Suiza, a?o 2012

En 1948, Roberto Rossellini film¨® en un Berl¨ªn devastado por la guerra Alemania, a?o cero, par¨¢bola social sobre sus efectos en la existencia de un cr¨ªo que s¨®lo ha vivido en tiempos de dolor, que no conoce m¨¢s que la muerte, la enfermedad y la asfixia, pero que no deja (casi) en ning¨²n momento de ser lo que es, un ni?o. Condici¨®n que comparte, a pesar de la aparente distancia en ¨¦poca y ambientes en los que se desenvuelven ambos relatos, con el chaval de Sister, segunda pel¨ªcula de la francesa Ursula Meier, desarrollada en una lujosa estaci¨®n suiza de esqu¨ª.

El Edmund de Alemania, a?o cero, y el Simon de Sister, ambos de edad exacta, 12 a?os, son dos caras de la misma moneda, sendos supervivientes en la sociedad que les ha tocado en suerte, sendos listos que sacan las casta?as del fuego a sus respectivas familias, el primero como el mago del estraperlo de una ciudad sitiada por la ruina econ¨®mica y moral, el segundo como pillo del siglo XXI, en el que cada par de guantes olvidados, cada esqu¨ª ca¨ªdo del telesilla, cada mochila poco vigilada es la gran fuente para seguir subsistiendo entre la ausencia total de cari?o y de referentes. Y, he ah¨ª la clave, ambos lo hacen como el que juega, porque es lo que conocen, lo ¨²nico que han experimentado. Meier, que en su primera obra, ?Home?, dulce hogar (2008), ya reflexionaba sobre los efectos de la hipercivilizaci¨®n en el seno de una familia disfuncional, mueve su relato con la aspereza de unos hermanos Dardenne que hubiesen calmado un tanto sus movimientos de c¨¢mara, sin m¨²sica (apenas un pu?ado de notas de guitarra el¨¦ctrica, punteadas en muy espor¨¢dicas escenas), y reparando siempre en la mirada, el br¨ªo y la soledad de su criatura, conformando as¨ª una historia donde el principal asidero, y suficiente, es la dolorosa empat¨ªa que provoca un hijo maldito de la sociedad del bienestar.