espa?a la est¨¢n comprando, a cachos y a tocateja, las remesas lujuriosas de dinero negro y dictaduras forradas. No hay pa¨ªs sino mercadillo, con una poblaci¨®n vejada a la que los grandes empresarios le gritan que la crisis ha terminado y el dinero llega a chorros. A la rosa que pintan los socialistas le faltan las espinas para defender la casa.
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